Páginas

4 de junio de 2016

Pedaleando por Yunán, China: “Un viaje de mil millas comienza con una simple pedalada” – Hugo Tzu :o)

Tengo una edad en la que la historia ya no tengo que estudiarla, me basta con recordarla. Estuve por primera vez en la sureña provincia china de Yunán con un par de amigos hace ahora la friolera de 25 años. En este cuarto de siglo, que se dice pronto, comparando lo poco que recuerdo (el amigo Alzheimer seguramente va haciendo estragos en mi neurona) con lo que veo ahora... es como estar en otro planeta. La verdad es que, aunque suene a panfleto publicitario de viajes del Imserso, China sorprende por los contrastes, la mezcla de lo viejo (cada vez menos) y lo nuevo, la tradición y tecnología. No importa el tiempo que uno haya pasado en este país -y he pasado bastante-, sigo alucinando al visitarlo.

Hace 25 años no había ni una carretera decente, tal vez innecesarias pues no había coches y los únicos atascos estaban provocados por bicicletas. Entonces tardamos toda una noche en un cochambroso autobús con literas para salvar los 300km entre Kunming y Dali; ahora hay una estupenda autopista que te acerca en tres horas. La gente en China no estaba expuesta a lo extranjero (nadie salía del país, no había apenas turistas, internet no existía) y menos en una provincia tan distante como Yunán. Mis amigos y yo fuimos la atracción de Dali, como si hubiéramos venido de Marte.

Todas las chicas de la gasolinera querían un selfie con Hugo
Ahora casi todo es nuevo en China: casas, coches, comercios, hoteles, carreteras. Y si no es nuevo, está en obras y va a serlo pronto. Parece que hay poco interés o sensibilidad para con lo antiguo y, en un alarde de eficiencia no siempre compartida por los habitantes de la zona y menos por los amantes de lo histórico, arrasan con lo viejo para construir lo nuevo. Alguna reminiscencia será de la Revolución Cultural, cuyo 50 aniversario se cumple estos días.

Hasta el final de los 70 del siglo pasado, la propiedad privada estaba prohibida casi por completo. Cuando Mao murió y abrieron la mano, los chinos soñaban con comprar los "cuatro redondos" (bicicleta, máquina de coser, lavadora y reloj) y los "tres eléctricos" (teléfono, frigorífico y tv). Vaya cambio...

Coches nuevos (mayor mercado mundial) y entre ellos los todoterrenos nuevos por todas partes, que, con un incremento de ventas de 46% en el último año, parece que los regalan. En las ciudades todo lo antiguo desaparece bajo la excavadora y en su lugar nacen nuevos barrios y urbanizaciones, un tanto artificiales y con pomposos nombres del tipo Excelsior Holiday Manor Resort, o con referencias más o menos logradas a lujosos lugares del extranjero. Un acertijo circula por la red: “Hoy me he ido a dar una vuelta y he pasado por American Gardens, Victorian Town, Cannes Water, Vancouver Square, Roman Holiday, Nottingham, Provence y Paris Spring: ¿Dónde estoy?”  En China, claro.

En los hoteles están MUY concienciados con la protección
También hay hoteles nuevos por todas partes, en lugares donde uno se pregunta qué negocio pueden tener. Para nosotros genial, pues hemos pernoctado en buenos hoteles prácticamente a estrenar por 40-100RMB (6-13€). Cada entrada a un hotel, por cierto, supone un pequeño reto, por un lado por el idioma (cuando les digo que no hablo chino, los de recepción generalmente se empeñan en escribirlo, casi como sin aceptar que yo no pueda leerlo), y por otro porque muchos no aceptan extranjeros. Lo malo es que esto no siempre lo saben hasta que te registran, y para entonces ya has perdido media hora... o hasta te has duchado.

Siguiendo con lo que escribiría el panfleto del Imserso, Yunán, la provincia en la que uno entra desde Myanmar, es sinónimo de diversidad. Es el hogar de 28 de las más de 50 etnias existentes en China, y así los Naxi, Lasi, Nai, Yi, Bai, Hani, Zhuang, Miao o Jingpo están bastante visibles tanto en las zonas rurales como, evidentemente por otros motivos, en las turísticas. No que yo sepa distinguirlas a simple vista, pero ahí están. Lo pintoresco y lo cotidiano se funden en los pueblos, turísticos o no, donde uno ve a las ancianas mujeres con su especie de turbante, los chalecos con bordados, las telas azules o multicolores, los colgantes y abalorios,...

En el mercado a los lados de la carretera
Yunán es también el hogar de un montón de montañas de hasta 5.000 y 6.000 metros de altura (y, por ende, potentes cuestas para los ciclistas), ríos como el Mekong o el Yangtsé, preciosos bosques y lagos, y naturaleza domada en forma de terrazas arroceras o interminables plantaciones de tabaco o, ejem, hierbas varias.

A esta estupenda provincia cruzamos desde Myanmar. Debido a las festividades de la primera semana de mayo en China, entramos en una medio desierta y muy bien urbanizada Ruili, lo que hizo que el contraste con la caótica Mushe fuera significativo. Comercios que podrían estar en Europa, un estupendo hotel por menos de 9€ y un internet que, con el adecuado VPN para poder acceder a páginas prohibidas como las de Google o a este maravilloso blog (pobres chinos), funcionaba como un tiro, acabaron de acentuar el cambio con Myanmar.

Nada más salir de Ruili abandonamos la carretera principal que habíamos seguido hasta entonces, carretera también llamada Burma Road. Esta famosa vía une Kunming en Yunán con Lashio en Myanmar y fue construida por la colonia británica para enviar provisiones a China durante la segunda guerra sino-japonesa, lo que hizo que los japoneses invadieran Birmania en la 2ªGM.

Acampando... junto a una tumba
La búsqueda de zonas menos transitadas y pobladas no siempre es fácil en la superpoblada China, pero Yunán es una provincia agrícola, montañosa y boscosa y por carreteras secundarias, además de dejar a unos cuantos campesinos chinos ojipláticos al vernos (ardua tarea con esos ojos rasgados que tienen), alguna noche conseguimos acampar en algún lugar tranquilo. Bueno, en una ocasión fue junto a una tumba, pero el muerto no protestó por la inesperada compañía.

Comparado con casi cualquier lugar, pero especialmente con la alegre Birmania, es evidente que a los chinos (o, siendo políticamente incorrecto, mejor debería decir a los chinos de etnia han) les cuesta más sonreír y no son naturalmente dadivosos para con el extranjero. Y sin embargo el primer día en China unos desconocidos nos invitaron a comer y, el segundo día, mientras nos refugiábamos en una parada de autobús junto a un motero a que escampara un diluvio, el motero desapareció un momento y volvió con bebida y comida (tal vez no a nuestro gusto, pero eso es otro problema) y nos invitó a merendar. También es habitual que me ofrezcan tabaco. A Bego no, porque en China parece que eso de fumar es, sobre todo, cosa de hombres. Y es que los chinos siguen fumando como carreteros..., aunque algo menos que hace 15 años. Pero digamos que estos actos de generosidad y simpatía son más las excepciones que la regla. En ocasiones, quiero pensar que por timidez y no por mi intimidatoria presencia, hasta huyen de nosotros cuando intentamos preguntarles algo, aunque esto esté escrito en chino en mi tablet.

¿Cómo que está ya pagado? Nuestra primera comida en China, invitados
Por cierto, hay que poner un monumento al que inventó el Traductor de Google.

Rudyard Kipling decía que lo primero que hay que hacer para entender a un nuevo país es olfatearlo, pero yo diría que es saborearlo. Así que hablar de comida cuando uno viaje es fundamental, más si cabe en un lugar como China. Nuestro conocimiento del chino es, siendo generoso, limitado y, siendo realista, prácticamente inexistente. Un pequeño drama para alguien que ha vivido cinco años en Hong Kong (mi excusa: allí se habla inglés y cantonés, no mandarín) y ha trabajado intermitentemente en Shanghai durante unos cuantos años (mi excusa: esteeeee..., no se me ocurre ninguna). Total que mi extenso vocabulario en los restaurantes se reduce a saber pedir la cuenta y un recibo, el té y de comer, lo que se dice de comer, solo sé decir "arroz hervido", "arroz frito" y "fideos fritos". Por suerte para nosotros, ninguno de los sitios a los que fuimos los primeros días ofrecía ni arroz ni fideos fritos, así que nos servían lo que querían... y el resultado era una delicia. ¡Qué bien se come en este país! Hay algunas cosas que no nos entran por el ojo a los occidentales -gusanos, insectos, patas de pollo, tripas varias-, pero seguramente si obviamos la estética, estarán estupendos.

Y para beber, té verde por defecto en todas partes
Bueno, qué bien se come en este país... si exceptuamos los desayunos. Me temo que soy algo reiterativo sobre este asunto, pero en la que es mi comida favorita del día no debería haber ni sopas picantes, fideos con pescado o arroces con vegetales fermentados, todo ello acompañado de brebajes blanquecinos de origen desconocido, pero sospechosamente malolientes, especialmente malolientes a esas horas en las que nuestras narices están tan sensibles. Menos mal que todos los hoteles tienen una kettle para hervir agua y prepararnos un café y algo de avena, acompañado de fruta y algunos bizcochos de esos que se encuentran en las pastelerías locales.

Hablando de restaurantes, en un rizo más a los servicios a la hostelería, en muchos de ellos, ya sea en ciudades, pueblos o restaurantes de carretera, los platos, boles y vasos no se lavan in situ, sino que se envían a lavar a una central y los devuelven a las 12 horas impolutos e individualmente (en un set) plastificados. Esto es jolibú.

Cicloviajeros chinos camino de Lhasa
Pedaleando junto al Mekong, río que no volveremos a ver hasta dentro de unos cuantos meses, nos encontramos con los primeros ciclistas chinos, pedaleando felices, ininteligiblemente dicharacheros y da la sensación que -por el tipo de bicis, el escaso equipaje y las alforjas que llevaban- no muy bien preparados, en dirección Lhasa, destino de moda entre los chinos pero cerrado a los ciclistas extranjeros independientes.

Después de muchas cuestas y muchas obras en la carretera, llegamos a Dali, un lugar que, lejos de aquel ambiente mochilero de hace 25 años en donde lo único que se podía comprar era una tela en plan batik de tonos azules con la que hacerte glamourosos gallumbos étnicos, ahora se ha convertido en un destino de turismo de consumo, eminentemente chino (literalmente millones de ellos), y el lugar está cuajado de tiendas. Mao debe de estar sufriendo en su tumba con tanto consumismo desaforado. La mayoría de las tiendas, por cierto, son en plan diseño, con muy buen gusto y precios en consonancia. En general se ve dinero por todas partes, no solamente en los comercios, sino en los hoteles boutique o en los Porsches, Mercedes y Maseratis que circulan por ahí.

Carril bici, farolas con placas solares y aerogeneradores... todo para nosotros
Continuamente tenemos la sensación de encontrarnos en una región razonablemente rica y no solamente en las zonas turísticas: las ciudades y pueblos con sus ya mencionadas nuevas urbanizaciones, centros comerciales y tiendas a todo trapo, las carreteras nuevas por las que discurren esos flamantes coches nuevos, la ropa y la electrónica que luce la gente, etc., todo es nuevo, más que digno o, directamente, de lujo. Y sin embargo, para nuestra sorpresa, la provincia de Yunán se sitúa en el puesto 30 de entre las 31 provincias chinas en renta per capita.

Lo que no hay es tanta "gente nueva" como en otros lugares. Viniendo de países como Myanmar o India, repletos de niños, llama la atención los pocos niños que se ven en China (estos chinos sí que saben :-) ). Y eso que en zonas como Yunán, las muchas minorías étnicas que lo habitan tenían permiso para tener dos hijos en lugar de uno que la política del hijo único establecía hasta este mismo año.

Para dimensionar este problema, unos números: ahora China tiene cinco trabajadores por cada jubilata; para 2040 será 1,6 a 1. La media de edad ha pasado de los 30 de primeros de siglo a los 46 que tendrá en 2050. En aproximadamente el mismo plazo, los mayores de 65 pasaran de 100 a 329 millones. Toma ya.

Plantando arroz
Pero, como veíamos desde nuestra entrada a China y especialmente en lugares abocados al consumo como Dali, la población -también la rural- se está enriqueciendo y la clase media aumentando rápidamente. Para 2020, el número de hogares con ingresos por encima de los 24.000$, se habrá duplicado hasta los 100 millones, el 30% de todos los hogares urbanos. Así que, aunque ya sabemos que no es el paraíso y que no todo es de oro en este país, las multinacionales tipo Disney, Starbucks, McDonalds, etc. hacen cola para abrir o ampliar sus negocios.

Disfrutamos pedaleando por la agrícola Yunán, con esos paisajes tan "chinos". Pasamos de las plantaciones de tabaco (principal exportación de Yunán) de los primeros días a posteriormente las de arroz, maíz y muchos vegetales. Vegetales que científicamente denominamos "hierbas", pues son de muchos tipos y formas, casi todos ellos desconocidos para nuestros (admitimos que) agrícolamente incultos ojos. Lo que llama la atención es que, especialmente en los valles, los lugareños no dejan un resquicio de tierra sin sembrar y cuando está empinado -algo que ocurre muy a menudo en Yunán-, ahí están las preciosas terrazas para salvar las cuestas. Aunque se ve algo de tecnología, casi todo el trabajo agrícola es a mano.

Tras la architurística Dali nos desviamos un poco de la ruta natural a Lijiang por un camino empinado y lleno de barro pero bonito, para ir a Shaxi. El pueblo es una belleza de piedra, casas antiguas, templos y comercios estilosos y, aunque hay turistas, no es la aglomeración de Dali.

Shaxi era una parada importante en la Ruta Té-Caballo, una especie de Ruta de la Seda entre China, Tíbet, India y Myanmar, en la que, entre otras cosas, se intercambiaba té (hasta 1,5 millones de kg se enviaron a Tíbet en 1661), por caballos (unos 20.000 al año entre los s.X-XIII). Lo siento, no tengo información del mismo año para saber cuántos kg de té costaba un caballo. La ruta adquirió relevancia en el s VII y comenzó su decadencia en el s XVIII, hasta que murió en 1949.

Muy-muy-muy afortunadas, yo y la bici, solo rasguños
En un descenso llegando a Lijiang Bego patinó con la bici sobre una mancha de aceite y se empeñó en limpiar una buena parte del asfalto con su brazo y cadera. Una visita al hospital (nuevamente ¡tres hurras por el Traductor de Google!), unos cuantos puntos de sutura en el brazo, moratones del tamaño de sandías con la coloración de Semana Santa y el cuerpo dolorido durante unos días no fue lo que más rabia le dio, sino el hecho de que nadie parara para socorrerla (que conste que yo iba por delante...).

Lijiang es otra belleza y así se lo ha reconocido Unesco. Aunque las masas de turistas -unos 8 millones anuales- presagiaban que fuera a ser el exceso que es Dali, lo cierto es que su parte vieja es lo suficientemente grande como para acomodar a mucha gente. Es un gusto pasear por sus calles empedradas, junto a regatas de agua transparente, con casas tradicionales cuidadas al detalle. A veces parece un poco Disneylandia de tan cuidado que está y de tanta tienda de recuerdo que hay, pero el conjunto es precioso.

Lijiang, Patrimonio de la Unesco
Lijiang es el hogar de los Naxi, una etnia que plasma su matriarcado hasta en el lenguaje. Así, unir la palabra "femenino" a otra palabra aumenta su significado y unirla a "masculino", lo disminuye. Por ejemplo, la palabra "piedra + femenino = peñasco", mientras que "piedra + masculino = guijarro".

Seguimos hacia el norte por un par de bonitos pueblos históricos -Shuhe y Baisha-, para entrar en la Garganta del Salto del Tigre, por el noreste. El camino hasta la Garganta discurre por un parque nacional y su entrada nos iba a costar 37€. Confieso avergonzado y abochornado que, por mor de mantener el presupuesto a raya (y con la excusa moral de que nosotros no queríamos visitar el parque, solo cruzarlo), nos colamos en plan inmigrantes ilegales a eso de las cinco de la mañana. Los dioses chinos castigaron nuestra osadía e hicieron que nos lloviera encima durante todo el día (había alerta azul por lluvias... como dice un amigo, las alertas en China no pueden ser amarillas y, tal vez, tampoco rojas) así que a duras penas se adivinaban las estupendas vistas. Solo cuando al final del día cruzamos el Yangtzé en un ferry tras una larguísima bajada de más de mil metros de desnivel, el cielo se abrió y empezamos a disfrutar del paisaje.

Garganta del Salto del Tigre
La Garganta del Salto del Tigre es un espectáculo. Con 3.900m desde la parte más alta de sus nevadas cumbres hasta las turbulentas aguas del río Yangtzé (aquí llamado río Jinsha) es una de las gargantas más profundas del mundo. Los chinos lo saben y, a fe mía, la visitan. A pesar de ello, merece la pena.

Abandonada la garganta comenzamos a subir y subir hasta la meseta tibetana. Subiendo vimos a algún ciclista chino y bastantes moteros de viaje, con motos grandes, otra novedad en este país en el que antes no estaban permitidas. Nos tocó un día de lluvia intermitente y cuando el cielo se abría el panorama de montañas y bosques era una maravilla. Comenzamos a "ver" Tibet no solo en los paisajes, sino también en las caras de la gente, en su amistosa actitud hacia los extranjeros, en los saludos (el tibetano "Tashi dele" en lugar del chino "Ni hao"), en los grandes, muy bonitos e interiormente poco aprovechados caserones, en los yaks (y la venta de su carne en tiendas y restaurantes), en los mastines (con los que los turistas se sacan fotos), en los bailes,...

Llegada a Shangri La
Por fin, tras una noche en un homestay tibetano -un desastre de lugar pero una dueña encantadora- llegamos a Shangri La. Nombre más evocador no se puede pedir para esta ciudad a 3.300 m de altura y que los tibetanos comparten con los han, los bai, los hui y los naxi. Aunque su parte vieja se quemó casi en su totalidad hace un par de años y sus reformadas calles están repletas de turistas, la ciudad no nos decepcionó. Tiene además su ambiente genuinamente local y muchas mujeres visten ropas tradicionales, acuden píamente a hacer girar la mayor rueda de oración del mundo (título que alguna otra rueda de otra ciudad china también ostenta), y después van todas a bailar en diferentes plazas.

Nos tomamos un día de descanso para el siguiente tramo hasta Litang, ya en la provincia de Sichuán, más de 400km con unos cuantos puertos de más de 4.500 m, una paliza absolutamente grandiosa. Pero eso ya lo contaremos en otra ocasión.

Un abrazo
Sufrimos mucho para conseguir salir de Myanmar por tierra, pero lo conseguimos in extremis! De la colección "los ángeles existen", y afortunadamente las normas pueden saltarse en ocasiones.
Alforjas chinas. Una visión muy rara en estos días.
Recogiendo el tabaco en el suroeste de Yunán, plagado de campos de tabaco. Grandes fumadores estos chinos.
Imágenes de Tengchong, una de las primeras ciudades por las que pasamos. Alucinábamos.
Nos costó mucho encontrar rutas fuera de las carreteras generales. Esta de dos días por la Reserva Natural de las Montañas Gaoligon ni siquiera estaba en los mapas que usamos (OpenStreetMaps), pero mirábamos el mapa, y por fuerza tenía que haber algo por ahí. Solitarias pistas de suelo empedrado.
El tendero de una pequeña aldea, alucinaba con nosotros.
En el noreste de Yunán se fumaba mucho en estas pipas, que estaban a disposición de los comensales en los "restaurantes"
Felices por nuestro empedrado
Seguimos el curso del Mekong algún kilómetro, para cruzarlo y dejarlo atrás. No lo volveremos a ver hasta... ¿quizá Vietnam dentro de un añito?
Los miles de nuevas carreteras de China implican que en más de una ocasión nos ha tocado vivir las obras.
En Dali tuvimos que tener cuidado de no perder un ojo con el palo de algún selfie. Es impresionante el número de selfies que se hacen los chinos.
Scooters tuneadas en Dali
A la salida de Dali. La arquitectura de Yunán ha sido interesantísima. Cómo las casas han ido cambiando desde que cruzamos de Myanmar hasta la provincia de Sichuán. Da igual que todo lo viejo se esté derrumbando y se estén haciendo nuevas casas. Por allá por donde hemos pasado, se respetaban los diseños tradicionales.
Analfabeta. Desde Asia Central. Y enamorada de los "garabatos" chinos. 
Esta fue una jornada donde haríamos unos 70 kilómetros, y en los 70 no dejamos de ver a mujeres plantando arroz.
Es común ver a mujeres trabajando en las obras, algo que a nosotros nos llama la atención.
Se ven tan pocas bicis que las fotografío todas, especialmente si llevan alforjas porta niños como ésta.
Otra ruta elegida sin información. Bueno sí, le preguntamos al del hostal de Dali y nos dijo que sin problema, que por el puerto ese que atajaba a Shaxi pasaban autobuses y todo. Sin asfaltar, pero igualmente gloriosa. Solos.
No sabemos si Yunán es la huerta de más provincias chinas, pero lo que sí sabemos es que cultivan cada rincón que pueden.
Rincones de Shaxi
Shaxi. Una noche sin pegar ojo. Nos despertamos pasada la medianoche con un terremoto de 4.9 cuyo epicentro estaba a 20kms. La réplica fue idéntica. Me dan pánico los terremotos.
Pistas para nosotros solos. En China? Sí, haberlas haylas.
Una sopa de fideos es algo muy socorrido para una comida rápida. El "problema" es que te los plantan frente a una decena de boles de donde elegir los condimentos, y donde acabas echando vinagre por soja, cilantro por perejil...
Hugo pinchó al paso de un pequeño pueblo y algunos curiosos se acercaron. Esta abuelita tenía más de 90 años y seguía vistiendo con ropas tradicionales, con lo complejísimo que parecía la especie de "delantal" ornamentado que llevaba a la espalda.
Pues sí, otra vez solos por una carretera secundaria. Camino Lijiang.
Trabajando en la huerta con unas vistas espectaculares
Lijiang
Lijiang
Lijiang
En ciudades turísticas chinas, hay tiendas donde alquilan trajes tradicionales con los que pasear y fotografiarse.
Baisha, un pequeño pueblo a las afueras de Lijiang donde las lluvias hicieron que pasáramos dos agradables días.
A las afueras de Baisha
Umm... esto no pinta nada bien. El primer día que intentamos salir de Baisha y nos volvimos.
En Baisha. Otro pueblo, otro estilo. No sólo las casas cambiaban notablemente. La vestimenta también.
Cruzando el Yangtsé a punto de anochecer. Suerte que había ferry, suerte que dimos con él después de acercarnos al río en varios puntos sin resultado, y suerte que funcionaba a esa hora aún.
La Garganta del Salto del Tigre. Paredones de dos mil metros. Espectacular.
La Garganta del Salto del Tigre se llama así por la leyenda que cuenta que un tigre salto de un lado al otro, Quien dice un tigre....
En Qiaotou, una población que a pesar de estar en la entrada de la Garganta del Tigre los turistas no visitan por no tener ningún atractivo. Ninguno? Mirad cómo visten las mayores del lugar!
Llamativo ver que el traje tradicional no es algo para pasear por las tardes con las amigas, sino que realmente sea de uso diario, sombrero incluído.
Y ya sobre la meseta tibetana, aquí aún a unos tres mil metros.
Casonas tibetanas.
Una no elige donde pinchar, ni con qué pelos, ni en compañía de quién, o de quienes!!
El comienzo de la meseta tibetana.
Fotos con mastines tibetanos.
En Shangri La hay una rueda de rezos gigante que los lugareños y visitantes se encargan de que no deje de girar
Hermosos detalles de los tejados de muchas zonas de Yunán
Lugareñas de Shangri La bajando de rezar en el templo, y fisgoneando desde lo alto a ver quién estaba bailando en la plaza antes de unirse. Los dos días que estuvimos, en las dos plazas de Shangri La se bailaban bailes tradicionales al atardecer. Ambientazo.
Templo de Shangri La.
Están listos si creen que unos ciclistas se conforman con un plato de dumplings... Los probamos todos.
Gloriosa la cocina de Yunán. El paraíso de los veganos, aunque no fue nuestro caso. Si os fijáis, puede verse hasta cecina y morcilla con arroz. Entras al restaurante, vas directo al frigo, señalas dos o tres verduras y/o hortalizas, van para la cocina, y en pocos minutos tienes manjares sobre la mesa.
3 de junio.... dos años desde que salimos!!! En lo alto del primer puerto de Shangri La a Litang, alucinando con las vistas.
Bajadas que uno no quiere que nunca terminen.
Los casoplones de los pueblos de la parte tibetana de Yunán

8 comentarios :

  1. ZORIXONAK!!!!dos años de pura vida....
    Una vez mas entretenida lectura y fotos que narran vuestro viaje casi tan bien como leyéndolo!
    un abrazo!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias! Y ese nombre de misil norcoreano "Kirru MK II"? Ya tienes definida la escapada ciclista estival? Nos vemos en Mongolia? :-)

      Abrazo

      Eliminar
    2. nooo....lastima...no me va a dar tiempo a llegar a tiempo desde los Pirineos, no suena tan exotico como Dali o Lijiang, pero tengo ilusion.... la transpirenaica me espera!!!

      Eliminar
  2. Magnificamente escrito! He disfrutado muchisimo con la lectura.

    ResponderEliminar