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2 de junio de 2010

Etiopía, fin de trayecto

La imagen que muchos tenemos de Etiopía es la de la pobreza y el hambre, de los niños barrigones cubiertos de moscas, de los paisajes desolados y yermos. Desde luego, pobreza se ve en las calles de Addis Ababa, en el campo, en las zonas turísticas, absolutamente por todas partes. Pordioseros, locos y desarrapados, descalzos, sucios y deformes, muchos tirados en mitad de la calle durante el día y más durmiendo en ella cada noche. Continuamente peticiones de ¡1 Birr, 1 Birr! (0,06€), de botellas vacías de agua, niños muy pequeños trabajando como limpiabotas, porteadores, arando la tierra... Sobre todo en el ambiente rural (más del 80% de la población) lo único que hay en exceso es pobreza. En consonancia, la ayuda extranjera representa más del 90% del presupuesto del gobierno.

Pero esta es sólo una cara, la cara triste, de la moneda. Etiopía tiene también su "gente guapa" (muy guapa), sus barrios chic en Addis, sus palacios, iglesias y monumentos, impresionantes paisajes verdes y rebosantes de agua, etc.

Única entre los países africanos (de hecho muchos etíopes no se sienten demasiado africanos), Etiopía nunca ha sido colonizada, manteniendo su independencia durante toda la Repartición de África, excepto por un periodo de cinco años (1936-1941), cuando estuvo bajo la ocupación italiana. Supongo que gracias a ellos los restaurantes ofrecen macchiatos, pizzas y pasta, alegría para propios y extraños frente a la gastronomía local, como luego contaré. Son únicos hasta en el calendario: Etiopía utiliza el de la iglesia ortodoxa copta, con siete u ocho años de retraso respecto al calendario occidental. El año nuevo etíope se celebra el día 11 de septiembre, o el 12 en los bisiestos. Total, que salí de Kenia en 2010 y entré en Etiopía en 2002. Me siento hasta más joven. Y tienen 13 meses (doce meses de treinta días y uno de cinco): su lema turístico es "13 meses de sol".

Lo de las fechas puede resultar confuso. El día de mi partida, el 27, coincidí en el aeropuerto de Addis con dos francesas que había conocido durante el viaje. Ellas estaban convencidas de que era día 26, fecha según el calendario etíope. Total, se quedaron en tierra.

Las horas también son diferentes (en eso no son únicos, Kenia y Tanzania tienen horario Swahili). El día comienza a las 6 de la mañana hora occidental y nuestras 6 de la tarde son sus 12 del mediodía. Un lío que más te vale aclarar cuando, por ejemplo, tienes que coger un bus; confundirse por 6 horas a las 3 (¿o 9?) de la mañana puede ser dramático.

Y su idioma, otro tanto. Uno se siente analfabeto en este país (os lo he puesto fácil, eh?): aunque hay carteles, documentos, etc., traducidos al inglés, mucho está escrito sólo en amárico. De origen semítico -como el hebreo, por ejemplo-, su alfabeto es silábico, esto es, tiene una letra para "ma", otra diferente para "me", otra para "mi", etc. 231 letras, una caña.

Los etíopes son muy sociables y protocolarios, y los saludos entre ellos también me llamaron la atención: bien son 3 o 4 besos o, cuando se dan la mano, se tocan hombro derecho con hombro derecho, algo no siempre sencillo para un servidor.

La historia etiope reciente es interesante y todavía tiene repercusiones. Monarquía absoluta durante siglos, con prácticas como Lebashay (niños que eran drogados para, supuestamente bajo los efectos visionarios de la droga, "descubrir" ladrones, a quienes la "justicia" inmediatamente cortaba manos y pies) y Quragna (acusado y acusador encadenados hasta que se hacia justicia), prácticas que no fueron abolidas hasta 1913. En 1974, en medio de una aguda crisis política y social, una revolución derrocó al emperador y dictador Haile Selassie I (también llamado Ras Tafari, ídolo de los rastas, no sé muy bien por qué), asumiendo el poder una Junta Militar conocida como el Derg, que instauró un régimen comunista. Inmediatamente el régimen utilizó el hambre como herramienta política para eliminar grupos étnicos y sociales que discutían su control. (La otra hambruna reciente fue en 1984, en parte conocida gracias a Bob Geldof y sus conciertos). Como satélite soviético en África oriental, Etiopía se lanzó a la guerra con Somalia para controlar una costa estratégica, destruyendo de paso este país hasta hoy. En 1991 el régimen comunista es derrocado en medio de una guerra civil. La nueva guerra con Eritrea de 1997 a 2000 finalizó con la independencia de Eritrea y se obtuvo la paz definitiva. Tras la independiencia de Eritrea, Etiópía se convirtió en un estado sin litoral, dependiendo en gran medida de Djibuti para sus exportaciones marítimas.
Con 1.127.127 km² Etiopía tiene una población estimada de 83.500.000 habitantes (2008). La esperanza de vida es de 52,92 años. El promedio de hijos por mujer es de 6,2, uno de los más altos del mundo.

Volviendo a las hambrunas, la verdad es que no se perdían nada. Bastante bestia el chistecillo, pero es que la comida etíope... El plato nacional es la injera, una especie de crepe esponjoso hecho con un cereal que se llama teff y que se cultiva en Etiopía, después de hecha la masa se deja fermentar tres días con estiércol (mmmh) antes de cocinarla en una fuente de barro plana y redonda de unos 40 cm de diámetro. Una auténtica alfombra. Se come -con la mano- con diversos guisos picantes de carne ó verdura llamados wot o wat. Me tienen contento. Eso sí, tienen unos zumos riquísimos, fríos, densos (se pueden comer a cucharadas), por 0,40€ el cancarro. Mi favorito es el spriss (o algo parecido), un trifásico a base de varios zumos dispuestos en capas y que en esta temporada era, generalmente, mango, papaya y aguacate, servido con un trozo de lima. Mmmmh.

Son gente muy religiosa. Etiopía es la segunda nación más antigua del mundo en adoptar el cristianismo como religión oficial después de Armenia. Rezos, inclinaciones, genuflexiones cuando se acercan o ven una iglesia, aunque sea en coche. En los viajes en autobús el interventor recoge dinero en una bolsa (como en misa) para entregarlo en alguna iglesia de camino. Por otro lado, curiosamente muy a menudo las iglesias permanecen cerradas y la gente reza fuera, de cara a las puertas y ventanas del templo. Cuando están abiertas hay que entrar descalzo. La liturgia de la iglesia ortodoxa es bastante diferente a la católica.

Mayo también es el mes de las bodas en Etiopía. Coincido con varios bodorrios en el mismo Addis: entre los invitados se mezclan trajes occidentales con tradicionales: mujeres cubiertas con paño blanco, muchos hombres vestidos de blanco, buena música durante la ceremonia con percusión, palmas, "irrintzis" y cánticos repetitivos pero bonitos.

Addis Ababa

A 2.400m de altura tiene una temperatura primaveral, aunque por la noche hay que ponerse "una rebequita".

Amplia y llena de cuestas, cuajada de edificios filosoviéticos, estatuas de obreros blandiendo enormes martillos y taxis marca rusa Lada, habitada por gente guapa y desarrapados que deambulan por sus concurridas calles codo con codo, simpático ambiente nocturno, aunque con bastante prostitución...

No hay mucho que ver en Addis, pero es una ciudad agradable para pasear, sentarse en las terrazas y ver la gente pasar. El cercano valle del Rift está lleno de restos de nuestros antepasados y en uno de los museos de Addis está "Lucy", uno de los homínidos más antiguos nunca descubiertos. Visito el mercado Markato, supuestamente el más grande de África, aunque eso ya lo hemos oído de otros mercados. Es un lugar aparentemente frecuentado por raterillos, pero salgo indemne, ¡nadie me ha robado! En este y en otros mercados etíopes la zona de frutas y verduras recuerda a las primeras imágenes de "El perfume": basura, restos de comida de días o semanas, mugre acumulada. Me explico un poco mejor lo de la corta esperanza de vida...

La ruta del norte o histórica

Abandono Addis y me dirijo al norte, en una furgoneta que monto a la excelente hora de las 3 de la mañana (hora occidental). La furgoneta en cuestión vuela raso: cuando los etíopes se metan en el mundo de la Fórmula 1 Fernando Alonso ya se puede retirar. No en vano, la cazadora de nuestro chófer era de Ferrari.

Cuando amanece, el paisaje es grandioso. Por una carretera salpicada de vez en cuando por tanques abandonados de alguna guerra anterior, cruzamos la espectacular garganta del Nilo Azul. Aunque el Nilo Azul contribuye con aproximadamente entre el 80 y el 90% del caudal del río Nilo, ahora no hay mucha agua, tiene que llover más..., aunque confío en que no sea ahora.

Es precisamente junto a Bahir Dar, en el sur del lago Tana, donde nace este río. Las famosas cascadas cercanas parece que han perdido gran parte de su esplendor desde que construyeron una presa, así que paso de visitarlas. Los que no han perdido ese esplendor son algunos de los monasterios que hay en las islas del lago. De los siglos XIV-XVII, tienen iglesias circulares, con tres círculos concéntricos representando la Trinidad -con la réplica del Arca de la Alianza en el círculo interior, sancta sanctorum de la iglesia y absolutamente off limits-, cinco puntas encima de la puerta principal simbolizando los cinco clavos de Cristo crucificado (los ortodoxos etíopes insisten en que fueron cinco, incluyendo la lanza en el costado), siete huevos de avestruz en una cruz sobre el tejado simbolizando los siete días de la creación o los siete sacramentos y, en fin, muchas pinturas muy interesantes y curiosas sobre historias de los biblios sagrados etíopes que no forman parte de la biblia católica.

Nosotros visitamos las islas en barcas a motor, pero los lugareños se mueven en balsas hechas de papiro, de aspecto bastante frágil y poco "acuadinámico" o como se diga.

La siguiente etapa fue Gonder, llamada la Camelot africana, otro Patrimonio de la Humanidad. Murallas y castillos le confieren un toque un tanto irreal, como de ¿qué hace esto aquí? Cada rey se hacía un castillo nuevo -caprichocilla esta realeza-, así que hay unos cuantos, en diferente estado de conservación. Por aquello de estar a buena altura y tener agua fue una de las capitales permanentes del imperio etíope. Bueno, agua no sé si hay, pero de Gonder también es conocido el Tej, un vino hecho de miel, que se bebe con facilidad y, me temo, deja una potente resaca.

De trekking

¿Quién dice que la máquina del tiempo no existe? Saliendo de Gonder hacia el norte, hacia Debark, pasamos por pueblos que parecen haber sido atrapados en la

Edad Media. La civilización no se ha asomado mucho por estos lares y tardamos cinco horas en recorrer 90km, aunque los chinos, como no, ya están construyendo una carretera. Es sábado, día de mercado en la mayoría de estas aldeas, y están llenas de pastores y agricultores de caras oscurecidas por la mugre, sin dientes unos y con perfecta dentadura otros, pero con magníficas sonrisas todos; harapientos unos, con ropas occidentales de quinta mano, y elegantes otros, tocados con sus ropas tradicionales, con esos mantos que utilizan para todo -para dormir, para protegerse del frío y del sol, para ensalzar su cabeza o llevar al bebé a cuestas-. Podríamos estar en Asia Central, en Afganistán o en algún otro "-stan", pero estamos en las montañas Simien del norte de Etiopía.

Nos unimos tres canadienses, un francés y un servidor para hacer un trekking de 6 días, hasta el pico más alto de Etiopía, el Ras Dashen, de 4.543m. Vamos con un "explorador" (que no guía), armado con su Kalashnikov -para protegernos de todo mal, como dice Pedro Navajas- una cocinera y dos mulas con sendos muleros. La cocinera habla cuatro palabras de inglés y el explorador literalmente sólo dos ("English finish!"), así que la comunicación es complicada. Por suerte el francés sabe decir alguna cosilla en amárico y nos vamos entendiendo.

El paisaje es espectacular, con montañas de hasta 4.500m y precipicios que parecen tener otros tantos metros de profundidad. Apabullante, no me extraña que sea otro Patrimonio de la Humanidad. Durante el día el sol calienta con ganas, pero por la noche hace un frío polar. Por todas partes hay grupos, en casos de hasta cien o más, de babuínos gelada, peludos y con el pecho rojo (y que, a pesar del nombre no son babuínos, sino monos). Vemos también ibex de potentes cornamentas, numerosas rapaces y, en fin, sufrimos en nuestras carnes el embate de pulgas. El animal que más nos gustó, sin embargo, fue un dulce, saltarín y simpático corderillo que elegimos, nuestra cocinera despiadádamente degolló y preparó, y nosotros devoramos sin ningún signo de arrepentemiento. Carne fresca p'al body.

La vuelta a Debark la hacemos dando tumbos en camión con por lo menos otros 50 lugareños, alguna que otra gallina y bastantes Kalasnikov. Tenemos que ir medio escondidos, pues está prohibido que los extranjeros viajen en estos camiones. Al principio la gente canta y da palmas, muy pintoresco todo, pero conforme va subiendo gente esto se hace imposible, salvo que no quieras aplaudirle la cara al vecino.

Al norte

Seguimos (con toda la troupe) camino hacia el norte, a Axum. Descendemos por una "ca

rretera" -es un decir- espectacular, tanto por lo virada y polvorienta como por las vistas sobre las Simien, de los 3.000m de Debark a unos 800m, para subir otra vez a los 2.400m de Axum. Si hasta ahora había bastantes zonas verdes, el paisaje se hace agreste, reseco, pura roca. Empezamos a ver dromedarios. Incluyendo paradas y pinchazos, 10 horas para hacer 260km. Alegría y buen humor.

Axum, antigua capital del imperio etíope durante unos mil años hasta el s.VII, un imperio que muchos ponen a la altura del romano o del persa, está cuajadito de monumentos y restos arqueológicos, aunque se calcula que el 85-98% está todavía sin descubrir. Además de palacios (de la Reina de Saba, por ejemplo), piscinas reales, tumbas, piedras trilingües como la Rosetta y otras lindezas similares, los más impresionantes son las estelas u obeliscos, monumentos funerarios monolíticos de hasta 33m de altura. Uno de ellos, de 24m, se lo llevó Mussolini cuando invadió Etiopía y ha estado en Roma hasta que lo han vuelto a colocar en su lugar original en 2005. Junto a uno de los grupos de estelas está el lugar que contiene lo que los ortodoxos consideran es el Arca de la Alianza original, con las Tablas de la Ley incluidas. No se puede visitar el templete que la contiene (la iglesia sí puede ser visitada por los hombres, pero las mujeres no pueden visitar ni este ni otros templos) y tienen a un pobre monje desde hace 15 años cuidándola día y noche. Una cárcel, como nos dijo un cura.

Saliendo de Axum, visitamos Yeha, unas ruínas de unos 2500 años bastante bien conservadas. Se han unido al grupo una alemana y un japonés; parecemos la ONU. Seguimos camino por más paisaje rocoso, muy cerca de la frontera con Eritrea, con quienes no están en guerra, pero las relaciones son complicadas, lo cual se nota en la presencia militar. De hecho, desde el monasterio de Debre Damo se ve Eritrea. A este monasterio nuevamente sólo pueden entrar los hombres y para entrar hay que trepar 15m verticales por la roca, ayudado por un par de cuerdas..., y un grupo de chavales tirando de ti a cambio de una propina.

Y ahora, p'al sur

Menos conocidas que las de Lalibela, la zona de Tigray esta repleta de iglesias rupestres, total o parcialmente excavadas en roca. Lo que tienen de bueno es que muchas de ellas están en mitad de las montañas, en un pico o en una cueva totalmente apartada del mundanal ruido. La
de Abuna Yemata Guh fue la más espectacular que visitamos, tanto por la iglesia en sí -pequeña, coqueta, llena de frescos- como por su localización, en un "marco incomparable", un peñasco rodeado de montañas, peñasco al que hay que trepar unos 30m, esta vez sin ayuda de cuerdas, y recorrer un muy estrecho paso con unos 200m de caída. Glups. Algún compañero de viaje no pudo llegar.

Pasamos noches en Wukro y en Mekele, ciudades agradables y llenas de ambiente (a estos etíopes les gustas salir de marcha), aunque sufrimos un poco para dormir por la manía que tienen algunos de pregonar su fe a los cuatro vientos y pasarse toda la noche con cánticos religiosos por el altavoz. Si por mi fuera, todos los muhecines prohibidos o, por lo menos, sin altavoces.

Más "marcos incomparables" en la carretera entre Mekele y Lalibela. Este país está cuajado de enormes montañas y las carreteras, con mil y una curvas de aspecto no siempre muy seguro, son de quitar el hipo.

Tras otra paliza de diez horas en camioneta, llegamos a Lalibela, otro Patrimonio de la Humanidad -ya he perdido la cuenta-. Las once iglesias excavadas en la roca hace nueve siglos, a martillo y cincel durante veintipico años, son una maravilla. Si alguna vez escribo un guión cinematográfico, alguna escena transcurrirá aquí..., aunque primero habrá que

matar a los millones de moscas que llenan la ciudad (aunque en teoría debería estar llena de pulgas, pero sólo vemos moscas).

De Lalibela de vuelta a Addis. Hacemos en un día (17 horas del ala), lo que los buses suelen hacer en dos. Menos mal que la carretera es una preciosidad. Hay muy poco tráfico, cuando menos de coches, pero cada cinco minutos tenemos que frenar por la invasión de rebaños de ovejas, cabras, dromedarios, burros, caballos, vacas. Y esta es una de las carreteras principales del país...

De hienas y ciudades amuralladas

¿Cuántos pasajeros caben en una furgoneta africana? Respuesta: uno más. Sieeeeeeempre cabe uno más y así pasamos la noche 20 almas en una furgo entre Addis y Harar, conducidos o, mejor dicho, pilotados, por el primo loco de Schumacher.

(Por cierto, si uno tiene un billete de avión internacional de ida y vuelta con Ethiopian Airlines, los vuelos interiores cuestan aproximadamente un tercio del precio original, lo cual los hace bastante asequibles. Puede merecer la pena, sobre todo si se tiene poco tiempo..., o algo de apego a la vida en este mundo.)

Llegamos a Harar a las 4 de la mañana y el comité de bienvenida fueron un par de hienas por la calle, rebuscando entre las basuras. Mis compañeros de viaje, ni se inmutaron. Además de ser Patrimonio de la Humanidad, con su parte antigua amurallada, sus mercados llenos de mujeres adare, oromo y somalí y su mezcla de cultura cristiana y musulmán, a Harar se la conoce por la tradición de dar de comer a las hienas todas las noches. Aparentemente durante una hambruna alguien del lugar decidió dar de comer a las hambrientas hienas para que no atacaran a la población o al ganado. La tradición permaneció y ahora todas las noches, en un par de lugares fuera de las murallas, las hienas acuden a ser alimentadas. Las que no se quedan satisfechas, deambulan por las basuras de la ciudad porla noche. La turistada de rigor es darle de comer a las hienas. Así que, junto al "hyena-man", en la punta de un palito de unos 3cm de largo pones un trozo de carne, la hiena se acerca y, con lo que son las mandíbulas más potentes y trituradoras del mundo animal, lo coje delicadamente. Realmente el palo medirá 30cm, pero cuando tienes una pedazo hiena delante, el palo parece ridículamente minúsculo. Hay gente que se coloca el palito en la boca... Es duro esto de ser viajero.

Harar es también el centro del khat, una planta cuyas hojas mascadas producen un efecto excitante y vigorizante, un poco al estilo de la hoja de coca en los países andinos, y son muy consumidas en Etiopía, Yemen, Djibuti, Arabia Saudí y ahora se exportan a UK, USA. Suponen un auténtico vicio entre la población, que puede estar rumiando khat durante horas. ¿Su precio? Un buen manojo de khat cuesta en las calles de Addis unos 50Birr.

Vuelta a casa

Y, por fin, vuelta a Addis Ababa, con tiempo justo para coger el avión que me va a llevar a Madrid, fin de viaje, snif, snif. En Madrid nos alojamos en un hotel de cinco estrellas, algo para lo que mi muy baqueteado 
cuerpo tras más de trece meses en África, no estaba preparado. ¿Quién puede resistirse a las obscenas montañas de charcutería, quesos, bollería, pastelería de un buffet de desayuno de un hotel de cinco estrellas, tras un año prácticamente a base de café instantáneo, arroz y pollo? Total, los de seguridad del hotel intentando vanamente apartarme del buffet de desayuno mientras un servidor, cual Saturno devorando a sus hijos, gruñía a cualquier otro cliente del hotel que osara aproximarse a MI jamón serrano y MI bollería...

Bueno, esto se acaba. Como dice una canción alemana muy romántica y delicada, "todo tiene un final, sólo las salchichas tienen dos". Os ahorro páginas enteras de filosofía barata sobre el viaje y las sustituyo por una sola idea: dicen que tras un largo viaje uno nunca vuelve al punto del que salió, porque éste ha cambiado y tú, seguramente, aún más. Probablemente sea cierto (aunque a mi Donosti me ha parecido igual que siempre), esperemos que sea a mejor.

Abrazos a todos y gracias por estar ahí

8 comentarios :

  1. Hola, me llamo Gustavo, soy de Argentina .He estado leyendo muchas partes del blog (todavia me faltan algunas) y debo decir que me ha encantado el viaje que realizaron, sueño con hacer un viaje tan a fondo de Africa.
    Quisiera saber si puedes decirme cuanto ha sido el presupuesto para cada uno que utilizaron.
    Gracias y saludos, espero que este no sea el ultimo viaje.

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  2. Hola Gustavo, gracias por tus comentarios. Si tienes oportunidad de hacer un viaje así, no lo desaproveches, es una experiencia estupenda, tanto por lo que haces... como por la envidia que das a los amigos :-). En cuanto al presupuesto, varía bastante por país, pero muy grosso modo nos ha salido por unos 1.000€ por persona y mes, viajando en pareja (viajando solo seguramente te sale más caro). Hay países de 20-25€ por persona y día (sobre todo en África occidental) y otros de 50-80€ o más (sobre todo en África sur y oriental). Y, huelga decir que depende del tipo de viaje que te guste, si coges aviones, si haces muchos safaris... Si quieres más información, no dudes en escribirme a h_alfonsomori@hotmail.com Un abrazo

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  3. Enhorabuena por vuestro viaje, una maravilla y tambien enhorabuena por vuestro Blog, me ha encantado vuestro estilo, muy interesante y muy bien relatado.
    Bienvenidos de vuelta a casa y a seguir viajando...

    Un saludo viajeros..

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  4. enhorabuena chicos. Todo un ejemplo para muchos de nosotros. Seguro que habéis disfrutado y aprendido muchísimo. Me alegro mucho y hasta la próxima vez que nos podamos encontrar por esas tierras de Díos.

    Enrique de Benín.

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  5. Buenas noches campeones!!! He seguido también vuestra ruta y muy atentamente. Mi gran pena y frustación fué cuando comentasteís que no pudisteis entrar en el pais que me vió nacer; Guinea Ecuatorial (parte insular) ¡¡patético!!
    No se si podeís profundizar un poco más en cuanto a la explicación del motivo.
    Saludos desde Barna, Ricardo

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  6. Hola Ricardo! Camerún no estaba en aquel momento en buenas relaciones con Guinea Ecuatorial, por lo que se negaban a emitir visados a todo aquel que no fuera residente. Un español residente en Camerún nos comentó que a una pareja de españoles con visado les habían negado recientemente la entrada una vez en la frontera. Creo que nuestros antepasados no dejaron muy buena imagen por ahí... De cualquier manera se quedó grabada en nuestras retinas la isla de Fernando Po cuando bajábamos del volcán Camerún, así que visitaremos tu país en cuanto podamos...
    Un saludo

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  7. Bego, qué raro; Camerún no emite visados de entrada a Guinea, es la propia embajada de Guinea en Yaounde el que los expide.
    De todos modos lo has dicho, esa foto desde el monte Camerún es genial!!! majestuoso!!!
    Saludos campeones!
    Ricardo,
    Barna, Cat

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  8. Buen post, creo que compartimos ideas sobre la equivocada imagen que la gente tiene de Etiopia. magnífico país y magnífica gente.
    JAM

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