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31 de octubre de 2014

Otoño en Rumanía entre montañas, bosques, monasterios y castillos

Rumanía no es ni mucho menos solo eso, montañas, bosques, monasterios y castillos, tiene mucho más; pero algún título había que poner y la neurona da para lo que da.

Entre alguna que otra frase célebre, Descartes dijo que "los viajes sirven para conocer las costumbres de los distintos pueblos y para despojarse del prejuicio de que sólo en la propia patria se puede vivir de la manera que uno está acostumbrado." Gran verdad; yo recetaría unas buenas dosis de viajes a más de uno. Y Rumanía, que no siempre parece gozar de la mejor imagen en nuestro país, estaría alta en la lista de candidatas.

Será porque nos ha favorecido el tiempo, con frío otoñal, de bufanda y de esos guantes de invierno que no tenemos, pero sol a raudales, sol de gafas de sol, una combinación muy agradable para andar en bici. Bueno, a veces hacía demasiado frío, pero es lo que hay.

Será porque los bosques estaban "en su punto" y así el tímido comienzo del otoño en Ucrania ha
explotado en Rumanía, con los bosques de mil y un colores, los caminos cuajados de hojas, un espectáculo. Hemos sacado miles de fotos y, a pesar del arte de Bego, pocas hacen justicia a esos bosques tan bonitos.

Será porque las espantosas carreteras de Ucrania se han convertido al cruzar a Rumanía y salvo unas cuantas excepciones, en vías recién asfaltadas, seda bajo nuestras ruedas (estoy hecho un poeta, eh?). Por esas carreteras, por cierto, hemos visto y sufrido muchos perros (vivos y muertos) y muchos zorros (muertos).

O porque, por lo menos temporalmente, pues ya estamos de nuevo en tierra cirílica, en Serbia, ya no éramos analfabetos, en Rumanía podíamos volver a leer y, además, se entendían bastantes palabras. El rumano, idioma romance pero con palabras tomadas de los idiomas eslavos que lo rodean, me recuerda un poco a aquella rara mezcla de idiomas que hablaba el bruto Salvatore de Monferato en "El nombre de la rosa".

O tal vez por los imponentes y al mismo tiempo accesibles Cárpatos, que en forma de herradura cubren buena parte de su geografía. Algún que otro paseo ya nos hemos dado y alguna que otra cima ha sido encumbrada.

O por esa Rumanía rural, llena de carros tirados por caballos, casas antiguas, viejecitas con pañuelo que te miran de hito en hito cuando pasas.

O porque a estas alturas del año hay pocos turistas (los pocos que hay son alemanes y algún asiático despistado).

O por esas sopas tan ricas, o esos tomates llenos de sabor, o las setas que tanto abundan, o los crepes de chocolate, o la polenta, o...

Vaya, que nos ha gustado este país.

El atento lector recordará que entramos a Rumanía por el norte, desde Ucrania. Nada más hacerlo iniciamos un periplo por los monasterios de Bucovina, patrimonio de la humanidad. Nos centramos en los cuatro más importantes: Sucevita, Moldovita, Voronat y Humor, de los siglos XV y XVI y con unos impresionantes frescos, tanto interiores como exteriores. Entre otras cosas, nos llama la atención que en los monasterios, como en los cementerios, existan dos lugares diferenciados para rezar y poner velas a los muertos (morti) y a los vivos (vii). Organizados, los rumanos.

Continuando hacia el sur, nuestro siguiente destino fue el macizo de Ceahlău, en donde pasamos un par de días absolutamente gloriosos subiendo montes cuajados de árboles de todos los colores. Porque, no sé si sabéis, pero los bosques estaban preciosos.

Buena subida, ¿eh?
Después cruzamos los Cárpatos por el estrecho paso de las gargantas de Bicaz, con farallones de 300m a los costados... y una potente subida para nuestras abnegadas piernas. Como colofón llegas al Lago Rojo, que no tiene nada de rojo y sí bastante de verde, pues el lago está lleno de árboles (dentro del agua, se entiende). Los árboles de fuera del agua, una maravilla de color. Lo menciono por si no ha quedado claro lo del otoño y los arbolitos de marras.

Entras entonces en zona húngara, en donde no son raros los pueblos o ciudades con un 70-80% de su
población autodefiniéndose como de esta minoría. Todo está en bilingüe (el húngaro, por cierto, tiene pinta de ser un idioma endiablado, con impronunciables palabros de un metro de largo) y, aunque supuestamente todos se quieren mucho, hace pocos años hubo altercados entre ambas comunidades y se dan anécdotas como que los húngaro-parlantes editan mapas solo en húngaro, o que los rumano-parlantes pueblan las ciudades de estatuas de Rómulo y Remo para dejar claras las raíces latinas, que no húngaras, del país. Como niños.

Brasov
Siguiendo hacia el sur, llegamos a Brasov, ya en Transilvania (uuuuuuh!) y junto con Sighisoara y Sibiu, uno de los vértices del "triángulo de oro"..., que si no se llama así, lo acabo de bautizar yo solito en un alarde de creatividad y originalidad en nomenclatura turística. Ciudad agradable, con una parte vieja atractiva, las montañas al lado, estación de esquí a quince minutos... (aunque con el tráfico que hay, dudo que se llegue en quince minutos)...

Tras visitar el castillo de Peles en Sinaia, recalamos en Busteni. Desde ahí nos pegamos una buena subida (bueno, ayudados parcialmente por una telecabina) al monte Omu u Omul (2.509m) en el parque nacional de Bucegi, con nieve a partir de los 2000m y un frío del carajo. De todas formas, ¿he dicho ya que los bosques estaban preciosos? Pues eso.

Montes Bucegi
Por cierto, que las Bucegi son un centro mundial de cuestiones paranormales. Hay un buen grupo de iluminados que aseguran que en estos montes se esconde un submundo extraño, habitado antiguamente por gigantes y en donde se esconde el verdadero origen de la vida (demostrando así que Darwin estaba confundido), los secretos de la inmortalidad (en forma de oro en polvo que rejuvenece de una manera que ni en Hollywood), que hay túneles que los comunican a Egipto, Tibet, Bagdad y no sé cuántos sitios más. Una caña. Y nosotros, pedaleando por la superficie terrestre como panolis. Desde luego...

Como estábamos en Transilvania (uuuuuuh!), había que dedicarle un ratillo a Drácula, así que visitamos el castillo de Bran..., que resultó ser un tanto decepcionante, más bien una casa atractiva y nada de castillo medieval imponente y/o tenebroso..

Ya que estamos en ello, a menudo se asegura que la novela Drácula está basada en el príncipe del
Castillo de Bran
s.XV Vlad Tepes. Su padre era llamado Vlad Dracul; Dracul(a) quiere decir demonio o dragón. Si añadimos que Vlad tenía cierta querencia por empalar a sus enemigos turcos (aparentemente Vlad había sido repetidamente sodomizado de niño por sus captores turcos), el personaje contaba con buenos ingredientes para ser adoptado por el escritor de Drácula, Bram Stoker, quien por cierto nunca pisó Rumanía.

Atravesando más montañas (con unos árboles..., una pasada) por la zona de Magura y sin ver, desgraciadamente, ningún oso de los muchos que hay, llegamos a Sighisoara con su coqueta zona medieval... y el lugar donde nació Drácula. A toda esta zona llegaron en el sXII alemanes para ayudar a defender lo que por entonces era la frontera este de Hungría. Las siete ciudades que fundaron – Bistriţa (Bistritz), Braşov (Kronstadt), Cluj-Napoca (Klausenburg), Mediaş (Mediasch), Sebeş (Mühlbach), Sibiu (Hermannstadt) y Sighişoara (Schässburg) y cuyos nombres en alemán se mantienen – dieron el nombre alemán a Transilvania (uuuuuuh!), Siebenbürgen. Curiosamente, el alemán se mantiene bastante vivo.

Sighisoara
Además de las minorías húngara y alemana está, entre otras, la minoría Roma o gitana, tan poco integrada como en España o, ya lo comentábamos en la entrada de Eslovaquia, como en ninguna parte. Muchas mujeres gitanas visten elegantemente con vistosas ropas tradicionales, parecen las "caldereras" donostiarras. (De hecho, hay un subgrupo de los Romaní que se llaman Kalderash.) En algunos pueblos se ven los "palacios gitanos", mansiones construidas por gitanos adinerados, supuestamente muy lujosas pero, con ventanas con el logo de Versace, estatuas griegas en el jardín o columnas dóricas en la fachada, horteras a más no poder.

Pueblos y ciudades están "decorados" con pancartas de los candidatos a las elecciones presidenciales de primeros de noviembre. Va a tener trabajo el/la próximo presidente: a pesar de lo mucho que ha crecido desde su entrada en la UE y que ha capeado el temporal de la crisis mejor que muchos en Europa, Rumanía sigue siendo el segundo país más pobre de la UE (después de Bulgaria), tiene un grave problema de corrupción (los que vivan en España tal vez no conozcan este concepto, la
Palacios gitanos
corrupción es algo tannnnnnnnnnn ajeno a nuestro modo de vida), un gobierno disfuncional (ditto), la población sufre unos pobres salarios mensuales de 200-300€ que obligan a muchos a emigrar. A emigrar sobre todo a España e Italia, aunque ahora muchos están buscando en otros lugares, obviamente. Seguramente todos estos problemas invitan a que todavía exista un grupo de nostálgicos de la bastante atroz era de Ceaucescu.

Siguiendo con el recorrido, tras visitar algunos pueblos con las famosas iglesias fortificadas, que a decir verdad nos dejaron un poco fríos (probablemente tuviera que ver la temperatura ambiente) llegamos a la bella Sibiu, otra capital europea de la cultura (en 2007). Y de ahí, por carreteras menores y ciudades de segundo orden como Sebes, Harteg, Carasebes o Resite, hasta Serbia, desde donde os escribimos.

Como dijo Pubilio Syro, "bonarum rerum, consuetudo pessimaest" (hay que ver cómo manejo el latín), que en román paladino quiere decir que "acostumbrarse a lo bueno es una muy mala costumbre". Pues lo será, pero nos gusta. Y que dure.

Monasterio de Sucevita
Monasterio de Sucevita
Monasterio de Moldovita

Parque Nacional de Ceahlau
Subidos al macizo de Ceahlau
Dónde está Willy
Iglesia fortificada
El moderno palacio de Peles en Sinaia
Desde lo alto de los montes Bucegi
La gigantesca cruz del Pico Caraiman, homenaje a los héroes nacionales
Pisando la cima del monte Omul

Valle entre los montes Bucegi y el Parque Nacional de Piatra Craiului

En un punto los Cárpatos hacen una "U", y subiendo unos (Piatra Craiului) ves los otros (Bucegi). Magnífico.
Casas de los Cárpatos. Se parecen un poco a las de Ucrania
Ya hemos dicho que no todas las carreteras eran pura seda..., pero tampoco estaba mal
Magura
Las callejuelas de Sighisoara
Vida en Magura
Carreteras secundarias
Fagaras
Ciudadela de Fagaras
Dejando los Cárpatos atrás
Varios modelos de tracción animal
En un descanso. De la colección "dejad que los niños se acerquen a mí"
Setas con polenta o mamaliga
Sibiu
Restos bien conservados de la muralla que rodeaba Sibiu
Drum bum, buen viaje


2 comentarios :

  1. Impresionante todo. Las fotos son brutales.

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  2. Desde luego que te has vuelto, si no poeta, por lo menos literariamente un narrador de gran nivel. Bea: te vas a tener que poner las pilas (literarias, no en literal), que Huito ha dejado el listón muy alto. Espero tu "contraofensiva".
    Alex
    P.S. un consejo: de corrupción ni hables, que en España en Noviembre ha habido 5 imputados "diarios" y ya van más de 1900!!!!!

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