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5 de noviembre de 2009

De Gabón a los Congos

¡Por fin! Con los flamantes nuevos pasaportes en nuestras manos partimos contentos y dichosos de Libreville. Los últimos días en esta ciudad en la que, por imperativo legal y meteorológico, demasiadas jornadas hemos pasado, han sido una mezcla de interminables diluvios y días preciosos de sol y calor. En uno de ellos decidimos irnos a la playa (aguas bastante marrones y llenas de maderas, hojas, etc. por aquello de las torrenciales lluvias). Algo digno de verse en esta zona es, cómo no, las puestas de sol, y en Libreville, casi encima del Ecuador, se ven algunas realmente preciosas.

(Como no me podéis hacer callar, aprovecho para contaros que los atardeceres son más rojos y espectaculares en el Ecuador que en otras partes del mundo por el famoso efecto Doppler. Este efecto es el que explica que el sonido de una ambulancia sea más agudo cuando se acerca rápidamente a nosotros y más grave cuando se aleja. Algo similar al sonido pasa con la luz y así, como el Sol "se va" más rápidamente de un observador en el Ecuador que en, por ejemplo, Donosti, la luz "tiende" al rojo (como la ambulancia que se aleja). En el próximo atardecer romántico que veáis con vuestra pareja contáis esto y, en fin, seguro que escapa rauda y veloz.)