Páginas

22 de febrero de 2019

México (2): México mágico

Poco a poco fuimos abandonando ese norte mexicano que, tal vez por su mala fama, tal vez por la novedad, tal vez por su belleza agreste y su gente amable y generosa, tanto nos estaba gustando. Entre todos los muchos que tan bien nos trataron estuvieron Alberto y Ana. Alberto, un joven y moderno menonita de blanca piel y rubicundo cabello (él y los de su grupo parecen absolutamente fuera de lugar en esa parte del mundo), nos llevó a su casa tras descubrirnos tomando algo en uno de los restaurantes menonitas de esta zona, todavía en el estado de Chihuahua. Zona con nombres relacionados con su origen, con sus deseos de superación o de objetivo soñado como Nuevo Ideal, Hamburgo o Valle Hermoso. En Chihuahua viven actualmente unos 100.000 miembros de este grupo religioso, grupo en crecimiento pues son más prolíficos aún que los mexicanos. De hecho, mucho más: la madre de Ana, por ejemplo, tuvo 19 hijos, aunque cinco murieron al nacer. Según Ana hija, el comentario de Ana madre sobre los cinco niños que murieron al nacer fue un triste "bueno, así puedo descansar".

Acampando en terreno menonita.
Dice la wikipedia que "Los menonitas son un grupo religioso y étnico que tuvo su origen en 1525 en Zúrich (Suiza), cuya doctrina se basa en la Biblia como palabra de Dios." Siguen las palabras de la biblia en su literalidad y así los menonitas más conservadores no aceptan inventos modernos como la electricidad, las máquinas o los motores.

Históricamente los menonitas han ido de un sitio para otro: de Centro Europa a Ucrania y Rusia, de ahí muchos a Canadá y Estados Unidos y desde ahí a México, Belice, Paraguay, Brasil o Argentina. Ahora parece que algunos están aceptando la oferta del gobierno ruso para volver a Rusia a "recolonizar" y volver a trabajar las tierras de regiones poco pobladas de este país.
Los menonitas, llegaron a esta zona de México en 1924. Por estas fechas llegaron a un acuerdo para que les dejaran libertad de culto, educación, etc. durante 100 años. Cuando en breve se cumplan los cien años no saben qué pasará.

Con Alberto, un menonita de los "modernos".
Con Alberto y su mujer, Ana, ambos con doble nacionalidad mexicana y canadiense, hablamos primero en inglés y posteriormente en un español bastante decente. Pero Pedro y Ana, los padres de la joven Ana, nos hablaron en una mezcla muy confusa y cuajada de errores de inglés y español. Entre ellos hablaban plattdeutsch, un dialecto alemán, pues la madre no hablaba otro idioma a pesar de llevar media vida en México... y la otra media, en Canadá. Probablemente no ayude que la educación escolar de este grupo era, en muchos casos, bastante deficiente: cuando un niño sabía leer, escribir y las cuatro reglas de cálculo, se le sacaba de la escuela para ponerlo a trabajar en el campo. Quiero pensar que esto ha cambiado (y los jóvenes que conocimos así lo demostraban), aunque por lo que he leído de otras comunidades menonitas en otras partes del mundo (como Belice), muchos siguen igual.

El pueblo mágico de Sombrerete.
Abandonamos, como digo, el norte mexicano para llegar al centro del país, probablemente su zona más monumental, donde mayor concentración hay de ciudades coloniales y pueblos mágicos.
Los 121 "pueblos mágicos" que hay en México se distinguen por su "fuerte influencia del pasado indígena, el gran legado del antiguo imperio colonial español, la preservación de tradiciones seculares y ancestrales, e importantes lugares de acontecimientos históricos en la vida de México". Es una buena idea para fomentar el turismo en un país al que todavía le falta camino por recorrer en este sentido: México recibió en 2018 exactamente la mitad de turistas internacionales que España (41 versus 82 millones). Por oferta de atracciones turísticas y cercanía a un mercado grande y rico como EEUU debería recibir más, pero...

Felicianos con una gran tortilla de patatas.
Durango fue nuestro primer contacto de esta estancia mexicana con una ciudad monumental. Con su centro colonial, su zócalo, calles peatonales y plazas porticadas, resultó muy agradable pasear por sus calles mientras comíamos unos deliciosos churros. Ah, el gran legado churrero-cultural español. El dueño del hotel en el que nos alojamos la segunda noche, tras conminarnos a abandonar el hotel en el que habíamos pasado la noche anterior por tratarse de un "nido de mujeres de tacón dorado" (huelga decir que eso nos la traía al pairo; nos mudamos porque su hotel era mejor y él era muy majo), tuvo el detallazo de traernos una tortilla de patata cocinada por su pareja, así como jamón serrano. Estará en nuestros altares durante toda la eternidad.

Enchiladas en un sitio, y enchiladas en otro. 
Hablando de gastronomía, es difícil que a uno no le guste la comida mexicana pero, mientras en los restaurantes es muy rica y variada, en lo que se refiere exclusivamente a su versión callejera es cierto que es un poco limitada, resumiéndose a diferentes combinaciones de los mismos elementos: maíz en diferentes estados y tamaños (tacos, tortillas, burritos, chilaquiles, sincronizadas, totopos, gringas, tlayudas,...), a lo que se añaden otros ingredientes más o menos variados pero casi siempre con presencia de carne, queso, tomate y frijoles. Bueno, y casi siempre aderezados con picante, algo por lo que, como es bien conocido, los mexicanos sienten debilidad. Así, los mexicanos son capaces de añadir picante a todo, sea dulce o salado, también a las palomitas, los gusanitos o el chocolate. Yuk.

Las "sopas" mexicanas son de lo más contundentes.
Como decía, en los restaurantes hay más variedad gastronómica y mientras los pueblos del norte ofrecen platos tradicionales de cuasi-oloroso nombre como el mondongo, la birria y el menudo -generalmente los sábados y domingos-, en el centro y, sobre todo, el sur, te preparan unos deliciosos moles con ingredientes tan poco habituales en otras cocinas como el chocolate (poco habituales fuera de la repostería, claro).

Estas tierras tan llenas de historia lo son también de personajes históricos como el héroe nacional revolucionario José Doroteo Arango Arámbula, más conocido como Pancho Villa o el "Centauro del Norte", con museos, casas en las que habitó, recuerdos y monumentos dedicados a su mayor gloria por todas partes. De él se dice que se casó legalmente nada menos que setenta y cinco veces, con quienes tuvo, según mis cuentas, no menos de veinticinco hijos. Tela el Pancho, "haz el amor Y la guerra", no sé cómo le daba tiempo a hacer la revolución.

Qué será de nosotros cuando dejemos de pedalear...
Los pueblos de Vicente Guerrero, el precioso Sombrerete y algunos más nos llevaron primero a Zacatecas y después a Guanajuato, espectaculares ciudades Patrimonio de la Humanidad, ambas creadas gracias a sus importantes yacimientos de plata explotados por la colonia española y sus esclavizados lugareños. Ciudades que, aunque sólo sea por sus nombres, ya merecen una visita. Bueno, y también por (nuevamente) sus churros. Un manjar, por cierto, que en esta corriente anti harinas refinadas y azúcar, van a ser prohibidos en breve por algún saludable talibán. Aprovechad mientras podáis.

San Miguel de Allende es otro pueblo mágico, cuajado de artistas, bonito, bien cuidado y agradable, pero tal vez demasiado turístico para estos cicloviajeros (jóvenes de mentalidad aunque no tanto de DNI), lleno de restaurantes guays de fusión gastronómica y de hoteles boutique muy chic enfocados en los adinerados turistas gringos..., posiblemente excesivo para el gusto mochilero. O no.

Celaya (del euskera "zelaia") la nuit. Su poderío era palpable.
Más "auténtico" (sea lo que sea lo que la autenticidad implique) fue Celaya, una muy atractiva ciudad de provincias llena de vida y monumentos y sin ningún extranjero a la vista a pesar de ser, por lo menos según ellos, el centro mexicano de la producción de cajeta o dulce de leche, del que dimos buena cuenta.

Nos creemos la repera (¿de hecho no se dice "la repera en bicicleta"?) por pedalear desde Canadá hasta México, pero hay otras que son más pequeñas, lo tienen más difícil... y lo hacen todos los años. Millones de ellas. Son las famosas mariposas Monarca que tuvimos oportunidad de ver en cantidades ingentes en unas montañas cercanas a la Ciudad de México, concretamente en Macheros.

Mariposas monarca.
Todo sobre esta mariposa es asombroso, así que me vais a perdonar que me explaye un poco. Mientras muchas mariposas tienen un periodo de vida de 24 días, el de las Monarca es variable: entre cuatro a cinco semanas las que nacen en primavera/verano y de seis a nueve meses las que nacen en septiembre/octubre. Como para montar un sistema de pensiones viable entre las mariposas. Estas últimas, las que viven hasta nueve meses, son las que nacen en el noreste de EEUU y sureste de Canadá y, cuando llegan los fríos norteños allá a finales de octubre, deciden largarse p'al sur, recorriendo alrededor de 4.000km, con jornadas de hasta 120km/día. Una miserable mariposa, 120km; nosotros en bici estamos contentos cuando hacemos 80-100km. Llegan a miles y miles hasta México, a unos lugares montañosos concretos del centro del país que se repiten cada año y en donde se quedarán hasta que empiecen los calores, a finales de marzo, cuando inician su regreso al norte. Lo alucinante es que ni esas mariposas que inician la emigración de México a Canadá, ni sus hijas, ni sus nietas,... ni en total unas cinco generaciones, volverán a México. ¿Cómo transmite una mariposa a su tataranieta el lugar exacto a 4.000km de distancia en México al que tiene que ir? Asombroso.

La ciudad colonial de Cuernavaca.
En Toluca, a los pies de un volcán de 4.680m que no nos dignamos a subir, pasamos Nochebuena sin turrón, cordero lechal ni pavo, manjares que, me temo, tampoco degustamos en Navidad. El sufrido mundo del cicloviajero. Cuando menos esta festividad la celebramos con un potente descenso hasta Cuernavaca, la ciudad de la eterna primavera, refugio de artistas y familias pudientes de la capital mexicana. Las etapas en Cuautla, Izúcar de Matamoros y Acatlán de Osorio, sitas en una región interesante pero sin excesivos atractivos dignos de mención, nos llevaron a celebrar el fin de año (nuevamente sin excesos gastronómicos) en Huajapán de León ya en el estado de Oaxaca, antes de seguir camino a Tamazulapán y Asunción Nochixtlán. Vaya nombres, ¿eh?

Un abrazo
Museo de Francisco Villa en Durango
Dos boles de palomitas, nueve botellines de cerveza, una pizza grande, y un plato de "botanas" (picoteo tipo cacahuetes, aceitunas, etc) por 10 euros. Ni tan mal, ¿verdad?
En todo México nos ha llamado mucho la atención cómo todavía se pintan manualmente los carteles de los negocios, los anuncios de conciertos y similares.



Uno de mis platos favoritos mexicanos, pimiento verde relleno de queso.

Edificios coloniales hoy en día subdivididos en pequeños negocios.

Rara avis.

De Sombrerete a Zacatecas esperábamos solo terracería. Gran sorpresa al encontrarnos este tramo empedrado, aunque no fuera lo más cómodo, hermoso era y no habíamos visto algo así desde China.

Poquísimo tráfico en las carreteras secundarias. En Sombrerete pasamos por información turística y entramos para preguntar el estado de las mismas, y las dos chicas que allí trabajaban nos insistían en que no había carretera alguna fuera de la principal. Es curioso el desconocimiento que tienen de los alrededores.

Ni un solo ruido para dormir.



Subidón. ¡Bajada al frente y parece que viene un tramo llano!

En una aldea preguntamos en la pequeña tienda comunitaria (de Diconsa, el programa de abasto rural con más de 27.000 tiendas por todo México) si alguien ofrecía café, y el tendero llamó a una doña a ver si nos podía preparar un café ¡y hasta la cocina! Ella no quiso salir en la foto ni cobrarnos, pero todas las paredes de su cocina eran dignas de foto con mil tazas y cazos expuestos, a lo tibetano.

Rebaño de ovejas, no se ven muchos.

Cuando ya anochecía llegamos al embalse de Santa Rosa y resultó ser uno de esos lugares donde es un verdadero gustazo acampar.



El embalse estaba cuajadito de aves a la noche, y al amanecer grupo por grupo fueron despegando y formando grandes "V"s en el cielo. Un espectáculo. Imaginamos que serían aves migratorias.

No todas las iglesias mexicanas son como las de las ciudades coloniales o las de los pueblos mágicos. Pero lo que está claro es que no importa el tamaño del pueblo, todos tienen al menos una iglesia.

Las rejillas de la carretera para que no pase el ganado en muchos casos son longitudinales en vez de perpendiculares al sentido de la marcha, así que cruzarlas en bicicleta tiene su riesgo. De locos.
¿Y quién quiere un barrendero cuando puedes tener un gorrino?



Zacatecas de noche, con las típicas luces de Navidad.

Zacatecas fue el lugar de los re-encuentros. Aitor, que se había adelantado y con quien volvimos a coincidir en Zacatecas, Guanajuato y San Miguel de Allende hasta que nuestras rutas finalmente divergieron (él evitó la Ciudad de México por el norte y nosotros por el sur). Y la encantadora estudiante de Medicina que Hugo y yo habíamos conocido en un pequeño pueblo unos kilómetros antes de Zacatecas. Yo me moría por comer algo de fruta y fuimos a parar a la tienda de su madre, que solo vendía perecederos pero que ni corta ni perezosa sacó su frutero y nos regaló dos plátanos y dos naranjas que nos supieron a gloria. Al día siguiente nos la encontramos por el centro de Zacatecas y nos dimos un paseo con ella. Entre otras cosas nos contaba cómo había optado por gastar el dinero de la fiesta de quinceañera en cosas más útiles como estudiar. Qué gusto ver jóvenes tan centradas. Y en nada se iba a EEUU aprovechando un intercambio de la universidad. Chica lista.



La hermosa portada de acceso lateral a la impresionante catedral basílica de Zacatecas. Se terminó de construir hace unos 250 años y es uno de los mejores ejemplos del estilo barroco en México.

Callejones de Zacatecas. Tanto esta ciudad como Guanajuato, eran puras colinas.

Saliendo de Zacatecas y despidiéndonos de montones de casonas coloniales bien cuidadas, y esas piedras de cantera rosa tan presentes en las iglesias, casas, fuentes....

Este cactus en Extremadura es una chumbera que da higos chumbos, blancos o rojos. Y aquí en México son nopales (las hojas, que se comen en ensalada, guisado o revuelto de huevos como en la foto) que dan tunas (el fruto). Un lujo que te los vendan pelados.

Saliendo de Zacatecas pedaleamos por una zona llena de estos "árboles" tan fotogénicos que adornaban el paisaje. No sé qué es, pero tiene un algo con los dragos canarios, ¿verdad?

Por carreteras del estado de Zacatecas.

Dejando atrás el pueblo mágico de Pinos.

En bicicleta, a esa velocidad a la que pocas cosas pasan desapercibidas.

¡Y por fin tenemos foto de los dos para la portada del blog!

Ignacio era una persona muy especial y con las ideas muy claras. Había estado tres años en EEUU cuando necesitó el dinero. Se fue con un amigo, por tierra, y no tuvieron problema en cruzar de estrangis. Trabajó de camionero, obrero, y supo parar cuando juntó el dinero que necesitaba. De vuelta no se planteaba volver a dejar la vida agraria de la que se declaraba un enamorado. Tenía un "discurso" muy razonado y nos imaginamos fruto de la de horas que pasa uno consigo mismo en estos entornos (y parecido al que le había escuchado en entrevista al protagonista de la peli Pastoreak). En el carro Miguel, su hermano con estudios universitarios afectado por la polio y que también optó por la vida agraria. Ignacio nos había "cazado" la víspera acampados en la foto de arriba, con una estupenda puesta de sol, y se preguntaba a ver qué nos atraía de su lugar ya que una francesa en bici había acampado allí mismo el año anterior. Casualidades, y que era un lugar sin verja. A la mañana todo majete volvió para despedirse.

La siguiente noche encontramos una cueva donde protegernos. No hacía el frío del norte de México, pero todavía no podíamos quitarnos el plumi.

De toda la basura que encontramos en los lados de la carretera, la peor para las bicis son esos botellines de cerveza que al arrojarlos desde los coches y camiones se parten y son un peligro.

Llegamos a Guanajuato el doce de diciembre, día de la festividad de Guadalupe, patrona de México y por tanto celebrada en todo el país. En la foto se llevaban una de las imágenes de procesión.

En el museo de Rivera de Guanajuato tenían una copia de "Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central", donde Diego Rivera se autoretrató a sí mismo como un niño, junto a unos 30 personajes de cuatrocientos años de la historia de México paseando todos por la Alameda Central. 

Las coloridas casas que rodean el centro de Guanajuato.

La Basílica Colegiata de Nuestra Señora de Guanajuato, en pleno centro.

Los "camiones" urbanos de Guanajuato tenían su dificultad para circular por las estrechas calles del centro.

Desconocía que durante todo el siglo XVI los religiosos españoles optaron por no utilizar la imagen de Cristo crucificado para evangelizar a los indígenas, temiendo infundir la idea de un dios vencido y por el símil con el sacrificio humano. Así son mucho más comunes las imágenes de la virgen que las del Cristo crucificado.

Nos hemos cruzado con peregrinos, tanto en bici como a caballo, casi siempre hombres.

San Miguel de Allende. Plagadita de americanos residiendo allí. Cuidadísima.

Pero en sus calles todavía puede verse mucha vida local.

La verdad es que tiene que ser un lugar de ensueño para muchos americanos. Restaurantes guachis, galerías de arte con muchísimo gusto, chocolaterías de actrices famosas..., ¡si hasta dimos con una panadería que hacía pan de verdad del "güeno"!

Esta iglesia es la portada de la última guía de la Lonely Planet de México. La parroquia de San Miguel Arcángel.

Nos daba pereza cruzar Celaya, de casi medio millón de habitantes, y la entrada no prometía nada.

Pero de repente apareció un carril bici que nos llevó hasta el mismísimo centro lleno de vida, y allí nos quedamos a pasar la noche.

En Celaya se olía el dinero. montones de iglesias con espléndidos interiores y en la foto a la derecha, una "bola de agua" alemana, aún en funcionamiento con sus 110 años y única en el mundo por su forma esférica.

No siempre hemos acertado en la elección de la ruta. En esta ocasión cogimos un camino denominado "real" en los mapas de Google y que no figuraba en los Open Street Maps. Error.
Por toda esta zona se sucedieron los pueblos que sin ser mágicos resultaron ser de lo más interesantes. Cualquier poblacho que diría Hugo, tenía su plaza central con su iluminación navideña, su iglesia bien cuidada, soportales con ambiente y terrazas.... un gusto.

Justino nos dejó acampar en su terreno, y cuando estábamos plantando la tienda se lo pensó mejor y nos abrió esta casita de 3x3 que estaba haciendo para su hijo. Al día siguiente montado en su caballo nos hizo de guía para subir de madrugada al cerro donde duermen las mariposas monarca y verlas despertar y salir volando con el sol.

Lo que no nos dijo es que esos días todas esas mariposas bajaban al mediodía a beber a un riachuelo por el que nos iba a tocar pasar. Impresionante. No son murciélagos así que ni caminando conseguías evitar golpear a alguna de las miles que se nos cruzaron.

Villa de Allende fue otro pueblo sorpresa donde llegamos al caer la tarde y decidimos pasar noche.

Y su plaza rodeada de casas con vigas de madera era algo que no habíamos visto antes en México.

La gelatina. Uno de los postres favoritos de los mexicanos. En la foto gelatina de leche, que la diferencian del flan.

Por  la carretera además de referencias varias a muertos por accidente de tráfico, también hay capillas aquí y allá para pedir protección a la virgen.

Vendedores de lotería de Navidad. Es habitual ver cosas de este país que son parecidas o iguales al nuestro. Lo que no es normal que tanta y tanta gente nos haya preguntado si hemos venido pedaleando desde España, desconociendo que existe un océano entre ambos países, y preguntándose cómo era posible que también se hablara español como en México, sin hacerles clic ambas palabras España-español, y sin saber nada de la "madre patria". Es cierto que la gente que nos encontramos en pueblos y carreteras no es representativa ni mucho menos de toda las sociedad mexicana, pero...

Me encantó esta estampa e hice una foto, para luego ver en redes sociales la foto de un conocido con exactamente el mismo jersey, pero en Donosti. 

Contrastes en Toluca el día de nochebuena. Las indígenas de los alrededores vendiendo sus hierbas frente a negocios abiertos a todas horas para las compras navideñas.

Tuvimos nuestro Santo Tomás. En vez de mantener la chistorra en su funda, la desmenuzan y la sirven en forma de picadillo frito en bocata.

Yo conocía a la virgen del Carmen por ser la patrona de los pescadores y muy querida en el barrio de Trintxerpe. En México se acude a ella en los casos difíciles y enfermedades complicadas, y es conmovedor la humildad y devoción con la que le suplican ayuda. En la foto la Capilla de Nuestra Señora del Carmen en Cuernavaca.

Calles de Cuernavaca.

Y más calles de Cuernavaca.

Saliendo de Cuernavaca fuimos dejando al norte el segundo (el Popocatépetl de 5.426m) y tercer volcán (el Iztaccíhuatl 5.230m) más altos de México, de los aproximadamente 500 que tiene el país. El "Popo" como se le conoce, está activo y es uno de los volcanes más activos y peligrosos del mundo. El "Izta" solo tiene actividad sísmica y al estar tranquilo el Popo, podía ser escalado cuando pasamos. Hace un porrón de años yo subí el Citlaltépetl, el más alto de todos, con mi amiga Nadja, y esa fue la excusa perfecta para no acercarnos ni a éste ni al Toluca. La realidad, las montañas me tenían molida.

Curioso lo preocupados que íbamos con la seguridad en el norte del país y lo que habíamos ignorado este aspecto en los estados que rodean la ciudad de México por el sur. Pero la fuerte presencia de policía y militares por las calles nos pusieron en alerta. Lo mejor, cuando pedaleando por una zona muy deprimida veo a un hombre boca bajo en una postura que no era la de dormir, y antes de acercarme a ver si estaba bien paro a un coche donde venía un matrimonio mayor y me dice: "a ese señor déjelo usted que lo que está es mamadito, pero váyase rapidito de aquí que estoy es bien peligroso".

Por la mayor parte de México nos dicen que el agua "de la llave" no es potable. Incluso en ciudades como Guanajuato, a pesar de que sí lo sea técnicamente, nos dicen que debido a que las minas incumplen las medidas de seguridad, los metales pesados como el arsénico llegan hasta los pozos de donde se extrae el agua. Así que el país entero es un trajín de bidones de agua purificada.
Impresiona ver las dimensiones de algunos cactus, qué peque parece mi bici.

Para comer si estamos o pasamos por un pueblo o ciudad con mercado, nos acercamos y buscamos en su interior los puestos de comida, donde generalmente se pueden encontrar más variedad de platos que en los restaurantes de "antojitos", los consabidos burritos, enchiladas, quesadillas, etc.

Una venta ambulante que nos hemos encontrado en más de una ocasión ha sido la de cazuelas de barro del estado de Puebla.

Los bocatas han variado por México. El pan no valía nada, ni en precio ni en calidad, vendían uno con forma más ahuevada (bolillo) y otro con forma más plana (telera) pero ambos eran aire. Pero qué gusto encontrar mejillones en escabeche, aguacates con sabor a pesar de no estar en temporada, membrillo y queso "de rancho". A los bocatas los llaman tortas y se pueden pedir de "queso de puerco" que no es otra cosa que nuestra cabeza de jabalí.

No hay comentarios :

Publicar un comentario