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21 de abril de 2019

Costa Rica: "pura vida"..., pero corta

Cinco kilómetros antes de llegar a la frontera entre Nicaragua y Costa Rica ya empezamos a ver camiones varados en la carretera como si fueran ballenas en una playa. El acuerdo transfronterizo centroamericano está muy lejos del concepto Schengen europeo, y a los camioneros les iba a tocar esperar entre 6 y 24 horas para cruzarla, en función de lo que dijeran los del escáner y los de narcóticos, a veces en busca de una mordida, pero normalmente simplemente haciendo su trabajo. O, si la empresa propietaria de lo que transportas no ha estado viva con no sé qué papeleo, como le ocurrió a Nicolás, el camionero guatemalteco con el que estuvimos hablando, te toca pasarte casi una semana mustiamente parado en la frontera, durmiendo en el camión y comiendo lo que se pueda. En el otro lado de la línea imaginaria, en el sentido de Costa Rica a Nicaragua, más de lo mismo, con larguísimas colas e interminables esperas. Sufrida y frustrante vida la de los camioneros centroamericanos, que pasan más tiempo en labores aduaneras y administrativas que conduciendo.

Por suerte en nuestro caso y gracias a viajar en un vehículo tan "indocumentado" como una bicicleta cruzamos sin problema alguno a nuestro país 53, (ojo, spoiler) el último antes de volver a España (sollozos). Con el billete de avión ya comprado para volar desde San José a Madrid, nos quedaba muy poco tiempo para hacerle justicia a este país que, aunque ambos conocíamos (Bego bastante mejor que yo), merece la pena recorrer con calma, disfrutando de selvas, playas, volcanes y montañas. Habrá que volver.

Tras las fotos de rigor ante los carteles de bienvenida a Costa Rica, seguimos pedaleando por carreteras de buen asfalto pero mínimo arcén, una incómoda y sorprendente constante en este, el país más rico de la región.

Fue la introducción del cultivo del café en el s.XIX lo que hizo que Costa Rica pasara de ser la pobretona de la zona al país más rico de Centroamérica. Tuvo tanto éxito que a finales de siglo el café suponía el 90% de las exportaciones de Costa Rica.

Mil y un cafés en Costa Rica
El café dio paso a su otro éxito comercial, los plátanos, casi por casualidad. Para exportar café hizo falta construir una vía de ferrocarril hasta Limón, en la costa caribeña. Su construcción, a cargo de un tal Minor Keith, en una zona selvática infestada de mosquitos fue acabando con la salud y la vida de sus trabajadores, primero ticos, después sustituidos por exconvictos americanos, posteriormente por trabajadores chinos y, los más duros, por exesclavos jamaicanos, finalizando el proyecto a duras penas en 1890. Con el fin de dar de comer a los trabajadores de una manera fácil y barata, se habían plantado palmeras plataneras junto a las vías del tren. Buscando recuperar lo antes posible la ruinosa inversión en el ferrocarril, el tal Keith envió un cargamento de estas frutas a Nueva Orleans, cuyos habitantes lo recibieron con absoluto entusiasmo. Fue tal el éxito que ya a principios del sXX los plátanos sobrepasaron al café como principal exportación y Costa Rica se convirtió en el primer exportador mundial de esta fruta. A pesar del éxito inicial, Keith tuvo problemas financieros que le obligaron a asociarse con Andrew Preston, un influyente importador y naviero americano, con el que creó la tristemente célebre United Fruit Company, una empresa que se hizo dueña de enormes extensiones de terrenos de cultivo y en breve sería el primer empleador de América Central. Conocida como "la frutera", "mamita yunai" (yunai es una deformación española de united) o "el pulpo" por llegar a todos los estamentos políticos y económicos de la región, UFCO medró e influyó descaradamente sobre gobiernos y partidos para maximizar sus beneficios, al extremo de auspiciar golpes de estado y sobornar políticos. Fue entonces cuando se acuñó el término "república bananera". En 1970 UFCO se reconvirtió en Chiquita Brands International, por todos conocida.

La bahía de Salinas en el Pacífico.
Ahora Costa Rica es una estable, próspera y pacífica democracia, un destino turístico conocido por sus playas, su biodiversidad y la defensa a ultranza del medio ambiente, pero también es un centro tecnológico en donde, por ejemplo, Intel fabrica un tercio de su producción mundial de microchips. Por una cosa o por otra, está llena de gringos.

La primera noche de estancia en el país nos quedamos en La Cruz, una ciudad fronteriza con cierta vida y una vista espectacular sobre la muy ventosa bahía de Salinas, destino de kitesurferos y allegados. En esta población comprobamos en carne propia que los precios costarricenses no son precisamente los que rigen en otros países de la zona; alguien los ha puesto en una dieta a base de esteroides. Como ya estamos de camino a casa, habrá que verlo como un paso intermedio en el proceso al sopapo que nos va a dar volver a precios europeos.

Esto también es Costa Rica.
Para evitar en lo posible el intenso tráfico de la carretera panamericana que habíamos seguido on y off hasta entonces, desde Liberia nos dirigimos hacia la península Nicoya, un destino vacacional para los turistas y de asentamiento permanente para los gringos... al que prácticamente no le dimos bola pues circulamos por su interior y no fuimos a ninguna de sus playas. Cuando menos, conforme nos íbamos acercando al sur de la península, las carreteras se iban vaciando y pudimos disfrutar de la naturaleza, si bien un tanto seca en esta época del año. Resulta curioso ver estos secarrales en un lugar en el que uno espera ver solo jungla. En una de estas vacías carreteras de camino a Playa Naranjo nos cruzamos con Verónica, una cicloviajera polaca afincada en Barcelona que estaba preparando un tour para guiar a cicloviajeros alemanes. Hay gente que se sabe buscar la vida.

Desde Playa Naranjo tomamos el ferry que nos dejó en Puntarenas, el puerto más importante de esta zona del Pacífico, aunque un tanto venido a menos. Los dos últimos días de pedaleo en Costa Rica y, por tanto, en las Américas, fueron potentes. En plan grand finale, el primer día nos calzamos 1.600 m de desnivel acumulado en pocos kilómetros para llegar a la eterna primavera de Atenas (conocida por tener el " mejor clima del mundo" según National Geographic) y el segundo sufrimos una entrada en la ciudad de "Villanueva de la Boca del Monte del Valle de Abra", el antiguo nombre de la capital costarricense, San José, con mucho tráfico y un viento de cara de quitar el hipo.

Como siempre, un gustazo pasar tiempo con Javi.
En la neutral San José (ni bonita ni fea, ni gran urbe ni poblacho, ni moderna ni antigua) nuestro amigo Javier, un donostiarra afincado en esta ciudad desde hace años, nos hizo de cicerone y nos obsequió con una buena cena y mejor conversación, un perfecto broche para nuestra despedida de tierras americanas. Con las bicis metidas en sendas cajas de cartón, un Uber se encargó de acercarnos al aeropuerto y un avión, a Madrid. Adiós América, volveremos.

Un abrazo


La interminable fila de camiones a la espera de cruzar al frontera.
Los que recorren el continente americano de norte a sur en un vehículo mayor que una bici no lo tienen nada fácil por culpa del Darien, que les impide cruzar de Panamá a Colombia por tierra. A nosotros lo ciclistas también, pero siempre podemos salvar el último tramo saltando en pequeñas barcas económicas, frente a los ferrys que ellos tienen que usar. Nos cuentan que es especialmente caro hacerlo desde Panamá en vez de desde México. Aún así, se ven viajeros de largo recorrido por Centroamérica, como la furgo esta de unos argentinos.
El Pacífico costarricense.
Imperial, la cerveza de Costa Rica más conocida.
El plato típico de Costa Rica, el casado. Frijoles, arroz, plátano frito, pollo y ensalada.
Mucho más rico un arroz con camarones.
En el camino conocimos a un holandés que hacía menos de un año había abierto un sencillo restaurante de carretera en la panamericana, con la idea de que los autobuses pararan en su negocio. No lo logró. Pero se encontró que quienes sí lo hacían eran los ciclistas, y decidió permitir acampar detrás del restaurante a cambio de una donación. En tan solo unos meses tenía las paredes repletas a base de rotulador de historias de decenas de cicloviajeros.
Pues sí, Hugo entretenido con los últimos pinchazos del viaje, que para él han sido 54 (de media uno al mes) frente a mis 24. Ha tenido muy mala suerte con pinchazos producidos por la propia llanta de la rueda.
En las carreteras ya se nos advertía para que tuviéramos cuidado con los animales.
Y efectivamente se veía más de un mono cerca de la carretera.
Esta iguana rayada o garrobo como lo llaman en Costa Rica, se supone que puede verse desde Canadá hasta México, pero no fue hasta Costa Rica cuando nosotros la vimos viva. En Oaxaca la vimos cocinada en pedacitos en el mercado, y en Belize también muerta para el mismo fin.
Casas de madera en Costa Rica, en Nicoya en este caso.
Y  muy importante, pastelerías con pasteles tres leches, que desde Albania no habíamos vuelto a degustar hasta llegar a México y Centroamérica.
Con Veronika, una polaca guía de turismo en bicicleta, que hablaba un fantástico castellano y estaba llena de energía.
Embarcando en el ferry de vuelta al continente desde la península de Nicoya.
Nosotros y un porrón de ganado vacuno.
El faro de La Punta en Puntarenas, una lengua de tierra que alberga un importante puerto.
El humor de los costarricenses.
En San José sí que había restaurantes guachis, pero hasta llegar allí, todo de lo más sencillito.
Subiendo a la ciudad de Atenas buscando alejarnos del calor por una noche.
Y toda gran subida, tiene una espectacular bajada.
La ciudad de San José estaba sembrada de hermosas esculturas de Jorge Jiménez Deredia. Un total de 27 obras que estarán allí hasta el 15 de julio de este año 2019.
Y último día haciéndonos con cajas y cintas de embalar para preparar las bicis para su último vuelo -por ahora- de vuelta a casa.

9 comentarios :

  1. El fin. Parece que hace mucho tiempo, tomando café en el techo en Nako. Me sentí muy feliz de conocerte allí y de poder seguir tu viaje ha sido brillante. Te saludo.

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    1. Same, same. Ya vendrán nuevos viajes. Confío en que podamos vernos en alguna parte del mundo en el futuro... Abrazo

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  2. La última "entrada" de semejante fantástico y compartido periplo, bien merece un comentario: un placer haberos seguido y disfrutado por este blog! Ahora toca "en persona"... IRZ

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    1. el placer ha sido nuestro, por haber disfrutado de tan buenos y leales seguidores...

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  3. Nunca os había escrito, pero años siguiendo el viaje a través del blog, así que os agradezco los buenos momentos de interesante y divertida lectura, me gusta mucho como contáis vuestras peripecias. Espero que esta parada sólo sea temporal. Un abrazo.

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    1. Gracias Chema. Todas nuestras paradas acaban siendo temporales..., qué le vas a hacer si te gusta viajar... pero yo creo que el próximo viaje será más corto y tal vez -tal vez- ni siquiera en bici...

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  4. Hola amiga!
    Did you remember me? A girl in indonesia. That you stayed in her house. I hope you remember me.
    Gracias!

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    1. Of course we remember you Karina. You were the beautiful soul that talked to us from your motorbike on your way back from school and invited us to stay at your place. We'll never forget your sweet family and the sunset from your place: https://2.bp.blogspot.com/-0Dafzu7cHt4/WsB1XwCJpTI/AAAAAAABHiE/czRqK7_n9O8Lwt6rnQXxzEPFGbWpk3CfACKgBGAs/s1600/1339%2BTampu%2Ba%2BRumah%2BMakan%2BTeggu%2B%252832%2529-01.jpeg
      I still have to organise the photos from the trip, I will write to you soon with some. Big hug.

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    2. Oh gracias amigo.
      Fuerte abrazo desde indonesia
      Hasta luego
      😊

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