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10 de enero de 2015

De capitales imperiales otomanas va la cosa

Como ya avanzábamos en nuestra anterior entrada, de Bulgaria a Turquía dimos un pequeño rodeo por Grecia. El cruce grecoturco de fronteras es rápido, pero para nuestro gusto con demasiados soldados turcos pululando por ahí.

Edirne se encuentra cerca de la frontera. La llegada a la segunda capital otomana (anteriormente lo fue Bursa y después, Estambul), es una preciosidad. Tras cruzar unos cuantos campamentos militares y un par de puentes de la época otomana, varias imponentes mezquitas y sus espigados minaretes nos saludan desde la lejanía, mientras los muecines anuncian nuestra llegada por toda la ciudad, para alegría y solaz de sus habitantes. Es lo bueno de no entender nada de lo que dicen, uno se imagina lo que quiere... Desde luego, las calles estaban llenas de policías y guardaespaldas. Es posible que la presencia del primer ministro en la ciudad, con quien coincidimos durante el rezo en la gran mezquita al día siguiente, tuviera algo que ver, pero yo creo que era por nosotros...