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27 de diciembre de 2014

Bella (¿e infeliz?) Bulgaria

Hay pocas cosas tan deprimentes como una mediana ciudad industrial búlgara en un día de mal tiempo cuasi invernal: calles vacías, fábricas abandonadas, centrales creo que de carbón en mitad de la ciudad, basura por demasiados lugares, edificios de apartamentos prosoviéticos a medio terminar o simplemente machacados, cero mantenimiento de nada,... Pareciera que acabara de caer una bomba sobre la ciudad. Seguro que en verano estas poblaciones tienen otra cara, pero no es la que nos ha tocado ver.

Pernik es una de esas ciudades. Su fuerte es la siderurgia, y supongo que es más barato trasladar la producción de la vieja fabrica a una nueva que mantener el edificio. Y así está, con unos cuantos edificios destartalados en mitad de la ciudad. En fin, tal vez sea por ciudades como esta por lo que los búlgaros se encuentran entre los más infelices, del mundo, según el informe de la ONU que mide la felicidad mundial. Está en la posición 144 de un total de 156, por detrás de encantadores países como Afganistán, Irak o Zimbabwe.

Sopa de tripas. Para calentarse y reponer fuerzas, no está mal
O tal vez, tal vez, su tristeza se deba a que desayunan sopa de intestinos. Tras una noche en la tienda con un frío polar, en la que por cierto lo que a mí se me antojaban aullidos de lobos (aunque tal vez fueran míseros pequineses) me mantuvieron bastante despierto, me puse a pedalear prontito y encontré un grupo de cafés/chiringuitos para camioneros. De acuerdo que estos lugares no se distinguen generalmente por su alta repostería fina, sino más bien por suculentos cocidos o generosos estofados, comida sin tonterías, vaya. Pero es lo que había. Dado que mi búlgaro era tan malo como su español, la señora del chiringo me metió en la cocina para mostrarme orgullosa sus mejores viandas... A las ocho de la mañana, si uno puede evitarlo, no se mete una sopa de tripas, prácticamente lo único que tenía y que, aparentemente es mano de santo para las resacas. Por suerte, (o porque soy un pesado) con algo de pan y un poco de miel de sus propios panales (aunque ya he aprendido a decir miel en búlgaro, soy un artista imitando el zumbido de las abejas), la cosa se arregló divinamente.

Montones de puestos de venta de miel en las carreteras
O tal vez la infelicidad búlgara se deba a sus políticos. Ya sé, ya sé que nosotros no estamos precisamente muy sobrados de buenos políticos, todo lo contrario, pero creo que no han llegado al punto de decir a sus votantes cosas como "Yo soy estúpido. Vosotros sois estúpidos. Por eso os entiendo.", como dijo en una ocasión el recientemente reeligido presidente Borisov. Un campeón este exbombero.

El caso es que bastante tienen los 7,3 millones de búlgaros sobre sus espaldas para dar razones a esas estadísticas, por otro lado tan poco fiables. El país más pobre de la Unión Europea, tras siete años en ella todavía con un 20% viviendo por debajo del nivel de pobreza, con un salario medio de poco más de 400€, y con un futuro a corto plazo no muy halagüeño: incertidumbre política (es posible que se tengan que repetir las recientes elecciones), pobre cosecha, una crisis en Ucrania que ha afectado a sus exportaciones, y el colapso del cuarto banco del país, que ha dejado a 200.000 ahorradores y empresas a verlas venir.
La bonita sinagoga de Sofía, la tercera más grande de Europa

Menos mal que por lo menos tienen un país que es una maravilla, con siete cadenas montañosas, estupendas playas en el Mar Negro, interminables bosques, influencia y restos culturales de los muchos pueblos -griegos, romanos, húngaros, rusos, otomanos- que han pasado por estas tierras,...

Entramos a Bulgaria por el suroeste. Tras sendas paradas técnicas en Kyustendil y en la ya mencionada Pernik, llegamos a la capi. A pesar de lo acerado del cielo durante todo el trayecto, la lluvia nos había respetado bastante, pero la llegada a Sofía nos dejó, parafraseando a un ocurrente cicloturista gaditano, como si hubiéramos pasado una noche loca con la sirenita, esto es, calados.

Amanecer nevado en Sofía
Como ya decíamos sobre Skopje en relación a Macedonia, Sofía no se parece a esas ciudades de provincia búlgaras: más limpia, ordenada, sofisticada, atractiva, monumental, agradable,... O, siendo un poco cínico, tal vez lo que ocurra es que el centro sea mayor y el caos industrial sea menos visible al viajero.

En Sofía hacía un frío de esos que creo que técnicamente se denominan frío del carajo. De hecho nevó copiósamente, aunque tal vez no se aprecie en la foto. Por suerte, los puntos de Iberia que todavía tiene Bego nos permitieron alojarnos en un buen hotel. Siempre se dice que dormir al aire libre es dormir en un hotel de un millón de estrellas; con el frío que hacía, nos conformamos con cuatro.
La iglesia ortodoxa de Alexander Nevski, todo un símbolo en Bulgaria

Además de iglesias, mezquitas, sinagogas, monumentales edificios de estilo soviético, imponentes estatuas, bonitos parques y concurridas calles con ambiente prenavideño, sobre todo lo cual ya leeréis en una guía si venís a esta ciudad, en Sofía hay unas tiendas llamadas "kleck", que en búlgaro quiere decir algo así como "en cuclillas". Se llaman así porque esos locales están en lo que imagino antes eran los bajos de las casas o tal vez las carboneras. En ellas se vende tabaco, snacks, licores, café, etc. y, como la cabeza de tendera está más o menos a la altura de la acera, para hablar con ella te tienes que poner, pues eso, en cuclillas.

De Sofía Bego se tuvo que volver un finde largo a Donosti, según ella a hacer cuestiones administrativas; yo sospecho que echaba de menos la tortilla de patata y el jamón. Fuera como fuera, el caso es que esos días los aproveché para visitar Veliko Tarnovo (VT) y el centro del país.

Todo lo gris que había sido Bulgaria hasta salir de Sofía, se convirtió en sol y cielos azules, aunque el frío no remitió. Con las montañas nevadas en el horizonte pero el sol calentándote la espalda, fue una gozada pedalear.

Meandro del río en Veliko Tarnovo
VT es una ciudad medieval con una imponente fortaleza, una ciudad universitaria, un centro de arte y artesanía, la antigua capital búlgara y, por aquello de ser una ciudad surcada por un río meandroso y encajonado que deja muchos edificios colgados sobre él, tiene un cierto parecido a la española Cuenca, como me hizo notar la cántabra Reyes, a quien conocí en Sevlievo, etapa previa a VT.

Los días seguían soleados y fríos. La escarcha cubría los campos por las mañanas y había que circular con precaución para no patinar sobre una placa de hielo. Carreteras prácticamente vacías me llevaron hasta Tryavna, un precioso pueblo en las montañas y centro de la escultura religiosa en madera, pero, sobre todo, un pueblo de calles empedradas, puentes de piedra, casas de tejados de pizarra y antiguas iglesias.
Gabrovo

En el hotel de la siguiente etapa, Gabrovo, una ciudad del "estilo postbombardeo" que antes mencionaba, coincidí con una cena/fiesta de empresas locales: ellos van como unos gañanes y ellas, como si fueran a la boda más glamourosa de la década. Y tras la cena, ellos a darle al drinking y ellas, al baile (bastantes canciones folclóricas, por cierto).

Tras Gabrovo me tocó cruzar los Balcanes. El paso de Shipka, conocido entre otras cosas porque aquí se libró una batalla entre rusos/búlgaros y turcos en 1877, está a 1.200m de altura, y me hacía pensar que, dado que había tenido nieve a 800m un par de días antes, me iba a encontrar un pocotón de nieve y lobos y osos disputándose su merienda (yo). Nada más lejos de la realidad. Una ascensión suave, prácticamente sin tráfico, con sol a raudales y nada de viento, me permitieron subir en camiseta un 15 de diciembre. Eso sí, arriba, en lo alto del puerto, hay un monumento muy querido por los búlgaros al que
Hielo en las escaleras del famoso monumento de Shipka
desgraciadamente no pude llegar porque los 900 escalones de subida eran puro hielo: no pasé del escalón 600 (están numerados, no creáis que los iba contando) y sufrí para bajar.

Tras escalas en Kazanlak (cuyas famosas tumbas tracias, patrimonio de la humanidad, me dejaron un poco frío) y Karlovo (en donde la espesa niebla me dejó todavía más frío), por fin nos reencontramos Bego y yo en Plovdiv, ciudad a la que ella llegó en tren desde Sofía.

Plovdiv, capital europea de la cultura 2019, es posiblemente la joya de la corona búlgara en atractivos turísticos, a pesar de lo cual no hay precisamente hordas de turistas en estas fechas: el hostel en el que nos alojamos fue todo para nosotros. La ciudad tenía pocos turistas, pero sí buen ambiente por su parte vieja y por sus calles peatonales.
Anfiteatro de Plovdiv, descubierto en 1972 por un corrimiento de tierras

Con el objetivo de evitar todos los camiones de la carretera principal a Turquía y siguiendo los buenos consejos de Martín (www.trekkingbg.com), desde Plovdiv dirigimos la proa de nuestras bicis hacia las montañas Rodopi, una de las zonas más remotas y menos visitadas de Bulgaria.

Con un buen día de sol y de calor, aunque la carretera tenía más tráfico del esperado y un tanto kamikaze, comenzamos visitando el Monasterio de Bachlovo, lleno de iconos, bellos frescos, árboles centenarios..., y gallinas y alguna oveja, en una estampa bucólico religiosa de lo más edificante.

A todos les llega su San Martín
En el pueblo de Cherven fuimos el espectáculo del día en el restaurante más popular del pueblo. Nos hubiera gustado aprovechar nuestro "tirón" ante el público asistente, pero el lenguaje de gestos no da para muchas sutilezas; es una pena que la comunicación en muchos pueblos de Bulgaria sea complicada, por no decir casi nula.

Al día siguiente el centro de atención lo constituyeron los cerdos, a buen seguro no a su gusto, pues eran sacrificados en los patios de unas cuantas casas de Cherven. Por lo visto el cerdo no puede faltar en las mesas de Navidad búlgaras y ahí estaban todos los hombres sacrificando, escaldando y descuartizando animales pocos días antes de las fiestas.

El tiempo nos siguió acompañando, lo que nos permitió pedalear ligeros de ropa a mediados/finales de diciembre, en carreteras sin tráfico entre bosques de abedules y montañas. Nos adentramos en una región que hace frontera con Grecia y Turquía y las gentes y el paisaje de los pueblos cambian: casi el 70% de sus habitantes son de origen turco y son musulmanes, así que las mezquitas abundan.
Ruinas de Perperikon

Las ruinas tracias de Perperikon son interesantes, pero desgraciadamente sin información ni guía es difícil sacarle el jugo que merecen. Pero si Alejandro Magno pasó por aquí para pedirle consejo al oráculo, su importancia tuvo.

En Madzharovo tuvimos oportunidad de ver lo que parece ser el único grupo de buitres de Bulgaria. Tuvimos además suerte con el día y la verdad es que "majestuosos" es lo primero que se le viene a uno a la cabeza cuando ve semejantes pajarracos volando entre esos riscos.

Desde ahí seguimos por solitarias carreteras a Mezek, en donde disfrutamos de una fortaleza medieval razonablemente bien conservada... y de nuestra última cena en Bulgaria.
Fortaleza de Mezek

De camino a Turquía pasamos primero por Svilengrad para consumir las últimas levas (en café con pasteles..., obviamente). Desde esta ciudad fronteriza, donde convergen Bulgaria, Turquía y Grecia, decidimos llegar a Edirne (Turquía) cruzando primero a Grecia. Por la pedazo carretera por la que circulamos (con un arcén a veces más ancho que el carril de los coches) y por la pedazo cola de camiones que se veía en la carretera búlgara, la decisión fue la adecuada. Y parar un par de días en Edirne, también. Pero esto ya os lo contaremos más adelante.

Un abrazo... y felices fiestas
Afortunados nosotros que en Bulgaria seguía habiendo büreks
Herencias soviéticas por doquier
Increíbles interiores de las iglesias ortodoxas de Sofía
El fruto de una de las más aburridas tareas del cicloturismo: la colada en los lavabos de hotel. De la colección "no todo es jauja"
Empiezan a aparecer las legumbres en nuestra dieta
...pues a la autopista
Perfectamente camuflada en los colores del invierno
Bueno, estos son realmente los colores del invierno...
Las casas colgadas de Veliko Tarnovo
Fortaleza de Veliko Tarnovo
Y más de Veliko tarnovo
Dos porciones de pizza por 0,80 euros. Vamos a echar de menos la cómida rápida de Bulgaria....
Fachada de una iglesia ortodoxa de Plovdiv. Magníficos frescos... y un montón de mininos
Interior de una iglesia ortodoxa de Plovdiv (a saber cual, que visitamos muchas)
Baño oriental de mármol, uno de los primeros baños privados de Plovdiv, en la opulenta casa Hindlian
Fachada del monasterio de Bachlovo
Una señal muy habitual en Bulgaria, que entendemos que significa atención peligro, pero qué peligro?
Las montañas Rodopi... un placer pedalear por la zona

Carreteras secundarias del sureste de Bulgaria
De nuevo por el sureste, casi solos todo el día
Ruinas de Perperikon, en un alto y con hermosas vistas
Todo el día en la calle, nos pasamos el día admirando las nubes
Hugo esperando... para variar ;o)
Puente de Svilengrad, otro más con 500 años de historia
Salida fácil de Bulgaria
De Bulgaria a Turquía por Grecia. Un lujo de carretera
Felices Fiestas a todos!!

10 comentarios :

  1. Vaya con la solitaria y depre Bulgaria!!!
    Pasadlo bien con vuestros visitantes en Estambul!!!!
    Felices Fiestas, y sobre vuestro 2105, ya no se ni que decir!!!!!: Vaya pedazo de 2015 os espera!!!!

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  2. Igualmente majos, que el 2015 os sea BBB. Bueno, Bonito,Barato.

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  3. Hola enanos (Sí, Bego, tú ya eres una enana más, como de la familia :-)
    Bulgaria...El paisaje parece tan bonito como el de Albania. No se vosotros, pero yo no conozco a ningún búlgaro, ni de cerca ni de lejos. Bueno, el búlgaro cropan de nuestra infancia, pero no vale. Y por qué le pondrían ese nombre? Curioso cuando menos. Bueno, ya he divagado bastante. Ya estaréis en Turquía o muy cerquita. Que suerte. Que los sigais pasando fenomenal. Muchos muxus. Bel

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  4. Hola mico, lo del nombre del país tiene su discusión. Mira lo que dice ls Wikipedia: "La etimología exacta de "Bulgaria" es aún desconocida, aunque se tienen varias teorías. Una de ellas afirma que el nombre del país le fue dado por el nombre de sus habitantes, los "búlgaros", palabra que proviene del latín bulgari, que literalmente puede siginificar "los hombres del Bolg". Bolg es el antiguo nombre del río Volga, cuyas riberas habitaron los búlgaros hasta el siglo VI.[7] Otra de las teorías más difundidas sobre el origen del nombre del país afirma que proviene de la tribu "bulgar", que deriva del término burg, palabra del proto-germánico que significa "castillo".[8] Finalmente, también existe la posibilidad de que "Bulgaria" provenga del vocablo turco bulga, que significa "mezclado", en referencia al eslavo oriental, lengua hablada por los búlgaros, que se creía que contenía elementos turcos y finlandeses.[7]

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  5. Je je je. No ne me refería al nombre del país sino al del bollito Búlgaro de Cropan. Por qué llamar búlgaro a u n bollo de la España de los... 70?
    Pero gracias por la explicación.
    Por cierto, el cerdo ese gigante parece una escultura de hierro pero me imagino que será real,no? Era una fiesta tipo Sto Tomás? Por las fechas podría coincidir. :-)***

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  6. Hola pareja!
    No estaba al dia de vuestras andanzas, pero hoy, por fin he disfrutado con vosotros un rato! Se me han ocurrido muchos comentarios, pero...ya teneis bastante con la visita que tendreis en Estambul! menos mal que va solo (a Estefania la mantengo al margen) y no con el resto de los "peques"! Bueno, a seguir bien, y un estupendo 2015. Un beso y un abrazo. IRZ.

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  7. Se me olvidaba Hugo! Habiendose "escapado" Bego, y al margen de que la razon fundamental sea una que ingenuamente has omitido (obviamente necesitaba un descanso, pero no de la bici!), ¿no habia ninguna estacioncilla cerca para deslizarte por el blanco manto? URTE BERRI ON! IRZ

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  8. Hullo! Excelente capítulo, chicos, y excelentes fotos. Me quedo con ganas de probar la sopa de tripas recién levantado, que por cierta me recuerda a algunas ingestas muy propias del Reino del Medio. Me alegro de que no hayais sufrido ningún percance cosmologico en las peligrosas carreteras búlgaras: la temible señal de tráfico cuyo significado no habéis sabido descifrar (el punto negro dentro del triángulo) es un aviso de la proximidad de agujeros negros. Os sugiero, con humildad, que actualiceis vuestros conocimientos sobre el código de circulación, o toméis un curso de recuperación de puntos como yo. En fin, que tengáis cuidado con la próxima: salir de un agujero negro es siempre difícil. Abrazo! Iñigo Mendiburu

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    1. ¿Repasar el código de circulación? ¿Ir a un curso? Quía!, primero releeré a Stephen Hawking...

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  9. Perdona pero... hay una edad para todo, no???...

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