Cruzamos la frontera a Kenia bromeando con los de inmigración. Buen comienzo. Parece que el sentido del humor abunda en este país: los keniatas, al referirse a su antiguo dictador, Daniel arap Moi, todo un campeón del robo al Estado, utilizan lo que decía Luis XIV : "L'Etat c'est Moi".
Pero hay que reconocer que la ciudad tiene su duende, sobre todo la parte antigua, declarada Patrimonio de la Humanidad. Con el Fuerte de Jesús protegiéndola, la parte antigua es un laberinto de calles angostas y edificios de puertas labradas y balconadas de madera tallada. Sucio y hecho polvo, pero misterioso al mismo tiempo.
De Mombasa subimos por la costa y, unos 150km antes de llegar a Somalia, nos topamos con la isla de Lamu, rodeada de manglares y playas. Parecida en parte a Zanzíbar y a Mombasa, con sus calles estrechas, su mezcla de razas, su cultura swahili (Jambo! Hakuna matata, pole, pole, etc.) y musulmán (más muhecines, grrrr). No hay coches, sólo burros, lo cual es muy simpático y pintoresco, pero implica una importante acumulación de boñigas de jumento, aunque misteriosamente sean recogidas con bastante rapidez. Conocimos a un buen grupo de españoles: María, Ainhoa, Pascual trabajando en un orfanato/hospital infantil (Anidan); Lola en un par de proyectos de comercio justo, artesanía de reciclaje, apoyo a las mujeres (Afrikable y otros); Clea en una escuela de Mombasa; Cristina, con otro proyecto de orfanato o similar; Eduardo donostiarra jubilado, dedicado al dolce far niente. Buen ambiente, nos hubiéramos quedado una temporada por aquí.
Tras un interminable viaje en bus, de vuelta a Nairobi, esta vez nos muestra otra cara, probablemente también apenada por la partida de Bego. Amanecemos en el bus que nos ha traido de Mombasa, entrando en Nairobi con niebla, lluvia y un atasco "cortazariano" de horas. Pero tras una buena ducha, Nairobi sonrie otra vez y no deja de ser agradable. Visitamos zonas populares llenas de gente, comercios, cafes.
Bego vuela hoy de vuelta :-((, esto se acaba... En fin, no nos pongamos sentimentales. Yo alargo un poco el periplo y vuelo manhana a Addis Abeba. No he podido ir por tierra porque en Nairobi no dan visados a no residentes y en la frontera terrestre tampoco. Unos pesados.
Un abrazo
A pesar de ser uno de los "highlights" de la guía, decidimos que el parque nacional de Kakamega, con semejante nombre, no podía traer nada bueno, así que seguimos camino hasta Kisumu.
Situada junto al lago Victoria, es la tercera ciudad de Kenia, pero relajada, sin turistas y con una luz especial, parece un pueblo grande. Es un gusto visitar los mercados sin que nadie te acose o comer pescado en un chiringuito junto al lago (ahí sí que te acosan, pero por lo menos es igual que al resto). Hace 50 años decidieron introducir perca en el lago para que se comiera los mosquitos.
No les salió muy bien: no sólo no se los comió sino que acabó con más de 300 especies de peces tropicales únicas. Eso sí, ahora tienen orondas y bien alimentadas percas de más de 200kg.
De Kisumu a Nairobi. Considerada una de las ciudades más peligrosas de África, se la conoce como "Nairobbery". Entre eso y sus conocidos barrios marginales (Kibera, Kayole, etc.) nos sentíamos como Dante bajando a los infiernos. Sin embargo, para nuestra sorpresa, el centro de Nairobi está limpio, el tráfico es ordenado y silencioso, las aceras (¡aceras!) son anchas, cafés y terrazas con ambiente, la gente va bien vestida, la temperatura es primaveral. ¿Estamos de verdad en África? Suponemos que si hubiéramos ido a Kibera la sensación habría sido otra...Situada junto al lago Victoria, es la tercera ciudad de Kenia, pero relajada, sin turistas y con una luz especial, parece un pueblo grande. Es un gusto visitar los mercados sin que nadie te acose o comer pescado en un chiringuito junto al lago (ahí sí que te acosan, pero por lo menos es igual que al resto). Hace 50 años decidieron introducir perca en el lago para que se comiera los mosquitos.
No les salió muy bien: no sólo no se los comió sino que acabó con más de 300 especies de peces tropicales únicas. Eso sí, ahora tienen orondas y bien alimentadas percas de más de 200kg.
La costera y principal puerto del África Oriental, Mombasa, sí responde un poco más a esa idea que tenemos de ciudad africana: calurosa (muy mucho), sucia, ruidosa. Es casi más árabe que negra y desde luego mucho más musulmana: ahí estaban los simpáticos muhecines recordándonos a las 5 de la mañana la grandeza de Alá. En estéreo y sensoround. Malditos.
Pero hay que reconocer que la ciudad tiene su duende, sobre todo la parte antigua, declarada Patrimonio de la Humanidad. Con el Fuerte de Jesús protegiéndola, la parte antigua es un laberinto de calles angostas y edificios de puertas labradas y balconadas de madera tallada. Sucio y hecho polvo, pero misterioso al mismo tiempo.
De Mombasa subimos por la costa y, unos 150km antes de llegar a Somalia, nos topamos con la isla de Lamu, rodeada de manglares y playas. Parecida en parte a Zanzíbar y a Mombasa, con sus calles estrechas, su mezcla de razas, su cultura swahili (Jambo! Hakuna matata, pole, pole, etc.) y musulmán (más muhecines, grrrr). No hay coches, sólo burros, lo cual es muy simpático y pintoresco, pero implica una importante acumulación de boñigas de jumento, aunque misteriosamente sean recogidas con bastante rapidez. Conocimos a un buen grupo de españoles: María, Ainhoa, Pascual trabajando en un orfanato/hospital infantil (Anidan); Lola en un par de proyectos de comercio justo, artesanía de reciclaje, apoyo a las mujeres (Afrikable y otros); Clea en una escuela de Mombasa; Cristina, con otro proyecto de orfanato o similar; Eduardo donostiarra jubilado, dedicado al dolce far niente. Buen ambiente, nos hubiéramos quedado una temporada por aquí.
Tras un interminable viaje en bus, de vuelta a Nairobi, esta vez nos muestra otra cara, probablemente también apenada por la partida de Bego. Amanecemos en el bus que nos ha traido de Mombasa, entrando en Nairobi con niebla, lluvia y un atasco "cortazariano" de horas. Pero tras una buena ducha, Nairobi sonrie otra vez y no deja de ser agradable. Visitamos zonas populares llenas de gente, comercios, cafes.
Bego vuela hoy de vuelta :-((, esto se acaba... En fin, no nos pongamos sentimentales. Yo alargo un poco el periplo y vuelo manhana a Addis Abeba. No he podido ir por tierra porque en Nairobi no dan visados a no residentes y en la frontera terrestre tampoco. Unos pesados.
Estare en Etiopia hasta el 27 de mayo. Si os portais bien, tal vez hasta os cuente como me ha ido.
Un abrazo
Hugo, porfi, no dejes de escribir. Un beso y buena suerte en ese viaje en solitario.
ResponderEliminarMe da mucha pena que este blog se acabe, snif, (aunque tengo muchas ganas de verte y de achucharte, chiquitín :-)}Espero que todavía nos reserves una nueva entrega, a ver qué cuentas sobre las curiosas iglesias etíopes. Yo, por mi parte, voy a terminar como empecé(creo), con una poesía africana. Espero que te guste. Hasta prontito. Muxus mil. Bel
ResponderEliminarVIAJE
Aunque llegué al final del viaje,
Jamás sentí que hubiera llegado.
Tomé la carretera
Que sube despacio la cuesta de las preguntas, y que me lleva
Incluso a descender a la tierra que lleva a casa. Yo sé
Que mi carne está limpiamente mordisqueada, perdida
Para el perturbado pez entre las vainas susurrantes-
Yo los dejé atrás en mi ruta
Y así también con el pan y el vino
Necesito la repartición de derrota y carestía
Yo los dejé atrás en mi ruta
Jamás sentí que hubiera llegado
Aunque amor y bienvenida me atrapan en casa
Los usurpadores pasan mi copa en cada
Banquete como en una última cena Wole Soyinka
Maravillosas historias, amigos. Un saludo de Andres y Estefania, los argentinos de Maputo.
ResponderEliminar