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22 de febrero de 2019

México (2): México mágico

Poco a poco fuimos abandonando ese norte mexicano que, tal vez por su mala fama, tal vez por la novedad, tal vez por su belleza agreste y su gente amable y generosa, tanto nos estaba gustando. Entre todos los muchos que tan bien nos trataron estuvieron Alberto y Ana. Alberto, un joven y moderno menonita de blanca piel y rubicundo cabello (él y los de su grupo parecen absolutamente fuera de lugar en esa parte del mundo), nos llevó a su casa tras descubrirnos tomando algo en uno de los restaurantes menonitas de esta zona, todavía en el estado de Chihuahua. Zona con nombres relacionados con su origen, con sus deseos de superación o de objetivo soñado como Nuevo Ideal, Hamburgo o Valle Hermoso. En Chihuahua viven actualmente unos 100.000 miembros de este grupo religioso, grupo en crecimiento pues son más prolíficos aún que los mexicanos. De hecho, mucho más: la madre de Ana, por ejemplo, tuvo 19 hijos, aunque cinco murieron al nacer. Según Ana hija, el comentario de Ana madre sobre los cinco niños que murieron al nacer fue un triste "bueno, así puedo descansar".

16 de febrero de 2019

México (1): Una piedra en el camino...

... me enseñó que mi destino era rodar y rodar, rodar y rodar...

Tras asegurarnos -por insistencia de Bego, menos mal-, de que los de inmigración de EEUU (lo que en México llaman "el otro lado", algo que recuerda al vasco "iparralde") nos sellaran el pasaporte al salir del país, entrar en México fue sencillo. Tanto, que entramos sin pasar por inmigración y tuvimos que volver a que, nuevamente, nos sellaran el pasaporte, esta vez con el sello de entrada. Además del sello uno tiene que pagar 533 pesos (aprox 23€) al entrar por tierra a uno de los estados mexicanos del norte. Si no lo llegamos a pagar, la de inmigración me aseguró que de ser interceptados por la policía, hubiéramos sido deportados. Lo dudo muy mucho, pero más vale prevenir que curar.

Como hacemos a menudo que llegamos a un país, decidimos quedarnos en la población fronteriza un par de noches y así tomar un primer contacto con la comida, la moneda, las gentes y sus costumbres. Ambos habíamos visitado México en el pasado, pero ya habían transcurrido unos quince años desde la última visita, de tal forma que muchas cosas eran casi nuevas para nosotros.