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7 de mayo de 2018

Del oeste de Este del Oeste al oeste de Este del Este, pasando por el este de Este del Oeste, pero sin llegar al este de Este del Este: pedaleando por Timor

No, no me ha dado una insolación. Tampoco, me temo, soy muy original. Creo que no hay viajero que haya pasado por estas tierras que no se haya visto tentado a jugar con los significados para hacer un chistecillo similar. Me explico: Timor significa este u oriente. La isla de Timor está dividida por un lado por Timor Occidental (Este del Oeste), colonizada por Holanda hasta finales de 1949 y ahora perteneciente a Indonesia, y por otro lado por el independiente Timor Leste u Oriental (Este del Este), en manos portuguesas hasta 28/11/1975. Y como empezamos a pedalear por Kupang, que está al oeste de Este del Oeste... Me lo permitís, ¿no?

Hace una eternidad - nada menos que en enero de 2015- que cruzamos el Bósforo en Estambul para adentrarnos en Asia. Tres años y pico, 25 países asiáticos (y sus gentes) tan dispares como Mongolia, Japón, Kyrguistan o Nepal, más de 40.000 km pedaleados por este enorme continente y muchas, muchas subidas y bajadas por los Himalayas, los Pamires o tantas otras montañas. Timor va a ser por ende la isla de las despedidas: nos despedimos de Indonesia, de los países musulmanes (¡adiós, muecín!), de Asia, de Oriente, de no hablar el idioma local y, por lo menos durante una temporada, nos despedimos también de ser potentados financieros, para volver a ser pobretones en países caros como Australia, Canadá y Estados Unidos.

Mujeres en trabajos de responsabilidad en el barco. Hay esperanza.
Así que, como digo, llegamos a nuestra última escala en Indonesia, Timor Occidental. Nos quejábamos de la cantidad de horas, -22 nada menos- que nos supondría llegar desde Maumere en la isla de Flores hasta Kupang en Timor Occidental, en el barco de la naviera estatal Pelni. Somos unos querulantes. En ese barco conocimos a Peter, un enjuto, renegrido y dentón pescador de la indonesia isla de Rote o Roti, por cierto, meca de surferos. En el pasado, Peter había sido apresado por los australianos por pescar en aguas jurisdiccionales de Australia. Los guardacostas no solo les requisaron el barco, sino que Peter tuvo que permanecer en un centro de detención durante tres meses, parece que un centro de detención light del que les permitían salir algunos fines de semana. Lo bueno de toda esta historia es que Peter aprovechó el cautiverio aprendiendo un inglés bastante razonable, con un peculiar acento australiano y bien sazonado del australianísimo "mate", para el que no lo sepa algo así como "colega". Ello le anima a Peter a entablar animada e interesante conversación con cualquier extranjero que se le cruce por su camino. El caso es que Peter venía de visitar a unos familiares en Irian Yaja, la parte indonesia de la isla de Papúa, y le iba a costar la friolera de seis días llegar desde Papúa hasta su casa en Roti. Seis días enteritos en ese piiiiiinche barco. Desayunando, comiendo y cenando todos los días lo mismo: arroz con unas verduras y un minitrozo de pescado. Con el ruido, los niños, la tele, la suciedad, las cucarachas, las ratas,... Lo dicho, nos quejamos de vicio.

Pues eso... que a mirar las playas...
Estando ya tan al este de este país no es extraño que a los timorenses se los conozca como la gente del amanecer. Cuenta la leyenda que siete hermanas bajaron del Sol a la Tierra para darse un baño. Un mirón se enamoró de la más bella y le escondió sus ropas, obligándola a quedarse in situ por no querer mostrase en cueros al salir del agua, mientras sus poco solidarias hermanas se largaban a su casa solar. El caso es que la bañista vergonzosa o, mejor dicho, timor-ata, se convirtió en la madre de los timorenses y el número siete, en el número mágico de la isla.

Como las leyendas son gratis, la tradición también dice que la isla de Timor fue originalmente un cocodrilo, animal todavía muy presente en sus costas, lo que hace que no todas sus playas sean precisamente un destino soñado para los bañistas.

Coches, camionetas (foto) y enormes camiones, todos con motivos religiosos.
Kupang, nuestro puerto de desembarque, es la capital de Nusa Tenggara Timur (NTT), una provincia indonesia formada por unas 500 islas, de las que las tres principales son Sumba, Flores y Timor Occidental. Sin nada digno de mención desde el punto de vista turístico, pasamos unos días en esta ciudad en plan paz y relax hospedados en un tranquilo hotel del centro. Asistimos al Carnaval, una curiosa forma de llamar a un desfile post Semana Santa, en el que las distintas agrupaciones eclesiásticas circulaban disfrazadas por las calles en carrozas, al ritmo de canciones de misa a todo trapo. El contraste con el normalmente recatado y poco festivo mundo musulmán es patente y yo creo que los cristianos de Indonesia lo buscan para atraer a los jóvenes a su causa.

Otra actividad en Kupang fue la de intentar arreglar, sin éxito, mi tableta. Nuestra electrónica está en horas bajas y así mi estupenda tableta comprada en China, ha pasado a una fase de su existencia más ornamental pero menos efectiva desde un punto de vista computacional, tras ser actualizada por los anti-google chinos. Por su parte el GPS, que tan bien se había portado hasta ahora, terminó de morir y no será sustituido hasta llegar a Australia.

En más de una ocasión la isla de Timor nos trajo recuerdos africanos.
Ni tan verde, abrupta o montañosa como Sulawesi o Flores, Timor Occidental no les va de todas formas muy a la zaga. Es otra isla eminentemente cristiana, aunque con mucha mezcla animista en sus tradiciones. La presencia de tribus en sus pueblos tradicionales, aldeas cuajadas de bonitas chozas con tejados de paja bien en plan iglú, bien de cuatro aguas, y la ausencia casi total de turistas le otorga una sensación de isla remota que la hace interesante. Por esta ausencia de viajeros, los lugareños se muestran cercanos y curiosos. Vamos, que seguimos con el "Hello, misterrrr!" de marras. Además del ya mencionado Kupang visitamos Soe y sus cercanas y no demasiado atractivas cascadas, la aldea tradicional de None (en la que como no quisimos pagar por un inexistente servicio los dioses nos castigaron con un pinchazo), la tranquila, católica y más china Kefamenanu y Atambua, una ciudad casi fronteriza y con mala fama (aquí fueron asesinados tres trabajadores de la ONU en 2000) pero que a nosotros nos trató muy bien.  En general son lugares sin atractivos para el turista y, por eso mismo, resultan atractivos para el viajero (perdón por la frasecita).

Los tormentones de la isla de Timor.
De la simpatía de la gente, una muestra. Uno de los días paramos de camino en un par de lugares a tomar algo. Sus dueños no solo nos cobraron una auténtica miseria por lo consumido sino que le hicieron sendos regalos a Bego en forma de ikats. Los ikats, que en Timor Oriental los llaman tais, son una especie de bandas de tela de algodón cuyos hilos se tiñen a mano con tintes naturales y decoradas con todo tipo de motivos... en los que no me voy a extender, primero porque esto podría alargarse ad infinitum y segundo y principal,... porque no tengo ni idea sobre el asunto

Cruzamos la frontera a Timor Oriental, nuestro país 43 de este viaje, sin ningún problema. Enseguida comenzó un pequeño lío lingüístico. Al "Hello misterr!" le sigue un "bom día" o el más cercano "bom dia, colega" y a continuación un "how are you" y para terminar algo en bahasa indonesia y/o tetún, el principal idioma local (que lo habla el 25% de la población y está fuertemente influenciado por el portugués), aunque de ninguna manera el único. Torre de babel. Desempolvando nuestro olvidado portuñol, siempre que nos toca discutir un precio (obligado tanto en hoteles como en restaurantes) acabamos mezclando inglés, portugués y bahasa. Lo malo es que Bego y yo no podemos discutir el precio entre nosotros, porque nos entienden los números...

Por alguna extraña razón soñábamos con comida portuguesa, ¿y qué
encontramos? Más de lo mismo: arroz con pescado y verdura. Y sin
opciones: un tipo de pescado y un tipo de verdura. País pobre, pobre.
En una decisión que a muchos se le antoja poco práctica y muy política, el portugués ha sido el elegido como idioma oficial en Timor Oriental y así toda la legislación, comunicaciones oficiales, etc., está en este idioma. Preocupántemente, también la educación, cuando solo una minoría de profesores y una minoría aún más minoritaria de alumnos lo hablan. Los niños en rara ocasión saben decir algo más que el bom día o boa tarde de rigor..., me pregunto si entenderán algo de lo que el profesor les cuenta en clase de, por ejemplo, ciencias naturales o historia y geografía.

Algo parecido ocurre con la elección de la moneda, el Dólar americano (un país con el que tienen relativamente poco comercio), que ha hecho de Timor Oriental un país tirando a caro. Más les hubiera valido usar la Rupia de Indonesia, país con el que mantienen un 30% de su comercio, o una bolsa de divisas.

Supongo que hubiera sido difícil adoptar la lengua y la moneda del país (Indonesia) que te ha estado machacando durante un cuarto de siglo. Pero para eso están los gobernantes, para pensar no con el corazón sino con la cabeza.

El 23% de la población reducido en 4 años.
Como comentábamos más arriba, los portugueses abandonaron Timor Leste el 28 de noviembre de 1975 y, tal y como ocurrió en Angola o Mozambique, no dejaron las cosas muy organizadas. En su descargo diremos que los portugueses ya tenían bastante lío con su revolución de los claveles, saliendo de muchos años de la dictadura de Salazar.

La independencia duró más bien poco. Nueve días para ser exactos. El 7 de diciembre, Indonesia invadió Timor Leste mientras Occidente miraba hacia otro lado. De hecho, el día antes el presidente de Indonesia se había reunido en Jakarta con el presidente americano, Ford, y su Secretario de Estado, Kissinger. Parece que, como el partido dominante en Timor, el Frente Revolucionario de Timor Leste Independiente o Fretilin, era procomunista y los americanos acababan de salir más que escaldados de Vietnam, le dieron su bendición a la ocupación. Los australianos o los portugueses tampoco movieron un dedo. Y así comenzaron 24 años de opresión de Indonesia sobre Timor Leste, opresión generalmente calificada como brutal.

Pero en 1999, en un referéndum patrocinado por la ONU y apoyado por el nuevo presidente de Indonesia, Habibie, los timorenses votaron a favor de la independencia en un 78% frente a una minoría que votó por más autonomía. Indonesia aceptó el resultado, pero su ejército no, y éste y las milicias destrozaron y robaron todo lo que pudieron antes de largarse. Tras tres años de reconstrucción, la ONU devolvió el gobierno a los timorenses en 2002.

Libertad.
Según algunos de los expatriados con los que hemos hablado, el país actúa como el adolescente que es. En lo económico, las dos fuentes principales de ingresos van por mal camino: por un lado las cosechas de café están en peligro porque las plantas de café, en buena parte con más de 40 años, ni se renuevan ni se podan, y por otro lado las reservas de petróleo y gas se terminarán dentro de tres años. Mientras tanto, grandes proyectos de interés político y probable corrupción pero con muy poco sentido económico (construcción de una refinería, una cara autopista por el sur de la isla, una zona económica especial en el enclave de Oecusse, un puerto nuevo) hacen peligrar las reservas de capital de las que todavía dispone Timor Oriental. Con la economía en horas bajas y la mitad de la población con menos de 17 años (y que lo va a tener muy difícil para encontrar trabajo), la cosa no pinta especialmente bien.

En el camino entre la frontera y la capital, Dili, hicimos noche en unos pocos pueblecitos de esos con iglesias católicas, tiendas que venden pan (¡qué vivan los portugueses!) pero no café (¿cómo es posible?), algún fuerte portugués en pobre estado, gente muy sonriente y amable y unas vistas estupendas sobre las cercanas islas indonesias al otro lado del canal. Canal muy profundo, por cierto, 3.000m de caída nada menos, por el que pasan en otra época del año ballenas azules, cachalotes y orcas.

Multitud de referencias a la lucha.
Dili mismo no dejaría de ser un pueblo grande si no fuera por algunos edificios notables -palacios gubernamentales, edificios ministeriales y embajadas-, y por la relativamente importante presencia de expatriados. No es ni mucho menos Nueva York, pero los mil extranjeros que hay entre diplomáticos, consultores, currelas de ONG y alguna empresa internacional se dejan ver, lo que le da una cierta imagen de ciudad internacional. Acudimos a una recepción de la Embajada de EEUU -menos mal que el código de vestir era muuuuuy relajado- y realmente había gente de todas partes.

En Dili nos alojamos en un Airbnb de una australiana que vino para diez días en 1999... y ahí sigue, apoyando con diferentes proyectos a las mujeres locales. Un británico que llevaba 14 años de viaje en moto por todo el mundo y dos rubias danesas tridimensionales que sacaban una cabeza a todos los timorenses y que hacían prácticas de algún tipo de terapia completaban el grupo.

Listos para volar.
La prevista escapada en transporte público a algún lugar turístico de Timor (esto es, al este de Este del Este) se desvaneció rápidamente al asegurarnos todo el mundo que íbamos a estar más tiempo en el bus que en destino, pues las carreteras dejan bastante que desear. Y como estábamos perezosos, no nos hizo falta más para quedarnos unos días en Dili. No hicimos gran cosa en esta ciudad. Paseos, visita a la zona de playas, museo de la revolución, socializar con viajeros y expatriados y poco más. Lo que sí nos tocó es, en preparación al vuelo a Australia, meter las bicis en cajas y, antes de ello, limpiarlas concienzudamente. Así el último día lo pasamos adecentando las bicis para que pudieran pasar sin problemas las  estrictas aduanas australianas, siempre ojo avizor a que no les entre ningún bichillo, plaga o similar en el barro adherido a los neumáticos, chasis o equipaje de los vehículos que entran al país, aunque estos sean unas humildes bicis. Si encuentran algo sospechoso, te lo limpian ellos... a 100$ la hora. Por suerte nada de ello ocurrió a nuestra llegada  a Darwin, pero ya os lo contaremos en la siguiente entrada de este ladrillo llamado blog.

Un abrazo

Indiscutible el origen volcánico de muchas islas de Indonesia. Desde el ferry a Kupang, Timor.
De procesión con ropas tradicionales y cargando con la cruz.
De la colección "zuzto". Éramos los únicos turistas viendo el desfile y nos  hicieron mucho caso.
El "carnaval" de Lunes de Pascua.
Detalle del desfile.
Tuve claro que era alguien importante. Dejaron de rellenar mis botellas de agua en este "dispensario de agua potable" y salieron corriendo a por el bidón del coche de esta mujer. Y ella de lo más maja y con buen inglés, que a ver si nos hacíamos un selfie. Atención a cómo tras poner ella los dedos en "V", hago yo lo propio sin recordar que había estado trabajando con la bici, y al darse cuenta ella rápidamente los retira.
Timor era de esos lugares pobres donde los habitantes ponen a la venta en la carretera todo lo que se les ocurre. En este caso, sal marina cucamente presentada en cestas artesanales.
Que en esta isla no hubiera tanta presencia de musulmanes se notaba en la presencia de cerdo. En Soe la guía recomendaba un restaurante que no nos defraudó: comer, cenar, comer y cenar. El cerdo ahumado de la foto, glorioso.
Más de dos años viendo a la venta las flores de plátano, ese gran capullo al final de los racimos (izquierda), en los mercados, y sin probarla. La parten muy finamente y la aliñan en ensalada, bien para variar.
Las cascadas de Oehala cercanas a Soe. Menos mal que fuimos sin alforjas, ¡vaya sube y baja para llegar!
"Lipstick". Pintalabios, me dijo. Qué triste la temprana edad a la que comienzan a consumir nuez de betel por estos lares.
Koko y Marta, la pareja de Iruña con la que pedaleamos en la isla de Flores, le llamaban IndiAnesia a Indonesia, por lo que les recordaba a India. Efectivamente, no había como pinchar para ser rodeada por una multitud como en India.
Tejer. Un pasatiempo de los timorenses, ya sean telas o cestas.
Paisajes de Timor
Por toda Indonesia hay muchos restaurantes de cocina Padang (Masakan Padang). Problamente los que más abundan. Comida típica del oeste de Sumatra, con mucho chile picante y mucha leche de coco, pero lo que más nos atrae de ella es que siempre tienen preparados multitud de platos de entre los que elegir.
Viajando a la velocidad de las mantis religiosas. ¡Qué chulas son!
La mayor parte de las casas de la isla de Timor, tanto de la parte de Indonesia como de Timor Leste, son de paredes de ramas de palmera (no bambú como en islas anteriores), y con techado también orgánico. Lo llamativo en Timor eran esas enormes estructuras cónicas sobre 4 columnas a la puerta de sus casas que hacían la vez de salón y en algunos casos eran casi mayores que las propias casas. Quién quiere un porche cuando puedes hacerte una moñoñez de estas ;)
Los tejados de las casas eran de cuatro aguas, y las ramas de palmera de la fachada las pintaban de colores, mayoritariamente de azul verdoso o verde azulado. Muy chulas.
No fallaba. Vez que pasábamos a la hora de la salida del cole, vez que éramos perseguidos por montones de niños. Aquí podéis ver lo que Hugo comentó en una anterior entrada, cómo muchos se quitan los zapatos/sandalias a la salida del cole (¿por más cómodos?¿por no gastarlos?), cómo tienen que llevar el agua (nos imaginamos que se turnan), y cómo en esta ocasión les tocaba limpieza, porque la mitad llevaban escobas.
Algo común entre la isla de Flores y la de Timor, era lo de tener a los muertos de la familia en el jardín. Normalmente la superficie de las tumbas tenían azulejos, y luego las cubrían con algo que hiciera sombra, de tal manera que las tumbas hacían de bancos y se convertían también en un punto de encuentro.
Raro es el mercado que no tenga a sus puertas niños trabajando como vendedores ambulantes.
El vendedor de nuez de betel, cal y hoja donde envolver la mezcla, y de atención, la flor de abedul, que la mastican a la vez. No lo habíamos visto antes.
A uno le hizo gracia y comenzó a poner antenas y referencias a juegos digitales y comics en su furgoneta mini bus. Otro le copió, luego otro, y otro. Y así es como circulan hoy en día todas las furgonetas que se dedican al transporte de pasajeros en la isla de  Timor.
De la colección "siempre hay una primera vez para todo". Hugo en las manos de un peluquere. En los cuatro años que llevamos de viaje se ha hablado mucho de la comunidad LGBTI+ y ya no sabemos muy bien qué es lo correcto. Está claro que hay que preguntárselo al interesado, pero en este caso no hablaba inglés.
Pequeño puerto antes de cruzar la frontera entre Timor indonesio y Timor Leste.
Frontera que se hizo esperar ya que Hugo partió un radio en la bajada. Era uno de los que van al lado de los piñones, lo que nos hizo ponernos a prueba con la mini herramienta super útil que nos había regalado Rubén.
Carreteras básicas, viviendas básicas, comida básica.... Timor Leste.
Fuegos de leña y grandes sonrisones.
Pedaleando por la costa pudimos disfrutar de más de una puesta de sol hermosa. Esta tras unos manglares.
Por la costa de Timor Leste.
Ancianos de Timor Leste. Escasísimos.
Si hay algo común en los países pobres suele ser el toque moderno que todos los niños llevan en sus peinados. Lujos permisibles.
Esta es una imagen poco vista en Timor Leste. Normalmente los billares siempre tienen a alguien jugando sobre ellos. Muy común en este país.
Otra construcción de paja de Timor Leste.
Y por cambiar de país no cambiaban las costumbres. Salida del cole, persecución a los extranjeros.
Tanta costa chula y tanto cocodrilo. Horreur.
La noche anterior a nuestra llegada a la capital, Dili, la pasamos en el convento de las hermanas Carmelitas. Tanto la madre superiora, Sor Magdalena a la derecha, como sor Filomena a la izquierda, hablaban muy buen español y habían visitado la sede de las Carmelitas en Orihuela, Alicante. El ambiente en este convento era el que delataba sus sonrisas. Todo el día alegres, qué buen ambiente, y qué ricos los panqueques que preparaban.
¿No quieres taza? Pues doble taza. Recibir un tais (conocido como ikat o batik en otros lugares) es un honor, y los minutos y minutos que pasé intentando explicar que la foto era suficiente, que la intención era lo que contaba, que no podía llevar más peso en mi bici, todos ellos minutos inútiles. Y de estas cosas me cuesta desprenderme y aquí sigo cargando con ellos. Y es que es llegar a los países más pobres de la tierra y encontrarse con bellísimas personas que solo quieren honrar a ese primer extranjero que ha pasado por su casa. Y qué curioso cómo en occidente siempre relacionamos pobreza con delincuencia y huímos de los más pobres. Los tais los habían tejido ellas manualmente, los diseños son los propios de cada región que pasan de generación en generación. Los timorenses los llevan en ocasiones especiales, ellas como vestido en forma de tubo (tais feto) y ellos como sargong (tais mane). En las bodas la novia se lo regala al novio, que tiene que contar el número de columnas para corresponder a la familia de la novia con el mismo número en cabezas de ganado. Un drama. En una región como Los Palos en Timor Leste, los tais tienen 77 columnas, lo que lleva a los novios a endeudarse, comprar la novia a plazos, y vivir con la familia de ella hasta que se termina de saldar la deuda y se celebra la boda.
Entre los productos que se exhibían a las puertas de las casas para su venta, había de todo: verduras, pescado, una langosta, vino de palma, frutas... todo valía.
Muy largo de explicar para la poca relevancia que tiene este país. Pero que sepáis que en apenas un mes volvían a repetir las elecciones que habiéndose celebrado el año anterior, y habiendo ganado la oposición (los de abajo en la foto, la coalición AMP), nunca llegaron a gobernar por no tener el apoyo del partido en el poder (arriba en la foto, Fretilin), algo que necesitaban.

3 comentarios :

  1. Me encantan esos tais- curiosa palabra por otra parte,no?
    Lo de Timor Leste es porque es la parte oriental? Es portugués?
    Por cierto, sí hablarais euskera podríais discutir precios y lo que quisierais, jeje.
    Me han chocado los disfraces tan macabros para una procesión de lunes de Pascua. Sabéis lo que representan? Porque la alegría de la resurrección no parece.
    A ver cómo os sienta el cambio y cuánto tardáis en echar de menos el Hello Misterrr y esos niños tan sonrientes. ☺ Muchos muxus.

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    1. "Leste" quiere decir "este" en portugués. No sé cómo se dice este en euskera, pero con los números en euskera nos arreglamos razonablemente bien (aunque yo tengo que pensarlos y algunos se me resisten).
      La procesión del Lunes de Pascua es más lo que ellos dicen, un carnaval, aunque el carnaval debería ser antes y no después de la semana santa. El caso es que se disfrazan un poco de lo que quieren y lo de la resurrección no parece que esté en su cabeza.
      El mundo anglosajón sufre de muchos prejuicios (no es tu caso), pero la gente es simpática y amable, con el beneficio añadido de que ppdemos mantener una conversación con la peña. Hasta ahora nos han tratado de cine.
      Besos

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  2. Hugo, mira que me tienes acostumbrado a tus "chistecitos", pero en esta entrada sigo en shock con lo de "Timor-ata"; me sigo "partiendo", no lo supero!
    Bego, además de encantarme tu empatía posando con los dedos en "V", toda sexy y elegante, ¿podrías explicar a este humilde ignorante que es la "nuez de betel"?
    Besos y abzs. IRZ

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