17 de agosto de 2025
Camino Ignaciano
El apóstol Santiago, El Cid Campeador, san Ignacio de Loyola y, si me apuras, incluso Hemingway; cualquier excusa es buena para montar una ruta turística alrededor de un personaje histórico. Tras haber abrazado al apóstol en la plaza del Obradoiro, pedaleado con nuestras "babiecas" por las estepas castellanas y libado "mi mojito en La Bodeguita, mi daiquirí en El Floridita", nuestro hilo conductor en esta ocasión ha sido el viaje que Ignacio de Loyola realizó allá por 1522 desde Azpeitia hasta Manresa. El nuestro ha sido un viaje menos ambicioso que el suyo, pues aunque sí salimos del Santuario de Loyola como manda la tradición, decidimos interrumpir el peregrinaje en Logroño. No solo porque es lo que daban de sí los ocho días que teníamos disponibles, sino porque parece que el resto del camino pierde enteros paisajísticamente hablando. Además, la potente ola de calor que asoló la Península esos días de agosto fue suficientemente dura en el norte; meterse en el desierto de los Monegros con esas temperaturas habría sido directamente suicida.
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