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11 de noviembre de 2019

Y colorín colorado...

Bicis, bolsas y nuestros cuerpos serranos, todos llegamos indemnes a Barajas desde San José, Costa Rica, en lo que acababa de suponer el último trayecto en avión de este viaje. Ya estábamos de vuelta en España y nuestra llegada a Madrid suponía el principio del fin. Un principio del fin con estilo, bien sûr: los años de (relativas) penurias y estrecheces no nos habían preparado para nuestra estancia a papo de rey en la madrileña morada de nuestros amigos Íñigo y Cris. Fue sentirse como en casa desde el minuto cero, pero en una casa de lujo, como de lujo fue la compañía.

21 de abril de 2019

Costa Rica: "pura vida"..., pero corta

Cinco kilómetros antes de llegar a la frontera entre Nicaragua y Costa Rica ya empezamos a ver camiones varados en la carretera como si fueran ballenas en una playa. El acuerdo transfronterizo centroamericano está muy lejos del concepto Schengen europeo, y a los camioneros les iba a tocar esperar entre 6 y 24 horas para cruzarla, en función de lo que dijeran los del escáner y los de narcóticos, a veces en busca de una mordida, pero normalmente simplemente haciendo su trabajo. O, si la empresa propietaria de lo que transportas no ha estado viva con no sé qué papeleo, como le ocurrió a Nicolás, el camionero guatemalteco con el que estuvimos hablando, te toca pasarte casi una semana mustiamente parado en la frontera, durmiendo en el camión y comiendo lo que se pueda. En el otro lado de la línea imaginaria, en el sentido de Costa Rica a Nicaragua, más de lo mismo, con larguísimas colas e interminables esperas. Sufrida y frustrante vida la de los camioneros centroamericanos, que pasan más tiempo en labores aduaneras y administrativas que conduciendo.

6 de abril de 2019

Crónicas nicaragüenses

Dos horas y media tardamos en cruzar la frontera entre Honduras y Nicaragua. Desde hace un tiempo se exige un permiso para entrar en el país, que debe tramitarse en línea con una semana de anterioridad. Mal pensado que es uno, suponía que la situación política un tanto "movida" de la que hablaré posteriormente, les había obligado a controlar quién entraba y quién salía de Nicaragua, no fuera a meter las narices donde no debía. Y, sin embargo, este requisito burocrático es previo. De cualquier manera, siendo esto Centroamérica, el despistado viajero todavía puede saltarse parte del proceso y conseguir el permiso en el momento: el jefecillo de turno de inmigración le pedirá un montón de información (por ejemplo, fecha de entrada y salida de todos los países visitados en los últimos meses, buff), alguna que otra fotocopia y cursará el permiso en su nombre.

Nicaragua, el segundo país más pobre de América después de Haití, llevaba diez años creciendo a buen ritmo, cerca del 5% anual, de los mejores de la región. Un clima de consenso entre el gobierno y la patronal, los buenos precios de sus principales exportaciones (café, oro, carne), el apoyo de los organismos internacionales, los más de 500 millones de USD en petróleo al año que recibía de Venezuela, todo remaba en la misma dirección. Mientras tanto, el presidente y exguerrillero sandinista Daniel Ortega y su mujer y vicepresidenta Rosario Murillo iban socavando las instituciones democráticas, cortando la cabeza al que la asomara sobre el orden establecido y construyendo una dictadura. Como una dictadura en un principio da estabilidad y los empresarios ganaban dinero, no había grandes quejas.

29 de marzo de 2019

El Salvador: ¡buena onda!

"Dos pupusas por tres coras, va." La primera en la frente, ya empezamos con esos localismos que no los entiende ni blas. Las pupusas son las tortillas de maíz salvadoreñas. Me encanta su sonoro nombre (pupusa), que uno pronuncia con esas dos pes iniciales como si le estuviera dando un par de besos a la que te lo va a servir. Y están muy ricas, especialmente las rellenas de quesito. Pero, a riesgo de ser crucificado por algún verdadero conocedor de la gastronomía regional, no son nada que no hayamos degustado ya desde que llegamos a México y Centroamérica hace un tiempito. Al final, estas tortillas de maíz rellenas de cosas, sin ser exactamente lo mismo, se parecen mucho a todo el resto de tortillas de maíz rellenas de cosas que uno encuentra por la zona, se llamen como se llamen. Pero bueno, como digo están muy ricas, que es lo que importa. Así que no me extraña que estas pupusas, junto al pollo de la franquicia "Pollo Campero", llenen los ojos de lágrimas morriñeras al más fiero y aguerrido pandillero salvadoreño que lleve un tiempo lejos de su patria. Dicen que los vuelos de San Salvador a EEUU huelen no a pupusas pero sí a pollo, de la cantidad de raciones que los guanacos (el mote que se les da a los salvadoreños, como catrachos a los hondureños o nicas a los nicaragüenses) llevan a sus compatriotas en las bárbaras tierras del norte.

24 de marzo de 2019

Honduras: catracholandia

Así como los guatemaltecos son chapines, los nicaragüenses, nicas y los costarricenses, ticos, los hondureños son catrachos. ¿Catrachos? Según la wikipedia, a mediados del siglo XIX, aventureros estadounidenses, denominados filibusteros, se propusieron convertir a Nicaragua en un estado de la Unión Americana. Los filibusteros tomaron parte del territorio de Nicaragua, controlando el país de forma desorganizada. Los demás países centroamericanos se unieron entonces para luchar contra los invasores. Honduras contribuyó con más de trescientos hombres comandados por el general Florencio Xatruch. A su regreso de los campos de batalla [en donde había vencido a los filibusteros], los hombres del general Xatruch fueron recibidos por los pobladores nicaragüenses como héroes y con frases como: "Ahí vienen los catrachos", palabra mal pronunciada debido a lo complicado de "Xatruch". Y así es como algo mal pronunciado termina siendo el hipocorístico del gentilicio de un país.

15 de marzo de 2019

Belice: diversidad entre jungla y arrecifes

Incluso antes de entrar formalmente en el país el cambio es patente. El color de piel (color negro) de los agentes de inmigración, las rastas de algunos de ellos, su idioma y en general su porte no excesivamente marcial hacen que el cruce aduanero de Guatemala a Belice sea algo más que un cambio de país. Cambiamos también de cultura, de idioma, de historia.

Este país caribeño, una rara avis frente a las raíces hispanas del resto de los países de la región, es un país tirando a pequeñajo, más o menos del tamaño de Galicia y con menos de 400.000 habitantes. Pero lo que no tiene en cantidad de población, lo tiene sobradamente en diversidad. El famoso crisol, vaya.

Para empezar están los mayas, los auténticos indígenas de la zona, fácilmente distinguibles por ser muchos de ellos más anchos que altos y con unas facciones cuadradas muy particulares sobre una piel tostada. Muchos mantienen sus costumbres y lenguas, como el Mopan, Yucatec o Q'eqchi Maya.

Siempre se dijo que los españoles colonizaron las Américas con la cruz, la espada y, en fin, el sexo, así que hay un buen grupo de mestizos (aproximadamente el 50% de la población), esto es, la unión de mayas y españoles. También se llaman ladinos o, confusamente, españoles.

Los africanos, traídos como esclavos a la región al no conseguir sojuzgar a los mayas, componen otro grupo, que también acabó mezclándose con otras comunidades. Los mezclados con europeos dan origen a la comunidad creole o criolla, cuyo idioma es usado por el 70% de la población y que desgraciadamente no hay quien entienda a pesar de estar basado en el inglés. Por ejemplo: "da buk da fu mii" quiere decir "este es mi libro".

10 de marzo de 2019

De Guatemala a Guatemejor

Dice una leyenda maya que los dioses, que no siempre lo hacen todo bien a la primera, intentaron crear al hombre tres veces sin éxito. Sería algo debatible si a la cuarta lo consiguieron o no, pero no seamos demasiado críticos, a ver si se van a deprimir o peor, enfadar.

Primero hicieron los ciervos y otros animales, pero como éstos no podían hablar para ensalzar y honrar a los dioses, decidieron que los animales iban a ser seres que sirvieran de alimento a otros. Pobres.

Después hicieron un ser a base de barro, pero, aunque era capaz de hablar, parece que no tenía ni conocimiento ni entendederas. Los dioses decidieron devolverlo a su estado arcilloso inicial..., aunque se me ocurren unos cuantos que se les escaparon y siguen por ahí.

Para el tercer intento utilizaron madera, pero tampoco les convenció el resultado y destruyeron las tallas. Tampoco fueron muy minuciosos al destruirlas y las que se les despistaron se convirtieron en los actuales simios.

Y por fin descubrieron el maíz e hicieron a los humanos con ese material. Vamos, que estamos hechos unas mazorcas cualquiera y sospecho que ese es el origen de la frase "estás para comerte".

8 de marzo de 2019

México (4) y sus mujeres en dieciséis fotos y un vídeo

Por supuesto que esta entrada tenía que comenzar con ella. Frida Kahlo, el símbolo mexicano por excelencia de la lucha por la igualdad. Dejó claro que estaba en contra de los estereotipos de género y que la forma de vestir o de llevar las cejas no podía venir definido por ser hombre o mujer. Que no le importaba la opinión de los demás en cuanto a sus preferencias sexuales. Que su arte iba de mujeres reales, con sus defectos y virtudes. Que los obstáculos no iban a frenarla. Y que las reglas no estaban hechas para ella.

2 de marzo de 2019

México (3): ¡Viva México, cabrones!

Se le atribuye esta cita nada menos que al héroe de la patria Pancho Villa. Pero también, según el periodista Carlos Albert "Es el grito de guerra del pueblo cuando está festejando, o cuando está enojado, o cuando está contento, o con algunas onzas de más en sus bebidas alcohólicas…" Siempre me ha parecido una frase llena de fuerza a pesar de su simpleza y del contrasentido que encierra... una frase que seguramente solo vale para este país.

Y ya que estamos con citas y dichos, ahí va otro: "Para todo mal, mezcal; para todo bien, también". Oaxaca, a donde dirigíamos nuestras pedaladas, es la tierra del agave o maguey y por ende del mezcal, esa fuerte bebida alcohólica mexicana de la familia del más conocido tequila. Pareciera que todos los campos de este estado estuvieran llenos de estas grandes, carnosas y ligeramente amenazantes plantas. Plantas que, por cierto y confieso mi ignorancia, no son cactus, a pesar de tener una pinta de cactus que se matan. El agave crece en tierras arcillosas y bien soleadas a 1.500-2.000m de altura y tarda de seis a ocho años en madurar. Es en ese momento cuando se extrae su corazón -un pedazo corazón de unos 50kg-, se cuece durante unos tres días, se muele bajo la rueda de un molino tradicionalmente movido por un burro o caballo y se pone a fermentar durante diez días. Una vez fermentado se destila: una única vez para obtener un mezcal de unos 50° o más de alcohol, o dos veces para un mezcal de mejor calidad, por encima de los 45°. Angelitos. Supongo que, si no te gusta el brebaje de marras, lo puedes usar como combustible para el camión.

22 de febrero de 2019

México (2): México mágico

Poco a poco fuimos abandonando ese norte mexicano que, tal vez por su mala fama, tal vez por la novedad, tal vez por su belleza agreste y su gente amable y generosa, tanto nos estaba gustando. Entre todos los muchos que tan bien nos trataron estuvieron Alberto y Ana. Alberto, un joven y moderno menonita de blanca piel y rubicundo cabello (él y los de su grupo parecen absolutamente fuera de lugar en esa parte del mundo), nos llevó a su casa tras descubrirnos tomando algo en uno de los restaurantes menonitas de esta zona, todavía en el estado de Chihuahua. Zona con nombres relacionados con su origen, con sus deseos de superación o de objetivo soñado como Nuevo Ideal, Hamburgo o Valle Hermoso. En Chihuahua viven actualmente unos 100.000 miembros de este grupo religioso, grupo en crecimiento pues son más prolíficos aún que los mexicanos. De hecho, mucho más: la madre de Ana, por ejemplo, tuvo 19 hijos, aunque cinco murieron al nacer. Según Ana hija, el comentario de Ana madre sobre los cinco niños que murieron al nacer fue un triste "bueno, así puedo descansar".

16 de febrero de 2019

México (1): Una piedra en el camino...

... me enseñó que mi destino era rodar y rodar, rodar y rodar...

Tras asegurarnos -por insistencia de Bego, menos mal-, de que los de inmigración de EEUU (lo que en México llaman "el otro lado", algo que recuerda al vasco "iparralde") nos sellaran el pasaporte al salir del país, entrar en México fue sencillo. Tanto, que entramos sin pasar por inmigración y tuvimos que volver a que, nuevamente, nos sellaran el pasaporte, esta vez con el sello de entrada. Además del sello uno tiene que pagar 533 pesos (aprox 23€) al entrar por tierra a uno de los estados mexicanos del norte. Si no lo llegamos a pagar, la de inmigración me aseguró que de ser interceptados por la policía, hubiéramos sido deportados. Lo dudo muy mucho, pero más vale prevenir que curar.

Como hacemos a menudo que llegamos a un país, decidimos quedarnos en la población fronteriza un par de noches y así tomar un primer contacto con la comida, la moneda, las gentes y sus costumbres. Ambos habíamos visitado México en el pasado, pero ya habían transcurrido unos quince años desde la última visita, de tal forma que muchas cosas eran casi nuevas para nosotros.