En la última entrada de este apasionante relato viajero :-) os contábamos cómo, tras mes y medio en India, la sensación de finalmente llegar a este país se materializó cuando descendíamos de las montañas hacia el calor, el ruido, el tráfico, la suciedad, la pobreza, los olores y, en fin, el fenomenal caos indio. Caos que por un lado -será nuestro lado masoquista- nos gusta por su intensidad y autenticidad -¿qué sería de India si se pareciera a, no sé, Suiza?-, y por otro nos lleva por el camino de la amargura, con tantas situaciones frustrantes y cabreantes. Sin duda, los indios son capaces de lo mejor y de lo peor...
Un indio que vive en EEUU desde hace 25 años y ahora se dedica al coaching y a escribir libros de autoayuda nos dijo que el problema es que, a pesar de la tan extendida espiritualidad india que promulga el amor al prójimo y al universo que te rodea, el indio no empatiza, no se pone en la piel del vecino. Él lo explica por la densidad de población y la histórica necesidad de pelearse contra todo y contra todos para salir adelante, de tal forma que el indio va exclusivamente a lo suyo, en plan apisonadora. Como los chinos, vaya, cuyo ejemplo también usó, y que también hemos sufrido en nuestras carnes. Desde luego esa sensación tiene uno cuando circula por la carretera. El coacher también le echó la culpa al abstracto "sistema", que yo más bien veo como una pobre excusa para evitar responsabilidades individuales.
Un indio que vive en EEUU desde hace 25 años y ahora se dedica al coaching y a escribir libros de autoayuda nos dijo que el problema es que, a pesar de la tan extendida espiritualidad india que promulga el amor al prójimo y al universo que te rodea, el indio no empatiza, no se pone en la piel del vecino. Él lo explica por la densidad de población y la histórica necesidad de pelearse contra todo y contra todos para salir adelante, de tal forma que el indio va exclusivamente a lo suyo, en plan apisonadora. Como los chinos, vaya, cuyo ejemplo también usó, y que también hemos sufrido en nuestras carnes. Desde luego esa sensación tiene uno cuando circula por la carretera. El coacher también le echó la culpa al abstracto "sistema", que yo más bien veo como una pobre excusa para evitar responsabilidades individuales.