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19 de abril de 2017

Good morning, Vietnam!

Ya, ya sé que el "Good morning Vietnam!" de marras -la famosa película de Robin Williams- lo ha utilizado hasta el tato para titular cualquier cosa relativa a este país, pero no por manido deja de ser un buen título.

Tras un cruce de fronteras de esos interminables entramos en nuestro país 35 de este viaje por el paso de "la amistad", el típico nombre que usan los enemigos acérrimos para bautizar pasos, puentes o túneles cuando aseguran estar reconciliados. Hipócrita madurez. Finalizados los trámites aduaneros nos quedamos muy cerca de la frontera vietnamita sin apenas hacer kilómetros, en un pueblo de sonoro nombre, muy apropiado para la entrada a un país, Dong Dang ("¿hay alguien?"), día de transición para situarnos en el nuevo país, sacar dinero, ver precios y esas cosas.

"Esas cosas" incluyeron sentarnos en terrazas y tomar cafés. ¡Qué placer! Desde luego, algo bueno dejaron los franceses en esta parte del mundo. Quiero decir, además de la boina, auténtica txapela negra con rabito y todo, que tantos vietnamitas llevan. Crujiente pan, rico y denso café -caliente o con hielo- adecuadamente endulzado con un toque de leche condensada, smoothies de mango o aguacate, helados..., todo ello consumido en abiertas terrazas contemplando el mundo pasar. Por cierto, ¿cómo es posible que el concepto "terraza" no se haya exportado a todo el mundo?