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13 de febrero de 2015

Turquía mediterránea: en busca del (buen) tiempo perdido

Por fin salimos de Bursa, aunque con más frío que Leonardo DiCaprio junto al cuasi hundido Titanic a pesar del reluciente sol invernal. No en vano estábamos a tres o cuatro bajo cero y con nieve y hielo por todas partes. Enfundados en capas y más capas de ropa, y con bastante precaución por posibles placas de hielo, enfilamos la carretera principal de Bursa a Esmirna, con la confianza de que estuviera limpia de nieve. Efectivamente así fue, con lo que el trayecto hasta Mustafakemalpaşa fue, tal vez no un paseo, pero sí mejor que lo esperado. No hay mucho documentación gráfica (también llamadas fotos, vaya), que no estaba la temperatura para sacar las manos de los guantes.


Estatua de Atartuk en Kas
Bello, sonoro y largo nombre el de esta ciudad: Mustafakemalpaşa. Era el nombre original de Atatürk (Paşa, o pachá, parece que quiere decir general y Atatürk, Padre Turquía), nombre asignado a ciudades, calles, postres y seguro que a más cosas, dada la veneración que le muestran al expresidente turco. Desde luego, se ve su imagen por todas partes: en estatuas, billetes, sellos, cuadros. Cada casa por la que pasó es un museo y está prohibido por ley insultar su nombre.

Atatürk, a quien, por ejemplo, le gustaba más la ópera que la música turca y los sombreros occidentales al fez, se centró en modernizar el país. Durante los años 20 y 30 del pasado siglo los turcos adoptaron el calendario gregoriano, el alfabeto latino, estandarizaron el idioma, prohibieron el fez, instituyeron el sufragio universal y se obligaron a ponerse apellidos (que es cuando Mustafa Kemal tomó el apellido Atatūrk). También fue cuando comunidades enteras grecoparlantes fueron expulsadas a Grecia, mientras comunidades musulmanas en este país fueron expulsadas a Turquía...

Nuevas mezquitas por todas partes
Las malas lenguas dicen que el actual presidente, Erdogan, está intentando dejar su impronta en la historia turca y ser un segundo Atatürk, aunque su postura sea la de dar marcha atrás en unas cuantas de las medidas europeizantes de Atatūrk.

En Turquía se ven infinidad de mezquitas por todas partes y muchas en construcción, incluyendo un plan, algunos dicen que abandonado, de construir la mezquita más grande del mundo en Çamlica, Estambul. El Islam está en auge en un país que hasta hace nada se enorgullecía de su secularismo. Me resulta curioso que en un país tan joven con más del 50% de la población menor de 30 años, y un 70% de urbanitas, gane desde hace años las elecciones un partido islamista, conservador supuestamente moderado, aunque parece que cada vez lo es menos. Huntigton afirma que, a diferencia de occidente, en donde generalmente los jóvenes son menos religiosos que los mayores, en el mundo musulmán ocurre en muchas ocasiones lo contrario. En
Imagen común en Turquía
Turquía, mientras generaciones anteriores mamaron el secularismo de Atatürk, la nueva y joven clase media, formada y urbanita, busca referencias y apoyo en la religión. Otras personas nos han dicho que los apoyos los recibe del centro de Turquía, rural y conservadora, mientras que a las ciudades del oeste y del sur, zona abierta y moderna, las tiene olvidadas.

Probablemente haya sido la estabilidad de la economía turca de estos doce últimos años del partido AK la que lo ha mantenido en el gobierno. La oposición confiaba que los recientes problemas económicos los apearan del poder, pero según el Economist la bajada del petroleo les ha dado un balón de oxígeno y este año se prevé un crecimiento del 3,5-4%, lo mínimo que tiene que crecer la economía para mantener el paro en el 10%. Así que AK ganará las próximas elecciones de junio.

Intentando dejar atrás la nieve
A lo nuestro. Tras sufrir los rigores del invierno, la idea era dirigirnos al sur y acercarnos a la costa mediterránea, a ver si el tiempo se hacía más llevadero. La nieve está bien para esquiar, pero para andar en bici..., no tanto. Desgraciadamente las noticias eran que Esmirna, a pesar de cumplir con los requisitos mencionados de "al sur y en la costa", había sufrido una mínima de siete bajo cero, la más baja en cincuenta años. Glups.

El día siguiente, aunque un poco menos frío, hizo su presencia el viento, viento de cara, fuerte y continuo, que nos congelaba hasta las ideas y nos impedía avanzar. Ya lo dice el refrán cicloturista, "en esta vida todo da por culo, menos el viento, que siempre da de cara". (Estoy de un folclórico subido, no?). Así que la etapa terminó antes de lo previsto y nos tocó refugiarnos en un motel de carretera.

Sin parar de nevar en Balikesir
El tiempo estaba un poco loco. A un día ventoso le siguió otro precioso para, al siguiente, caer la
mayor nevada en 50 años en Balikesir, que nos obligó a una pausa... Que me perdone Proust por flagelar el título de su novela, pero el buen tiempo estaba perdido...

Para ir de Balikesir a Bergama (Pérgamo), un cicloturista turco nos aconsejó una carretera secundaria que evitaba el intenso tráfico de camiones de la principal. Por ahí nos metimos y la verdad es que estuvo muy bien mientras duró: carretera limpia de nieve y sin tráfico, por un paisaje blanco salpicado de pueblecitos. Genial. Ya llevábamos unos 20km pedaleando con tranquilidad, cuando para nuestra sorpresa el desvío que teníamos que coger estaba cortado por nieve. La máquina quitanieves no había pasado por ahí y unos lugareños en perfecto turco-ruso nos desaconsejaron arrastrar las bicis por ahí por la cantidad de nieve que íbamos a encontrar. Vueeeeeelta a la principal. Esos 40km extra nos dejaron colgados al anochecer en mitad de una autovía, lejos de cualquier población y con demasiada nieve alrededor como para que nos apeteciera acampar.

De la colección "Nunca creas que el quitanieves lleva tu misma dirección"
Si es que ya lo decía Steinbeck: "un viaje es como el matrimonio; uno se equivoca si piensa que tiene todo controlado".

Por suerte una familia se apiadó de nosotros y nos dejó dormir en su restaurante. Situación siempre un tanto extraña cuando nadie habla el idioma del otro. La lengua de los gestos da para lo que da y lo de la bici, de donde vienes y a donde vas y los ooohs y aaahs que los acompañan, tiene un recorrido limitado. Así que nos tragamos una interminable película turca, cenamos -como ellos- pipas, palomitas, una manzana y unas galletas, y a la "cama". Nos tocó compartir "habitación" (el restaurante) con el abuelo... y con sus sonoras respiraciones y sus no menos sonoras ventosidades. Lo cual, unido al hecho de que la carretera que une la primera, tercera y cuarta ciudades del país estaba a pocos metros de distancia del restaurante y pasaba un (también sonoro) camión cada 3 segundos, hizo que esa noche no pegáramos ojo. Supongo que el abuelo estará sordo, porque si no... A la mañana
Hasta le conjuntaba y todo
siguiente la familia nos amenazó con darnos de desayunar sopa de tripas (nos persigue esta sopa), por lo que, a la primera oportunidad, escapamos del lugar raudos y veloces. No sin antes tímidamente ofrecer pagar por la estancia y, tras su incomprensible respuesta (porque fue en turco), darles algo de dinero. Ah, y un gorro de lana para el niño que Bego tejió mientras veíamos la película..., para que os hagáis una idea de lo larga que fue la peli. Lo de dar dinero en estos casos siempre te deja con la intranquilidad de si al hacerlo has insultado el precepto musulmán de la hospitalidad en general y a esta familia en particular..., o si les has pagado poco. Como pusieron cara de póker al recibir el dinero, no salimos de dudas.

Total que sin querer sonar ingrato (al contrario, les estamos muy agradecidos, pues nos dieron cobijo generosamente cuando estábamos bastante colgados), a veces eso de juntarse con los lugareños..., no sale tan, tan bien. Pero de todo se aprende.

Bérgamo
Escapamos del chiringo, como digo, pronto por la mañana, con niebla, nieve y hielo. Terminamos de subir el puerto y fue empezar a bajarlo por el otro lado e ir abandonando poco a poco el invierno para adentrarnos en algo parecido a la primavera, con sol y calorcillo diurno (por la noche todavía hace frío). ¡Bieeennnn!

Pasamos también de campos eminentemente de olivos a ver mucho frutal, cantidades ingentes de naranjos y limoneros (con toneladas de fruta caída y estropeándose...) e invernaderos con tomates y pimientos.

La siguiente etapa fue Bergama o Pérgamo donde visitamos entre otras cosas su acrópolis, magnífica a pesar de que el famoso altar de Zeus se encuentre en Berlín.

Y de ahí, tras un montón de kilómetros pero impulsados por un buen viento de cola (a veces Eolo se porta y concede excepciones a la regla ciclista antes mencionada) a Izmir o Esmirna. Siendo la tercera ciudad del país y su segundo puerto, la parte final de la entrada en la ciudad tuvo su aquel, pero lo solventamos sin mayores problemas. Nos alojamos en un buen hotel con un mejor desayuno (les estamos sacando jugo a los puntos de Iberia). El principal atractivo de Izmir es el paseo
Izmir y sus más de dos millones de habitantes
marítimo, Korda y, bueno, su ambiente callejero, tanto por el concurrido bazar, como por ese paseo marítimo o las calles peatonales colindantes, muy agradables. Se ve mucho dinero y mucha pijería en algunas calles de esta ciudad, mientras otras son populares. Turquía es, desde luego, un país de contrastes donde los haya..

En Selçuk visitamos una de las siete maravillas del mundo antiguo, el Templo de Artemisa, que consta de, ejem, ejem, una solitaria y decepcionante columna. Menos mal que la cercana y siempre deslumbrante Éfeso colmó todas nuestras necesidades de ver columnas, templos, bibliotecas, teatros, etc.

Biblioteca de Efeso, da igual la veces que se haya visto, siempre impresiona
Kuşadasi es una ciudad de turismo de masas, pero fuera de temporada resulta agradable, se consiguen buenos precios y, en fin, estaba cerca de Éfeso, lo que les vino muy bien a nuestras cansadas piernas.

Inasequibles al desaliento, la siguiente fue una larga jornada, con viento de cara. Perdonad tanta referencia al viento, pero es que por esta zona sopla mucho y muy fuerte y el que sea a favor o en contra, te cambia el día por completo. De camino a Didim por la carretera de la costa pasamos justo antes de que cerraran por Mileto (sí, de donde era ese tal Tales), unas preciosas ruinas que pudimos disfrutar totalmente solos. Llegamos a Didim de noche, así que tuvimos que esperar al día siguiente para ver el templo de Apolo. Está un poco fuera de lugar este pedazo templo en una ciudad llena de carteles de hamburguesas, pizzas y kebabs para turistas que, me late, no están seguramente
Templo de Apolo en Didim
muy interesados en ruinas. Prejuicios que tiene uno para con el turismo de masas. El caso es que este templo era originalmente casi del mismo tamaño que el de Artemisa: 122 frente a 127 columnas, de las que han sobrevivido casi todas; al visitarlo también te haces una idea de cómo era el templo de Artemisa... Apasionante esto de las piedras.

Tras la visita al templo nos dirigimos al lago Bafa, lago que hasta no hace tanto estaba unido al mar. Del mismo modo que les ha ocurrido a Éfeso o Mileto, los sedimentos del río Büyük Menderes lo ha ido separando de éste y ahora está a unos veinte kilómetros del mar. Fue en este lugar donde la diosa Selene se enamoró del pastor Endymion y le pidió a Zeus que lo mantuviera siempre dormido para aprovecharse del pobre pastorcillo. Por lo que se ve o no
Lago de Bafa, vimos hasta flamencos!
estaba totalmente dormido o era un sonámbulo muy activo el tal Endymion, pues con él tuvo nada menos que 50 hijos. Seguro que el "upgrade" de ovejas a diosa le animaba al pastor, pero caramba con la diosa.

Tras una noche en la tranquila y relajante Kapikiri y otra en la más ruidosa Milas seguimos a Bodrum, luchando contra un viento, bien de frente que nos impedía avanzar, bien de costado que hacía lo posible por tirarnos. A pesar de ello, el sol calentaba lo suficiente para que nos pegáramos un baño en las turquesas y, por qué negarlo, congeladas aguas del Egeo. Última oportunidad de bañarnos en este mar, pues al doblar la península de Bodrum volvimos al Mediterráneo.

Para abandonar la blanca Bodrum la idea era coger un ferry hasta Datça, en la península de Marmaris.
Bañito en el Egeo, imposible resistirse
Pero el ferry no funciona en los meses de invierno, así que la vuelta la hicimos por la costa sur de la península. Bastante paliza, con constantes subidas y bajadas, pero una carretera vacía, estrecha, con algún que otro pueblecillo (bueno, y una central térmica), y unos bosques de coníferas que llegaban hasta un mar cristalino. En mitad de esa naturaleza encontramos a una pareja checo-eslovaca, querulantes antisistema, esperanto-parlantes, todo el desarrollo es malo, todo es excesivamente turístico, todo antes era mejor, de los que hablan inglés con un poco de asco porque es una lengua de ladrones y de la economía. Verídico. Todo eso en no más de cinco minutos con ellos. Tela.

De la colección "Y vinieron unos vascos y se lo comieron todo"
De Ören a Akyaka más de lo mismo, una belleza de paisaje. En Akyaka (como dice Íñigo, en este pueblo se puede mantener una curiosa conversación preguntando direcciones) nos pasamos un par de noches descansando, que ya tocaba. Ayuda el haber encontrado un buen hotel por 18€/noche, pedazo desayuno incluido. Con la temporada baja, los precios se han rebajado por esta zona...

En el camino a Köyceğiz y su bonito lago nos cayó la mundial y llegamos empapados. Pareciera que el buen tiempo, reencontrado durante unos días, volvió a perderse. Ello nos obligó, para desesperación de Bego :-),  a hacer otra pausa y pasar un día recluidos en Dalyan, al otro lado del mismo lago. Nada que objetar, pues nos permitió visitar sus tumbas licias excavadas en las montañas y algunas ruinas de... por aquellos tiempos.

Lo que sigue son más días de lluvias y sol y, sobre todo, paisajes bonitos en una costa magnífica.
Difícil dejar algunos sitios atrás... Olüdeniz sin turistas al fondo
Llegamos calados a Göcek, un precioso puerto para yates de ingleses adinerados, pero con poca vida en temporada baja. Ölüdeniz, donde dormimos tras pasar por Fethiye, estaba también prácticamente en coma, con la honrosa excepción de un bar ambientado por ingleses, que no pierden oportunidad para beber si están de vacaciones. No participamos, que la cuesta de Fethiye a Ölüdeniz, corta pero muy potente, nos había dejado sin cuerpo de marcha.

Cuesta esta última que no era más que una chincheta comparada con la paliza de los 1.481m de desnivel acumulado del día siguiente hasta Patara, parte de ellos por pistas. Y con pesadas alforjas, claro. Por qué será que las carreteras más bonitas, en este caso por unas vistas al mar esmeralda de vértigo, son siempre las más duras.

Solos en las ruinas de Patara, nosotros y el viento
Puede que en temporada baja falte ambiente callejero en algunos lugares, pero poder visitar ruinas como las de Patara completamente solos es impagable. También cabe la posibilidad de que hubiera habido más gente en las ruinas..., pero que se los hubiera llevado el viento. El viento, esta vez de cara, fue nuestro compañero hasta Kaş, otra ciudad un pueblo al que le sienta bien la temporada baja. Un gustazo estar en la plaza del pueblo, al suave sol del invierno, viendo el ajetreo matinal de los que trabajan (jua!), viendo las maniobras de los barcos en el puerto y admirando los sarcófagos licios (!) que están por todas partes en estas costas.

Vistas desde la cama, Üçagiz
Üçagiz fue otro lugar de esos, pero menor, más recóndito, con un paisaje más espectacular. Nos alojamos en un hotelito en la plaza, nuestra habitación estaba junto a la bahía, desde la ventana tocabas el agua, y el desayuno sobre el muelle del hotel (cuya foto me encargué de hacer circular entre aquellos amigos y familiares que estaban currando y sufriendo los rigores del invierno..., qué sería de un viaje sin poder tocar las narices un poco al personal) fue de antología. A este lugar tenemos que volver en el futuro..., a ser posible en yate.

Marielle y Cris - Mehmet - Ayhan y Esnef - Melissa - Robert y Eva - Yavuz y Murat, en sentido horario
Cada vez nos encontramos con más cicloturistas y viajeros en general: en Izmir conocimos a la pareja cicloturista franco-inglesa Marielle y Chris, en dirección a Mármaris y después Grecia; de camino a Kapikiri, en la montañosa y tranquila costa norte del lago Bafa, nos juntamos con Melissa, una universitaria argentino-californiana que vive en Estambul y viajaba por la zona en una bici prestada; al día siguiente nos dimos una vuelta por el pueblo para ver las ruinas de Herakleia y por ahí nos encontramos con Robert y Eva, una pareja de alemanes viajando en camión (un camión que compraron por 7.777€); parte del camino a Üçagiz lo pedaleamos con un par de ciclistas turcos, Ayhan y Esnef, maestros de escuela de viaje entre Söke y Antalya; en el mismo Üçagiz conocimos a un grupo de franceses de viaje en camioneta durante un año por Asia Central y Turquía; acercándonos a la siguiente etapa, Finique, coincidimos con el incombustible ciclista Mehmet, que combatía su limitado inglés con sonrisas, entusiasmo... y un buen zumo de naranja; en Antalya coincidimos con Yavuz y Murat, cicloturistas de Mersin, que nos invitaron a alojarnos en su casa a la vuelta de Chipre.

Y ya sumamos (unos estupendos) 94 añitos!!
En Demre, la población previa a Finique y de donde fue obispo San Nicolás (nacido en Patara, convertido posteriormente en Santa Claus, San Nikolaus o Papá Noél... aunque lo de los renos no me acaba de cuadrar para alguien nacido por estas latitudes), nos asaltó otro personaje por la calle, esta vez para entrevistarnos para el periódico Hürriyet Milliyet. La web mundial prácticamente se colapsó por la masiva afluencia de lectores a la entrevista, en este sitio o en este otro sitio. Creo que en la traducción al turco, ejem, se perdieron unos cuantos detalles, pero no me quejo, pues parece que nos quita años. Normal, diréis: ¿quien puede creerse al verme que yo tenga los 50 que tengo? Imposible.:-)

Por cierto, que durante este mes de enero celebramos Bego y yo nuestros respectivos cumpleaños. Ambos nos regalamos sendos paseos ciclistas... :-)

Camino a Olympus por la costa
Seguimos pedaleando por la preciosa carretera junto a la costa, con un mar turquesa genial a un lado
y las montañas Tauro o Toros, con algunos picos nevados, al otro. Paramos lo justo para comer, reponer fuerzas y poco más, pero entre una cosa y otra y la subida que nos cascamos desde Karaöz, llegamos a Olympos y a su vecina Çirali ya de noche. Estos últimos metros se nos hicieron eternos, pues nos tocó primero empujar las bicis por la arena de la playa, algo complicado cuando pesan un quintal y se hunden, y segundo, vadear un río, que nos arrastraba con fuerza. Menos mal que las alforjas son verdaderamente estancas...

Antalya nos recibió con una puesta de sol espectacular
Y de ahí hasta Antalya el paisaje es parecido, así que no me repito. Sin embargo, todo lo bonita que es la costa hasta Antalya, se convierte en un horror una vez pasada esta ciudad. No tanto por su geografía, que algo tiene que ver, pues los montes abandonan la costa y se meten al interior, como por el espantoso desarrollo turístico. Súper hoteles, chupi resorts, mega luxury spas y toda tropelía arquitectónica que se os ocurra, la gran mayoría con una decoración penosa con temáticas tipo de las 1001 noches, pagodas chinas, las olas del mar, o cualquier horterada que un creativo con mal gusto pueda vomitar, cubren todo el litoral. Zona de paquete turístico para alemanes, todo el mundo te habla directamente en este idioma.

Tras una noche en Side, cuya turística parte vieja se salva dentro del horror antes descrito, seguimos
Saliendo de Side por la puerta grande
pedaleando a tope para coger el ferry a Chipre en Alanya. En total diez días seguidos de pedaleo... para que no haya ferry desde esta ciudad en esta época del año. En fin, como pedaleando no llegábamos a tiempo al ferry del puerto de Tasucu, los 260km que separan ambas ciudades los hicimos en nuestro primer viaje en bus con ellas, sufriendo por cómo iban las bicis en la zona de equipajes en una carretera con tanta curva (casi seis horas de bus para cubrir 260km). Por suerte parece que no les pasó nada (aunque el subnormal encargado de meterlas y sacarlas las maltrató todo lo que pudo) y llegamos a tiempo.

¡Y por fin al ferry a Chipre!
Esa noche en el ferry el maltratador fue el mar y los maltratados fuimos nosotros, pero aquí estamos, incólumes, en Chipre turco, desde donde os escribimos estas líneas. La idea es pasar en esta isla un tiempo hasta que el crudo invierno del este de Turquía se relaje (mientras escribo curioseo la temperatura por esa zona y las mínimas son de 19 bajo cero, brrrr) y podamos volver a Tasucu y pedalear sin congelarnos hacia Irán.

Un abrazo


Bastante más nieve de la esperada entre Balikesir y Esmirna

Nubes curiosas con el reflejo del anochecer
Que el anochecer te pille en carretera, no siempre es malo
De la nieve al sol en un día
Templo en Bérgamo
Las vistas desde lo alto de Bérgamo
El pizzero probando mi bici, de la colección "Avisa siempre a quien pruebe tu bici si tienes unos frenos muy potentes!"
Reciclando
Olivos y olivos al borde del mar
La torre del reloj en Izmir
Tres turcas haciéndose un "selfie" en Izmir
Anochecer en Izmir
Ruinas de Éfeso
Teatro en Efeso...
...y teatro en Mileto
Solos en Mileto
Hora de recoger las últimas aceitunas
Carreteras secundarias gozosas
Lago de Koycegiz, unos pescando y otros entrenando, sin importarles la amenaza de lluvia
Tumbas de Kaunos en Dalyan
De nuevo solos, esta vez en las ruinas de Kaunos
Árboles frutales anegados
"Pide" o pizza turca, un plato muy socorrido y sabroso
Bego Tour en venta en Fethiye :)
Llegando a Oludeniz con el anochecer
Dejando atrás la playa de Oludeniz
La mejor subida en Turquía hasta la fecha
Y curva tras curva tras curva, interminable
Las vistas al valle al otro lado del puerto
Hay paisajes difíciles de creer que sean turcos
La costa está rodeada de montañas de hasta 3.000 metros, un paisaje increíble
¿Un búnquer? No, una cisterna para recoger agua para el ganado
Solos en las ruinas de Patara
Patara, a pesar de haber visitado ambos Turquía antes, ni nos sonaba el nombre, y qué lugar!
¿Hemos dicho que estábamos solos?
Todo el suroeste de Turquía está lleno de invernaderos
Cerca de la costa...
Placeres de pedalear todo el día. Otra puesta de sol cercana.
Arcoiris. Dos minutos antes estábamos guarecidos en una parada de autobús.
Camino de Uçegiz
Es El Ejido? No, es Demre, otro lugar plagado de invernaderos de tomate y pimiento
Los apicultores del norte de Turquía se traen sus "cajas" al sur a pasar los peores meses del invierno
Qué pequeñita soy frente a esas montañotas....
Acercándonos a Antalya
A ver quién saca el hornillo con menús de tres platos y té por menos de tres euros
Oh oh...
El de seguridad del tranvía de Antalya no dejándome fotografiar el tranvía de CAF, a mí! :)
Se me olvidaba esta foto del móvil, el peluquero haciendo un Hugo-Kebab!

8 comentarios :

  1. Al principio daisis penita tanta nieve y frio. Pero luego vaya tiempazo y que fotos más preciosas :) Seguro que seguís disfrutando relajados y felices. Pues nada, que os dure. Por aquí tenemos unas ganas de sol que nonos podéis imaginar. También llegará. Muchos muxus a los dos.

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  2. Al principio daisis penita tanta nieve y frio. Pero luego vaya tiempazo y que fotos más preciosas :) Seguro que seguís disfrutando relajados y felices. Pues nada, que os dure. Por aquí tenemos unas ganas de sol que nonos podéis imaginar. También llegará. Muchos muxus a los dos.

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  3. Habéis vuelto al continente de Mustafakemalpasa?
    Jaja.
    Bego,muy bueno lo del Hugokebap.
    Por aquí ya ha salido el sol,por fin!
    Buen viaje y un abrazo.

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    1. Muy buena tu foto con el cartel de Mustafakemalpasa hace ¿casi 30 años? Qué fuerte...

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  4. En Kızıltepe a 6ºC, con lluvia que cae, a 6km de Siría, con bombas que si no veis caer, casi las oiréis, impresiona ver la linea horizontal de vuestra ruta que cruza el Eufrates y el kurdistan turco.
    Ruta horizontal paralela al sur con la frontera del caos.

    Que veis? Qué sentís? Se vigila al turco, al kurdo, al sirio? Está militarizado? Tranquilo? Hay militares occidentales(OTAN,...), además de turcos? Hay-veis campos de refugiados, familias de escapados por las calles y puebles?
    No me extiendo en más preguntas. Simplemente, contadnos algo de lo que veis, sentis, imaginais.

    Fuerte abrazo!!!

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    Respuestas
    1. Mira que me vas a hundir mi próxima entrada en el blog...:-) Efectivamente, estamos muy cerca de Siria, pero por la frontera, aparentemente gracias a la acción de los kurdos, la cosa está muy tranquila. Incluso hace unos días se celebró en Kobane -ciudad fronteriza en Siria y escenario de enfrentamientos entre IS y los kurdos- el Navruz, la fiesta de año nuevo kurda. Estuvimos al día siguiente de la celebración con unos políticos en Urfa hablando sobre esa zona y nos confirmaron que todo estaba en calma.

      Sí que hemos visto campos de refugiados y todos los días te encuentras a sirios (hace unos minutos me ha cortado el pelo un peluquero sirio). Unos están de paso (un chaval sirio me dijo que dentro de cinco meses esperaba que le trasladaran a Europa), otros ya más integrados. Lo cierto es que en esta zona son casi los únicos que hablan algo de inglés, así que suele surgir el contacto. En ciudades como Sanliurfa se les puede distinguir por sus vestimentas o pañuelos, pero en general si no te lo dicen, yo no sé distinguir a un kurdo de esta zona de un sirio.

      En las carreteras se ven también bastantes controles policiales, pero parece (digo parece porque la explicación que me dieron fue en turco...) que los polis están para controlar a los kurdos. Es posible que la celebración de Navruz, que otros años ha visto follones entre el millón de asistentes en Diyarbakir o los miles de espectadores en otras ciudades, haya aumentado los controles. Lo podré confirmar en los próximos días.

      Lo que sí sentimos...es que hace un frío del copón. Dejamos hace unos días el Mediterráneo en camiseta... y anteayer nevó en Mardin, donde estamos ahora. Esperemos que mejore...

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  5. Otra pregunta:
    En todo el viaje, Qué fotos tan bonitas de cielos, nubes, colores.....
    Las filtrais, tratais, intensificais colores?
    Qué bonitas hay!!!

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    1. No te voy a desvelar aquí todos los secretos de la artista, pero sí, además del trabajo de elegirlas, recortar alguna, etc. Bego las sube a Google, y Google automáticamente te las "retoca", una caña.

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