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6 de abril de 2019

Crónicas nicaragüenses

Dos horas y media tardamos en cruzar la frontera entre Honduras y Nicaragua. Desde hace un tiempo se exige un permiso para entrar en el país, que debe tramitarse en línea con una semana de anterioridad. Mal pensado que es uno, suponía que la situación política un tanto "movida" de la que hablaré posteriormente, les había obligado a controlar quién entraba y quién salía de Nicaragua, no fuera a meter las narices donde no debía. Y, sin embargo, este requisito burocrático es previo. De cualquier manera, siendo esto Centroamérica, el despistado viajero todavía puede saltarse parte del proceso y conseguir el permiso en el momento: el jefecillo de turno de inmigración le pedirá un montón de información (por ejemplo, fecha de entrada y salida de todos los países visitados en los últimos meses, buff), alguna que otra fotocopia y cursará el permiso en su nombre.

Nicaragua, el segundo país más pobre de América después de Haití, llevaba diez años creciendo a buen ritmo, cerca del 5% anual, de los mejores de la región. Un clima de consenso entre el gobierno y la patronal, los buenos precios de sus principales exportaciones (café, oro, carne), el apoyo de los organismos internacionales, los más de 500 millones de USD en petróleo al año que recibía de Venezuela, todo remaba en la misma dirección. Mientras tanto, el presidente y exguerrillero sandinista Daniel Ortega y su mujer y vicepresidenta Rosario Murillo iban socavando las instituciones democráticas, cortando la cabeza al que la asomara sobre el orden establecido y construyendo una dictadura. Como una dictadura en un principio da estabilidad y los empresarios ganaban dinero, no había grandes quejas.

La parejita en el gobierno
Los problemas nicaragüenses (los últimos problemas de los muchos que han tenido en su historia) comenzaron en abril del pasado año cuando el gobierno de Ortega impuso una reforma a la Seguridad Social sin consenso y que tocaba el bolsillo tanto a empresarios como a trabajadores. Fue rechazada por ambos y los jubilados empezaron a manifestarse por las calles exigiendo su derogación, a lo que el gobierno respondió con represión y prohibiendo las manifestaciones (a pesar de ser un derecho constitucional), lo cual provocó mayor rechazo por parte del pueblo. Las protestas estallaron el 19 de abril y, aunque Ortega canceló la ley, el asunto ya se había salido de madre y la gente exigía el fin del autoritarismo. En un lamentable toma y daca, Ortega ordenó atacar con armas de fuego a los manifestantes, con el resultado de decenas de muertos en pocos días. Después creó y armó grupos de paramilitares y se acabó de liar parda: cerca de 500 muertos, detenciones arbitrarias, cierre de medios, torturas, desaparecidos. Todo el mundo está escandalizado, incluyendo EEUU, la UE y los organismos internacionales. Todos menos el desmejorado comandante Ortega (algún tuitero lo ha llamado "el coma andante") y su al parecer bastante odiada vicepresidenta.

Con todo ello obviamente ya no hay ni crecimiento (se espera -2% del PIB este año), ni consenso, ni inversión, ni turismo (600.000 turistas menos, parece que el 80% de los pequeños hoteles ha cerrado), ni dinero de Venezuela (a Maduro no le sobra pasta, precisamente). Se han perdido más de 400.000 empleos y 40.000 nicas han migrado a Costa Rica. Un lío potente.

Y además de políticos corruptos, terremotos, tsunamis y volcanes.
Nada nuevo en este país, diréis, castigado una y mil veces por dictadores y criminales de todo pelo. A las salvajes dictaduras de la dinastía de los Somoza (ejemplificada con el robo de toda la ayuda internacional que Nicaragua recibió tras el terremoto que machacó Managua en 1972) les siguió la revolución sandinista, que empezó muy bien con la reforma agrícola y la alfabetización del pueblo, pero que pronto se convirtió en un régimen autoritario... aunque seguro que la Contra y la CIA no ayudaron al éxito de la revolución. El conflicto armado continuó y muchos nicas emigraron entonces escapando del malquerido Servicio Militar Patriotico o SMP, al que los jóvenes llamaban, con el negro humor característico de la zona, Seremos Muertos Pronto. Sorprendidos al perder las elecciones de 1990 ante Violeta Chamorro, al salir del gobierno los sandinistas se repartieron tierras y bienes del Estado en lo que se conoció -más humor- como la piñata. Al razonable buen gobierno de Chamorro le siguió la cleptocracia exagerada de Arnoldo Alemán, que robó todo lo robable y un poco más. Pero cuando con el tiempo volvió Daniel Ortega al poder -y una vez que tenía controlados a los tribunales-, ambos llegan a un acuerdo: a cambio de impunidad para Arnoldo Alemán (juzgado y condenado por lavado de dinero), una reforma constitucional permitirá ganar la presidencia en primera vuelta con sólo el 35% de los votos, la cota máxima que Ortega había alcanzado en las tres elecciones anteriores, siempre derrotado. Se dice asimismo que acordaron que la oposición se olvidaría de los supuestos abusos sexuales de Daniel Ortega sobre su hijastra. Parece ser un dechado de virtudes, el Ortega este.

De todo ello me hablaba Antonio, un abulense que lleva la friolera de 47 años en Nicaragua, a donde vino a enseñar historia en la universidad y que lo ha vivido todo en este país: Somoza, el gran terremoto, la revolución, la piñata, Arnoldo Alemán, los sandinistas, todo. Obviamente bien informado, se me antojó pesimista sobre algunas cosas, optimista sobre otras, y no me quedó muy clara su postura sobre el futuro nicaragüense, pero es de los que nunca abandona: no cogió el avión que fletó España para evacuar a los españoles tras el terremoto de Managua, ni el que fletó cuando estalló la revolución sandinista, o sea que algo de esperanza tiene que tener para este país.

Nosotros, siempre atentos a las enseñanzas del refranero ("a río revuelto, ganancia de pescadores"), decidimos que era el momento de visitar Nicaragua. A menudo y siempre que no se trate de una guerra abierta, cuando un país o región tiene problemas lo que uno encuentra son pocos turistas, mejores precios y lugareños más agradecidos por tu visita. El win-win famoso: tú te beneficias y a ellos les echas una mano.

Una de tantas hermosas iglesias. En este caso, la de La Recolección de León
Lo que hemos visto del país recorriendo su región del Pacífico nos ha encantado. Un país cuyo más importante mobiliario son las mecedoras y las hamacas, y cuyos tejados han mantenido las tejas frente a la omnipresente chapa corrugada de otras zonas centroamericanas tiene que estar bien a la fuerza. Además, preciosos volcanes a todo lo largo de la costa, inmensos lagos, ciudades coloniales como León y, sobre todo, Granada. Ya dicen los granadinos que "Nicaragua es Granada, lo demás es monte". Estas dos ciudades se fueron pasando la capitalidad del país durante muchos años: cuando ganaban las derechas, Granada era capital; cuando lo hacían las izquierdas, León. Así siguieron hasta que tras muchas vicisitudes y alguna guerra se decidió encontrar una ciudad intermedia y neutral que fuera la capital. Managua, un pueblo de pescadores se convirtió en capital en 1852 y creció hasta los más de 1,5 millones de habitantes que tiene ahora. Esta ciudad es de lo que menos nos ha gustado, a pesar de estar ante un bonito lago con sus volcanes y todo, a pesar de la plaza de la revolución y a pesar de todos esos árboles de metal decorativos que la vicepresidenta se ha encargado de colocar por todas partes.

Me tiró el viento, y caí sobre el codo pocho
No bastaba la energía que nos daba el gallo pinto, que es como llaman en Nicaragua al plato nacional de arroz con alubias (o frijoles o porotos o como queramos llamarlos), para luchar contra el potente calor y, sobre todo, contra el huracanado viento que, mira tú qué casualidad, siempre soplaba en contra. Ambos se encargaban día sí y día también de ralentizar nuestro avance. Este perenne viento es el que permite que haya tantos aerogeneradores junto al lago Nicaragua. Es en este lago, también llamado Cocibolca por los indígenas o "La Mar Dulce" por los conquistadores, en donde se encuentra la isla de Ometepe, una isla formada por dos volcanes unidos por un istmo. Uno de esos volcanes, el más alto del mundo dentro de un lago (hay estadísticas para todo) sigue activo, pero ello no parece estresar mucho a los habitantes de la isla, un bellísimo remanso de paz y tranquilidad, más si cabe ahora que el turismo está de capa caída.

Este lago de agua dulce, unido con el lago Managua por el río Tipitapa (gran nombre), desagua en el Caribe por el río San Juan, mientras que Rivas, en la costa oeste del lago, está a pocos kilómetros del océano Pacífico. Así no es de extrañar que, antes de la construcción del ferrocarril que cruzara EEUU y del canal de Panamá, cientos de miles de pasajeros (Mark Twain entre ellos) eligieran esta ruta para ir de, por ejemplo, Nueva York a California. En barco hasta la costa caribeña de Nicaragua, río arriba hasta el lago y desde Rivas en diligencia hasta San Juan del Sur ya en la costa del Pacífico, para seguir trayecto hasta California. Después el río dejó de ser navegable por la cantidad de sedimentos que dejó en su desembocadura y el canal de Panamá le ganó la partida al proyecto del canal nicaragüense. Actualmente hay un proyecto para hacer un canal, pero muchas dudas sobre que se vaya a llevar a cabo.

Siguiendo los pasos de Mark Twain y de los buscadores de oro en su camino a California pedaleamos de Rivas a San Juan del Sur, un destino de playa y surf que no nos acabó de convencer, tal vez por el ruido de los chiringuitos playeros, tal vez por el turismo. Por lo menos los atardeceres eran espectaculares y con ellos nos despedimos de este gran país al que habrá que volver si Ortega y sus acólitos no lo destrozan antes.

Un abrazo
En los países centroamericanos, igual que en Europa, hay carteles de bienvenida.
Nicaragua, tierra de volcanes. En la foto el de San Cristóbal, el más alto y de lo más activo. El mismo 10 de enero estuvo echando cenizas.
Desde que entramos en Nicaragua vimos gente desplazándose a caballo. Así que no extraña ver en las ciudades tiendas de sillas de montar.
Casas de madera pintadas de colores llamativos.
Por un momento nos teletransportamos a Indonesia, cuando se nos acercaron varias colegialas a pedirnos una foto con ellas.
La recién pintada iglesia de Guadalupe en Chinandega.
Era Miércoles de Ceniza y comenzaba la Cuaresma, así que muchas de las iglesias estaban teñidas de morado.
Una niña nicaragüense que a la salida del cole vendía "chips" de plátano para ayudar en casa. Muy curiosa. Un gusto poder hablar con los niños en esta parte del mundo.
Chinandega fue nuestra primera ciudad en Nicaragua. Cero turismo, cafetines en las plazas, colegiales por las calles, vendedores de helados... 
Pipián. Nombre indígena de esta variedad de calabaza que cultivan en Nicaragua desde tiempos precolombinos. Rica.
¿Sabíais que hay más de cincuenta variedades de aguacate? En la foto no está la variedad Hass, la que más se cultiva en España. Por Nicaragua los aguacates son tan grandes y económicos, que ya nos hemos agarrado algún empacho a base de ellos.
Nicaragua es también un país de piñatas, pero a diferencia de México donde tenían forma de estrella, aquí en Nicaragua les dan forma de animales.
Cuaresma tiene sus ventajas, y es que en el mercado encuentras más de un plato sin carne. En la foto zampando una espectacular sopa de queso acompañada de más queso frito, por 50 córdobas, 1,36 euros.
La religiosidad llevada a los mercados, donde se encuentran altares como el de la foto.
Nosotros salimos inmunes de Honduras, pero mi alforja trasera derecha, no. Me atacó un perro de colmillos tan afilados que rasgó un buen trozo de la alforja. Nada que un zapatero nicaragüense no pudiera coser. Y cubriéndolo luego con la súper cola selladora que llevaba desde Canadá, impermeable de nuevo (esperemos, je, je).
A la catedral de León -Basílica Catedral de la Asunción de León-, se la conoce como "Catedral de la Luz", y recién pintada como estaba de blanco níveo realmente desprendía mucha luz.
Por todo Centroamérica hay locales con mesas de billar abarrotadas de jugadores de todas las edades. De lo más popular.
Algunos extranjeros han invertido en locales puestos con mucho gusto y precios nada excesivos, a los que podían acceder los nicaragüenses de clase media. Un gusto.
"Solo los obreros y campesinos irán hasta el fin". El que fue solo fue Hugo a Managua, de donde es esta foto. Yo me salté dos días de bici para darle oportunidad al codo a recuperarse.
Los pedazo arbolototes de metal de entre 15 y 20 metros de altura que pueblan Managua. La vicepresidenta los bautizó como "árboles de la vida" y se perciben como símbolos de tinte político y pseudoesotérico, por lo que algunos fueron derribados en las manifestaciones de abril del 2018.
La Catedral Metropolitana Santiago Apóstol de Managua, hoy en día Antigua Catedral de Managua, neoclásica y con una fachada parecida a la Saint Sulpice de París. La falta de mantenimiento y los terremotos hacen que en más de una ocasión se haya considerado su demolición.
El gobierno de Nicaragua honró la muerte de Hugo Chávez levantando otro de esos árboles de la vida, en esta ocasión con una imagen del que fue uno de los líderes más cercanos a Ortega y Murillo y benefactor económico de este país.
El estilo colonial de algunas de las iglesias, como en este caso la Catedral Inmaculada Concepción de María, en Granada.
La parte peatonal de la calle La Calzada en la ciudad de Granada, un lugar lleno de terrazas donde relajarse al final del día.
Las cervezas nicaragüenses son Toña y Victoria. Allí no conocen el uso de la palabra toña para referirse a un golpe, sino que es simplemente la forma cariñosa de dirigirse a las Antonias.
La iglesia de Guadalupe en Granada, la típica iglesia fortaleza por estar a la entrada a la ciudad por la vía del lago.
En muchos de los interiores de las iglesias de Nicaragua abunda la madera, tanto en columnas como en techos.
Nuestra guía recomendaba visitar el cementerio de Granada, declarado Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación en el 2012, con mausoleos y panteones interesantes. 
Calles de Granada
Una esquina de las calles de Granada.
Y el interior de la misma.
La locura del mercado de Granada.
Vendedora de jugos en su "refresquería".
Jugos clásicos son el de linaza con limón, cebada, avena, cacao, chía con tamarindo...
Un favorito, el de semilla de jícaro. Un árbol con unas redondas calabazas verdes que veíamos  a los lados de la carretera, y de donde sacan las semillas que luego muelen para preparar jugos.
Padre e hija esperando a su madre para cargar las compras del mercado.
"Guíame señor". Autobús escolar americano tuneado.
Anochecer desde la torre de la iglesia de La Merced en Granada.
Venta de fruta en la carretera en las puertas de las casas.
Desayuno clásico (arroz con alubias, queso, huevo, plátano y café negro) acompañado en este caso de aguacate.
Autobús a la orilla del lago de agua dulce Cocibolca, que con sus más de 8.000 km2 es el más grande de América Central.
El lago tiene 400 isletas, tres islas y dos volcanes, además de tiburones de agua dulce. El volcán de la foto es el Concepción, activo, y la isla que lo alberga es Ometepe, la mayor isla volcánica del mundo en agua dulce.
Ometepeños jugando con un cachorro.
La isla de Ometepe es un santuario de flora y fauna, y es fácil ver monos capuchino.
Aunque las playas son de color negro por ser arena volcánica, y el color del agua no es nada llamativo, es un gusto bañarse en agua dulce.
Atardeceres de la isla de Ometepe, donde pasamos cuatro noches en diferentes lugares.
Pescadores al regreso.
No solo a nosotros nos gusta bañarnos en agua dulce.
El fruto de la pesca a punto de caer en nuestros estómagos. Por aquí ya aparecieron los plátanos aplastados y fritos, "tostones" en Nicaragua, "patacones" en Costa Rica y Panamá, "tajadas" en Honduras....
The jump.
Monos muy monos.
Flipando en México cuando vimos esta urraca hermosa cariblanca, para verla en esta isla por todas las esquinas.
El ferry que nos sacó de la isla de Ometepe, cargadito.
Irlandeses celebrando el día de San Patricio en San Juan.
San  Juan en la costa del Pacífico es un destino surfero y curiosamente también un destino de cruceros, de los cuales salen docenas de autobuses a la ciudad de Granada, que cruzan toda la ciudad de San Juan.
Arrancamos el viaje muy a juego, con nuestras sandalias Teva, pero según murieron y nos fuimos adaptando a otras marcas nos fuimos diferenciando en nuestros morenos. El mío mucho más estético, ¿verdad?
Anocheceres del Pacífico.
Aerogeneradores del sur de Nicaragua.

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