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14 de agosto de 2015

Sobre montañas, caballos, yurtas y lagos: pedaleando por Kirguistán

Nos despedimos de Tayikistán durmiendo en tierra de nadie, entre las fronteras de este país y Kirguistán. Los 20 kilómetros que separan una de otra y en donde vimos un par de granjas habitadas (¿qué nacionalidad tendrán esos granjeros?) son una preciosidad y ya se empieza a ver el cambio de paisaje. Sigue habiendo muchas y muy grandes montañas, pero frente al aspecto lunar o marciano del último tramo de los Pamires, estas son verdes (presagio de que llueve más por estos lares), aunque más allá estén blancas de nieve en pleno agosto. No en vano, muy cerquita hay varios picos de seis y siete mil metros de altura, entre ellos el bastante asequible y accesible (tanto de dinero como de dificultad) Pico Lenin. Nos planteamos su ascensión, pero los programas de aclimatación son de 20 días o más... y lo dejamos para otra ocasión.

Más yaks
Nada más entrar a Kirguistán vimos las primeras yurtas (esa especie de grandes tiendas de campaña circulares más o menos fijas, más o menos transportables, de los nómadas de esta parte del mundo) rodeadas de manadas de caballos. ¿O son rebaños cuando están domesticados? También hay ovejas y, más exótico, yaks. Niños de mejillas sonrosadas a lomos de caballo nos asaltaron con el "hello!" habitual, todo muy bucólico y pastoril. Faltaba la sexta de Beethoven sonando en el valle para que todo fuera de película.

Pasamos la primera noche en Sary Tash, en un homestay (alquiler de habitaciones en casas de gente local, generalmente con derecho a desayuno y cena) en donde conocimos a Pascal y Anne, una pareja de franceses que recorren la zona
Puerto camino a Osh
a pie. Es su tercer verano por aquí. Siempre hay gente más loca que tú, pensamos. Entre otras cosas los franceses nos dijeron que en Osh se pueden encontrar croissants, caracolas y pan decente, así que estamos impacientes por seguir camino hacia esta milenaria ciudad. Tal vez por eso, tras un día que sufrimos un fuerte viento en contra y que solo hicimos unos 50km, la siguiente jornada nos pegamos una paliza de casi 130 km para llegar a las pastelerías..., quiero decir, a Osh.

Descansamos varios días en esta ciudad, la segunda del país, recuperando energías y kilos (a pesar de que la bollería nos decepcionó bastante, supongo que teníamos demasiadas expectativas), visitando el bazar, no visitando ninguna de sus atracciones turísticas (para nuestro descargo y tranquilidad de conciencia, no muy relevantes), así como encontrándonos con otros cicloturistas. Uno de ellos nos regaló un par de cámaras para la bici:
Paisajes camino de Osh
yo había roto -esto es, sin posibilidad de reparación- nada menos que tres cámaras en los dos días anteriores a llegar a Osh y no pudimos encontrar sustitutas en ninguna tienda o bazar de la ciudad. ¿Va a ser realmente un problema eso dé llevar ruedas de 28"?

De la sureña Osh hay varias maneras de ir hacia la capital, Bishkek, al norte. Tras muchas dudas abandonamos la opción de la carretera principal -que debe de ser bonita y por la que cruzas tres puertos y un peligroso túnel sin ventilación en el que algún ciclista ha fallecido ahogado por los humos de los coches- y nos decantamos por la más dura, la que va por los lagos Sung Kul e Issy Kul, a través de más de 11.000m de desnivel acumulado y caminos sin asfaltar, a base de grava, grava corrugada para más inri. Pero se supone que los lagos son la quintaesencia de Kirguistán, así que...

Nómadas en el lago Kul (Song Kul)
Para situaros, Kirguistán es un país de 200.000km2 y casi 6 millones de habitantes, históricamente nómadas dedicados al pastoreo, ahora más "asentados", aunque muchos todavía hacen la trashumancia entre los pastos de verano e invierno. Cubierto en un 80% por montañas (muchas de ellas a fe mía que muy grandes), es a veces llamada la "Suiza de Asia Central" y es el país del mundo más alejado de cualquier océano. Todos sus ríos desembocan en lagos cuyas aguas no llegan a ningún mar, formando una especie de circuito cerrado.

Kirguistán era la segunda república más pobre de la URSS, y es el segundo país más pobre de Asia Central, con un tercio de sus habitantes por debajo del umbral de pobreza.

Acampar, comer sobre una mesa, y dormir "limpitos". Un lujo.
De camino nos encontramos con lo que parece que es norma: la mitad de los kirguizos son majos y la otra mitad, en fin, no tanto. La primera noche nos la dejaron pasar junto a una especie de gran piscina: no nos permitieron pagar por pegarnos unos cuantos baños y todo fueron facilidades y sonrisas. La siguiente noche en un hotel de Jalal Abad, bueno, todo fue "niet!" a cualquier favor que pidiéramos. Parece que todavía queda algo de mentalidad soviética por ahí.

Se supone que Kirguistán es de lo más democrático que hay por la región, aunque a veces te sorprende con leyes como la de 2013 que prohíbe a las menores de 23 viajar al extranjero sin la compañía de un padre o "guardián", con el fin de "preservar la moralidad y los genes nacionales". O esa otra de 2014 que impone penas de cárcel a los activistas de los derechos de los homosexuales o a aquellos periodistas que crean "una actitud positiva hacia relaciones sexuales no tradicionales".

Será de los que secuestró o de los que conquistó a su esposa?
Pero hay cosas peores. A pesar de ser ilegal, en Kirguistán todavía se practica el "ala kachuu" (literalmente, coger y huir) o, en román paladino, el secuestro de la novia. Y estos raptos no son anecdóticos: aproximadamente la mitad de todos los matrimonios en Kirguistán incluye el secuestro de la novia, de los cuales dos tercios son sin consentimiento. Esto es, la cosa varía desde el extremo más salvaje (la secuestro, la violo y así me caso con ella porque es lo único "aceptable" socialmente tras todo lo anterior), hasta una especie de tradición (una pareja de novios decide tener relaciones, el novio "secuestra" a la novia con su consentimiento, tras lo cual el asunto es presentado a los respectivos padres como un hecho consumado). Pero dos tercios, insisto, son sin consentimiento. Muy fuerte, ¿no? Y, aunque sea ilegal, el ala kachuu raramente se persigue, en buena medida porque en el medio rural en donde se estila esta práctica es habitual un sistema judicial
Paisaje clásico de Kirguistán
dirigido por consejos de mayores y tribunales aqsaqal (tribunales locales de familia o de paz) que no toman en serio estos raptos. De hecho, no es raro que los miembros de estos consejos y tribunales sean invitados a las bodas y que intenten convencer a la familia de la novia que lo acepte.

En fin, volvamos a nuestras cuitas personales. El camino hacia los lagos era duro de verdad -más que por los muchos, muy empinados e interminables puertos, que también, por el bacheado, corrugado y gravoso camino, esos caminos que, como dice otro cicloviajero, te hacen abandonar cualquier esperanza de tener descendencia- y decidimos tomarnos una jornada de descanso en Kazarman. Este pueblo se queda aislado todo el invierno porque está rodeado de puertos -esos que nos ha tocado subir- que se cierran con las primeras nieves.

Un WC, éste en concreto de lujo, pintadito y todo
Las noches que no acampamos las pasamos en homestays. En general son cómodas, y la comida, aunque repetitiva (casi siempre los laghman, esa especie de sopa de fideos con tropiezos) e indigna de premios gastronómicos, es correcta. Lo peor es la parte del aseo. Las duchas, cuando existen, están bien..., pero no siempre existen. Los wc son lo que los ingleses llaman muy descriptívamente un "long drop", esto es, un agujero en una tarima sobre el que el acuclillado sujeto hace sus necesidades en una "larga caída" hacia un depósito excavado en la tierra. A veces, desgraciadamente, el "drop" no es suficientemente "long" y el lugar apesta potentemente; o los anteriores usuarios no tienen buena puntería y la tarima está asquerosa. O ambas. En fin, ya lo de decía un tal Fadiman: "Cuando viajas, recuerda que un país extranjero no está diseñado para que tú estés cómodo. Está diseñado para que sus gentes lo estén". Pues eso.

Primero de los cuatro (c-u-a-t-r-o) puertos gigantescos entre Osh y el lago Song
Tras una noche de acampada, un desayuno a base de gachas y un sorprendentemente buen redesayuno con café de verdad (la pregunta de "¿queréis expresso, capuccino, latte?" nos dejó estupefactos) pan, bollería y mermeladas comme-il-faut en una casa perdida de un poblacho perdido, iniciamos el ascenso al penúltimo puerto; la ruta siempre se guarda un puerto más en la recámara. Decidimos que no lo íbamos a poder subir en un día, así que nos lo tomamos con calma y acampamos pronto en un bosque, junto a un río, a los pies de la última cuesta antes del lago.

Paisajes del lago Song
Todas estas penalidades e incomodidades merecieron la pena. Song Kul es un lago a 3.000m de altura, rodeado por una extensa pradera o jayloo en kirguís con una cuantas yurtas y un montón de caballos, algunos rebaños de ovejas, grandes bandadas de cuervos (córvidos, me corrige Bego) y un buen número de borrachos, todo ello rodeado de montañas, algunas de ellas todavía con nieve en agosto. El paisaje va cambiando con las horas del día y los cielos también, con un cielo azul en retirada ante un oscuro conjunto de nubes en plan Mordor que presagian tormenta.

Lo mencionado de los borrachos, aunque en general abundan en Kirguistán, supongo que se debía a que ese fin de semana se celebraban junto al lago partidos de  Ulak Tartysh, esa mezcla entre polo y rugby en la que dos equipos de cuatro jinetes cada intentan llevar el cuerpo decapitado de una cabra al kazan contrario, una especie de portería circular, en un campo de 200m x 80m, a lo que el equipo contrario se opone con uñas, dientes, fustas y lo que haga falta. Desgraciadamente llegamos tarde para ver el partido y solo pudimos ver otro "deporte" ecuestre, el Kyz Kuumai, en el que un jinete persigue a una amazona para conseguir un beso de ella. Si no lo consigue, ella puede perseguirlo dándole de latigazos. Edificantes y muy formativos deportes los de estas gentes.

Realmente el amor que se profesa por los caballos en Kirguistán es especial y parece que todo el mundo cabalga. Y el ver manadas de caballos en libertad en estos paisajes le produce a uno una sensación especial.

Recogiendo todo empapado en un descanso de lluvia
Tras una lluviosa noche de acampada junto al lago y un desayuno resguardados bajo la tienda, el cielo se abrió un poco, pero solo para despistar. Una tromba de agua al poco tiempo de empezar a pedalear nos dejó empapados como chitos. Para colmo, los caminos de Tayikistán y Kirguistán habían pasado factura a nuestras bicis: Bego con problemas en la dirección y en los frenos y yo sin freno trasero, con el sillín un tanto perjudicado por un tornillo roto, los pedales haciendo ruido en cada pedalada, un poema. Con todo lo anterior, más la tienda empapada, ese día nos pegamos una paliza contra el viento y la lluvia para llegar a Kochkor y dormir en una cama. Una cama de un cuarto que, dado que todos los hoteles estaban completos (¿se había corrido la voz de nuestra llegada?), tuvimos que compartir con una coreana bastante rara y con graves problemas de aerofagia..., pero cama al fin y al cabo.

Camellos con sus crías
Saliendo de Kochkor las montañas están más peladas. El lago/embalse Orto Tokoy nos invita al baño, pero entre la tormenta que se avecina y que queremos llegar a tiempo al tren a Balichky, pasamos de largo. Justo enfrente un rebaño de camellos (sí, de los de dos jorobas) también pasa bastante de nosotros, pero se dejan observar desde cerca.

En Balichky, una ciudad no muy atractiva junto al lago Issy Kul, lago que con sus playas de aguas caribeñas es el destino vacacional de kirguizos, kazajos y rusos, tomamos un tren a Bishkek. Es un tren que funciona  solo en verano y que tarda  unas 5 horas en llegar a destino, pero como nos han dicho que la carretera no es atractiva, tenemos la bicis maltrechas y no tenemos prisa...

179 kms que muchos cicloturistas nos recomendaron hacer en tren....
En Bishkek paz y relax, dentro de un orden. Teníamos que sacar el visado de India, que en principio solo nos concedían para tres meses cuando lo que nosotros queríamos era un visado para seis meses. Bego, siempre llena de recursos y cabezota como nadie, le escribió al Embajador, que por suerte había pasado su destino anterior en Madrid..., y ¡bingo!, funcionó :-). De hecho hasta tuvimos audiencia con el Embajador, luciendo nuestras mejores galas.

Como hemos dicho, nuestras bicis también necesitaban cuidados. La dirección de Bego no está del todo fina, pero de momento, a falta del repuesto adecuado, así se queda. En mi bici, un tornillo de mi sillín estaba roto y, ante la pasividad de Brooks (servicio al cliente no ya penoso sino inexistente) un "artesano" local me fabricó un tornillo nuevo,
Nos fabricó en un viejo torno un tornillo de cabeza muy especial
gratuitamente para más señas. Claramente, un kirguizo de los majos. La reparación (realizada por un kirguizo de los no tan majos) de mi freno trasero duró 24 horas y al final los de Fahrradmanufaktur (buen servicio al cliente) se enrollaron y me enviarán un freno nuevo a India. Para salir del paso coloqué un freno en V estándar que, la verdad, frena muy bien...,

Desde Bishkek también hicimos una escapada al cañón de Ala Archa, en una zona de montañas a solo 28km del centro. La verdad es que tener glaciares y montañas nevadas de hasta 4.500m tan cerca de la capital es una gozada. Curiosamente y a pesar de haber pasado 14 meses pedaleando casi diariamente y tener las piernas como rocas, al día siguiente estábamos con unas potentes agujetas en las piernas....

Palicilla para visitar un glaciar. Valieron la pena las agujetas
Y por fin llegó el día de partir. Como el visado de Pakistán solo se concede en la embajada del país de residencia y las fronteras entre China e India están cerradas, no tenemos más remedio que volar, algo que no estaba en nuestros planes. Además de que desvirtúa un poco la filosofía del viaje, nos da mucha pereza eso de desmontar y empaquetar las bicis, siempre temerosos de que las estropeen en el transporte. Pero bueno, no hay otra, así que taxi, aeropuerto y a pasar un simpático finde entre vuelos y aeropuertos, primero a Delhi y después a Srinagar en Cachemira.

Nos han quedado muchos lugares por visitar en Kirguistán, un muy completo país. Habrá que volver.

Un abrazo
Qué maravilla que no encontráramos leche en polvo y tuviéramos que llevar leche condensada en lata, de la que no se puede cerrar y tienes que desayunar el bote entero!! Ñam, Ñam!!
En lo alto del último puerto de más de 4.000m en los Pamires, éste en tierra de nadie, entre Tayikistán y Kirguistán
Bajando el último puerto hacia Kirguistán
222 kms a Osh
Marmotas y más marmotas. Gorditas, preparándose para el invierno
Dejando los Pamires atrás
Adiós Pamires
Tierras fértiles para el ganado
Los primeros de montones de nómadas que hemos visto en Kirguistán
Niños nómadas
Mantis (raviolis) en Kirguistán, estábamos salvados
En las tiendas de Kirguistán el alcohol abundaba más que en los otros "stanes". Este era el día después del último día de Ramadán (festivo), y el pueblo entero estaba de resaca. La niña de la izquierda (¿ocho años?) era la tendera ese día.
Adiós a Sary Tash, el primer pueblo de Kirguistán. En días sin nubes ni niebla, se ve el Lenin (7.134m)
Camino de Osh
Época de albaricoques
Pedaleando a esa velocidad a la que se ven mariposas
Filtramos hasta el agua de los pozos
Conseguir una tarjeta SIM local no es nada complicado, se la cambias por una SIM tayika al primer viajero que ves entrando en Tayikistán. Ahora, hacerte entender para cargarla...eso ya es otra historia.
Gorro kirguizo en el fantástico bazar de Osh. De fieltro. Y muy usados fuera de las ciudades
Hugo conversando con la vendedora de frutos secos en el bazar de Osh. En qué idioma?, os preguntaréis alguno. En perfecto alemán. Nos contó que antes había hasta cuatro colegios alemanes. Y es que en este país hay una minoría alemana, que vino por aquí en tiempos de Stalin.
Acompañando a un ataúd a su lugar de descanso
País pobre, país de grandes diferencias
En Kirguistán son muy imaginativos con los contenedores
Pedimos el famoso plov de Asia Central, que sólo lo conocíamos en variedad arroz y cordero, y nos sirvieron la versión humilde acorde al lugar donde estábamos, fideos con huevos duros. Y la verdad es que nos gustó.
Todo el día en la calle, qué mal se está
Kilómetros y kilómetros de carreteras de montaña sin asfaltar, y un puerto detrás de otro. Palicilla.
Paisajes que lo compensan todo
Potros a tutiplé
Mientras en verano los animales pastan en lo alto de las montañas, en los valles recogen y almacenan la hierba para el invierno.
Montañas de mil formas
Peluquería montada dentro de un contenedor en mitad de la calle. Corte de pelo por 100 som, menos de 1,5 euros.
Ya os he enseñado antes los lavabos de Asia Central. Más. Me encantan :)
Montañas que parecen de felpa.
Tumbas en medio de la nada
Montañas que parecen cortadas
Baches, corrugado, cantos rodados... kilómetros difíciles sobre superficies difíciles
Algunos ya sabéis que soy experta en helados, por algo Hugo confiesa haber comido más helados en su primer verano conmigo que en todos los años anteriores juntos. He aquí un descubrimiento a tener en cuenta: helado recubierto de semillas de sésamo y relleno con semillas de amapola. Buenísimo
Tenderas en una tienda escondida de un pueblo. Pregunta común: y de dónde sacáis el dinero? Pues del bankomat (cajero), de dónde va a ser!!
Ciclistas curiosos
Por fin venía un tramo llano!
Un tramo llano que duraba bien poco
No soy de sacar fotos a flores, pero en Kirguistán hay tantas y tan diferentes!! En estas las abejas tenían para un buen rato...
En Riglos. No, perdón, en Kirguistán
Comenzando el tercer puerto entre Osh y Song Kul
Nómadas intentando convencernos para que nos quedáramos a dormir con ellos. Dormir? Si todavía son las 11 de la mañana!!
Después de toda subida.. viene una bajada. Esta fue simplemente grandiosa (aunque sin freno trasero, Hugo no la disfrutó tanto)
Y eso que el día no estaba despejado
Miraras donde miraras, parecía todo dibujado
Y más bajada...
Y más...
No nos llovió todos los días, pero  muchos amenazaron con hacerlo
Corriendo a montar la tienda... por si las moscas
Más flores curiosas
Y digo yo... por qué le llamaran la Suiza de Asia a este país?
Subienda al puerto de Moldo, el cuarto y último para llegar al lago Song
El valle por donde habíamos llegado al pie del puerto
Pero no hay puerto que se nos resista
Cerca del lago Song
Nómadas en el lago Song
Las planicies del lago o jaloos
Desmontando una yurta. Las varillas rojas que sostienen el techo están representadas en la bandera de Kirguistán. En la bandera, esta especie de rayos en número de 40, también representan a los 40 clanes del Manas, un héroe legendario que unió 40 clanes regionales contras los uigures. Kirguis quiere decir "Somos 40".
Las máquinas aguantando....
Público de deportes regionales. Hasta los bebés van a caballo...
Mientras esperábamos la acción entre caballos, hice una amiguita de unos diez años que también hacía yoga, pero sin saberlo, una máquina. Se nos juntó también un niño de unos 8 años, que nos hizo un cuervo! Mucho yogui por aquí...
"Tienda" del lago Song
El lago Song. Colores plomizos anunciando la tormenta que venía
Mordor
Menos majestuosos que los caballos..., pero más ricos (Hugo dixit)
De verdad nos vamos a quedar a acampar aquí?
De verdad
Manadas de caballos llegaron solos a última hora del día también a la orilla del lago. Un lujo compartir el anochecer con ellos.
A ver si cambiamos la portada del blog, Asia Central lo está pidiendo a gritos
Día gris, y ni aún así los paisajes desmerecían
Un último puertecillo inesperado que me dejó muerta camino de Kochkor, un día en el que no podía rendirme, sin comida y con la tienda de campaña empapada, convencidos de que íbamos a lograr llegar.
Y cuando ya sí solo sí era todo bajada, y después de diez días pisábamos de nuevo asfalto, y tan solo quedaban 41 kms, entonces apareció mi enemigo número uno, el viento, que no solo me frena sino que también me come la cabeza y me vuelve loca. No sé ni cómo llegué. 
Algo curiosísimo de Kirguistán son los cementerios. Tengo decenas de fotos. En tiempos soviéticos y de prosperidad, cuando los nómadas perdieron movilidad, comenzaron a construir una especie de "palacetes" para sus muertos, mezclando la veneración a animales y a la naturaleza anteriores al Islam, con arquitectura islámica. En un mundo que en teoría era igualitario, ésta era la manera de mostrar el poderío de algunas familias. En los últimos veinte años, con el declive económico, se ha vuelto a la clásica lápida sencilla.
Lago Orto Tokoy en las afueras de Kochkor
Cuando la tormenta es segura, relájate y disfruta
Un snack favorito en Asia Central.  Pipas peladas y convertidas en barritas con un poco de sirope. Pura energía.
Qué ganas tenía de verlos.
Acercándonos al lago Issy (Issy Kul)
Un cubo de albaricoques por 120 som (menos de dos euros). Tuvieron que sacar el cuaderno y tuvimos que explicarles un poco de "mates" para que por 10 som nos dieran una docena de ellos
Este STOP (CTON) seguro que alguno ni lo ve. Llamativo no ver el clásico octágono rojo
 En general en todo Kirguistán nos respetan muy poco a los ciclistas, y en particular, en Bishkek la conducción es muy agresiva. Estos dos se quedaron así tras un choque delante de nosotros. No entendíamos qué se decían, pero escalofriantes los gritos que se pegaron.
En Europa nos hubiéramos sentado sobre donde ellos tienen los pies. Qué habilidad para pasarse horas así. Pensar que ésta es una postura de yoga no tan sencilla de permanecer para mucha gente! Y en general las parejas no se mezclan: rusos con rusos, kirguizos con kirguizos, uzbekos con uzbekos....
A tan solo media hora de Bishkek, una ciudad de casi un millón de habitantes, esta el parque de Ala Archa, donde disfrutar de animalitos como este.
Glaciares accesibles muy cerca de Bishkek
Montañas de 4000 metros con mucha nieve aún en su cara norte
El mercado de Bishkek. Panes a 30 céntimos de euro
Un taxi funcionando como puesto de venta de sandías. Difícil pensar que pueda sacar algo más así, a 7 céntimos de euro el kilo de sandía....
En Kirguistán también hemos conocido a cantidad de cicloturistas, aquí arriba alguno de ellos: Radu de Rumania y Espaska de Bulgaria, la americana Kai con un proyecto muy chulo (https://www.facebook.com/silkPEACEcycle) de recorrer 5000 millas y conseguir 5000 sonrisas, el concienciado escocés Alistair, con sólo una bolsa de equipaje, dispuesto a volver pedaleando a Escocia en un par de meses con su equipo de segunda mano o regalado, y James, otro de los muchos ingleses jóvenes que hemos conocido, como Josh, de quien no tenemos foto pero sí su blog (http://joshcunninghamcycling.co.uk/)

9 comentarios :

  1. Cada día mas soprendido, me encanta que compartáis esa felicidad y experiencia. (juego con Diego a recorrer en el mapa vuestras andanzas y de paso vemos fotos de los lugares que habéis pasado)
    Abrazos y besos

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    1. Cuidadito que te quedas sin nietos! El hijo de un amigo de la edad de Diego ya ha decidido que él tampoco va a tener hijos para poder ir a dar la vuelta al mundo en bicicleta!! Abrazotes de vuelta

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  2. gracias por compartir los paisajes y experiencias! qué sigáis con buen viento en cola!

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  3. Muy chulo todo... aunque no tanto como la requetechupi S.Grande de S.Sebastián que todavía disfrutamos... espero no os muráis de envidia

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  4. Hola Bego,
    Nosotros ya que por el momento no podemos viajar a estos lugares remotos (por el pequeño detalle de tener 2 niñas, por el momento pequeñitas.. espero que crezcan pronto jajaaja...), de vez en cuando viajo un poco con vosotros a través de la lectura y la imaginación. Gracias por hacerme un poquito más amena la vuelta de vacaciones a CAF!!
    Aloña Mingo (te saluda Asier tb.)

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    1. Hola Aloña y Asier! Ya me he acordado alguna vez de vosotros viendo en el mapa las Altair, y cuando lleguemos a Nepal tendré que mirar aquella ruta circular al CB del Everest que tenía Asier en la cabeza. A esas dos peques seguro que en nada las convertís en super montañeras y ya estáis de nuevo con las mochilas por ahí!

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    2. Ahora escribe Asier. Pedazo paisajes. Envidia sana. En Nepal, Lukla-Gokyo-CB Everest-Lukla. Manda fotos cuando lo hagáis. Nosotros volveremos algún día

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  5. ¿Qué pasa? Casi dos meses sin nuestra ración de lectura... ya os vale. W.

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