Páginas

10 de enero de 2018

¡Brunéi ejpañol!

Eso, como Gibraltar. Al fin y al cabo, la capital de Brunéi, a la sazón Kota Batu, perteneció al valiente y aguerrido imperio español durante 72 triunfales días. Que estuviera en sus manos poco más de dos meses ocurridos allá por 1578 es irrelevante, y que los heroicos conquistadores se tuvieran que largar -no sin incendiar previamente la infiel mezquita capitalina- por una potente diarrea no resta valor a la gloriosa gesta, llena de raza y bravura, que debe permanecer alta en los anales (!) de la historia. La religión, cómo no, estuvo detrás de esta "Guerra de Castilla", los españoles interesados en extender el cristianismo y evitar la propagación del islam, que el sultán de turno, Saiful Rijal, ya se estaba encargando diabólicamente de extenderlo en Filipinas.

La religión sigue estando muy presente por estas tierras. Entramos al sultanato de Brunéi un viernes, día de rezo. Desde que en 2013 Su Majestad el Sultán Haji Hassanal Bolkiah Mu’izzaddin Waddaulah Ibni Al-Marhum Sultan Haji Omar ‘Ali Saifuddien Sa’adul Khairi Waddien, Sultan y Yang Di-Pertuan de Brunéi Darussalam (si no os importa que rompa el protocolo, lo llamaré simplemente Sultán a partir de ahora) anunciara la imposición de la ley sharia para los musulmanes (dos tercios de la población), las reglas de convivencia se han islamizado. Así el rezo del viernes (como también lo es el ayuno durante el Ramadán) es obligatorio y las empresas que no estén cerradas los viernes deben hacerlo las horas necesarias para que sus trabajadores puedan acudir a él.

Nuestro gozo en un pozo. Sin ferry por ser viernes.
Mucho más grave para nuestros intereses y bienestar fue que el ferry que debía cruzarnos un río no funcionaba porque el barquero estaba presentando sus respetos a Alá (nos tuvimos que dar una buena vuelta hasta el siguiente puente bajo un sol de justicia), que todos y cada uno de los restaurantes donde queríamos reponer nuestras mermadas energías estaban cerrados (hasta que los dueños indios de uno de ellos, recién llegados del rezo, se apiadaron de estos hambrientos viajeros y nos invitaron a comer un delicioso biryani) y, en fin, que las poblaciones que cruzamos durante esas horas parecían lugares postapocalípticos, absolutamente desiertas. En aplicación de este nuevo reglamento y en una suerte de "finde interruptus", el fin de semana es el viernes y el domingo; el sábado es laborable. Una locura seguramente pergeñada por alguien que ni trabaja ni espera el fin de semana con deseo. Hablando de fiestas, están prohibidas las celebraciones públicas de fiestas no musulmanas, como la Navidad (lo cual a un servidor no le parece del todo mal) o el año nuevo chino. Los pobres chinos (11% de la población) se han quedado sin sus bailes y procesiones de dragones.

Alcohol, tabaco, drogas y prostitución también están prohibidos en esta "morada de paz", que es lo que en árabe quiere decir darusssalam, parte del nombre oficial del país, Negara Brunei Darussalam; negara quiere decir "país" en malasio. El sultanato de Brunéi comparte este tipo de monarquía con nombre de componente químico únicamente con el sultanato de Omán. 

La mezquita Sultan Omar Ali Saifuddin, en Bandar Seri Begawan.
Las malas lenguas dicen que esta deriva hacia una sociedad aún más religiosa de lo que ya era antes está provocada por la disipada vida pasada del Sultán. Otros piensan que es para tener a la población más controlada. El Sultán, de todas formas, parece que santo, santo, no es. Para financiar esa vida de dispendio y despendole, tras construirse un palacio de 1.800 habitaciones por US$ 1,5 millardos, el Economist indica que en 2007 el Sultán transfirió US$ 8 millardos de las arcas del Estado a sus cuentas personales, así, para sus gastos varios. Durante un tiempo el Sultán fue el hombre más rico del mundo, aunque en 2015 había bajado al puesto 44. Un hermano del Sultán, Jefri, se pulió US$14,8 millardos; otro hermano, Mohamed, "solo" US$ 2 millardos. Ante un tribunal británico Jefri acusó al Sultán de apropiarse de US$ 40 millardos de la Agencia de Inversiones de Brunei. Después llegaron a un acuerdo extrajudicial y no se volvió a hablar ello. Enfadarse entre hermanos por calderilla, ¡qué vulgaridad! (A todo esto, no consta que los bruneanos, cuyo dinero era al fin y al cabo el que se estaban disputando los hermanos, dijeran ni pío.)

Brunéi, creado en 1368 e históricamente un imperio regional dueño de Borneo y algunas otras islas de la zona, empezó a declinar en el s XIX. Cedió Sarawak al británico James Brooke (el Rajá Blanco) y Sabah a la British North Borneo Chartered Co. En 1888 se convirtió en un protectorado británico y, aunque desde la Constitución de 1959 el sultanato gestionaba sus propios intereses (excepto asuntos exteriores, seguridad y defensa), no fue hasta 1984 cuando se hizo completamente independiente, con un poco práctico territorio partido en dos que suma 5.765 km2 habitados por 417.000 personas. Una enanez de país, del que no deberíamos ni conocer su existencia, pero el Sultán y el petróleo lo han puesto en el mapa.

Los pomposos Parlamento (izda.) y Ministerio de Finanzas (dcha.).
Brunéi tiene un parlamento democráticamente elegido. Claro que, en un exitoso ejercicio de estabilidad parlamentaria que le permita desarrollar las leyes pausada y adecuadamente, las últimas elecciones se celebraron en, ejem, 1962. Bien mirado, por lo menos los bruneanos se libran de campañas políticas. El poder, por tanto, recae en el Sultán, que por aquello de ahorrar salarios no solamente es Sultán, sino también es primer ministro, ministro de finanzas y ministro de defensa. Para colmo, disfruta de poderes "de emergencia" desde 1962, así que prácticamente puede hacer lo que le venga en gana con quien quiera. Además, como ya hemos comentado, gasta el dinero del país como si fuera propio, sin hacer distingos entre el banco central y su bolsillo. A pesar de todo ello, parece que el Sultán y su familia son genuinamente queridos por sus súbditos. Yo cada vez entiendo menos a la gente.

La omnipresente Shell, con su logo en Brunei.
Además del Sultán, tal vez la Shell tenga algo de poder en el sultanato. Desde luego, está presente por todas partes. Pasamos por la central de la Shell en Seria y por el monumento al barril de petróleo un millardo, barril que se extrajo en 1991. Monumento muy romántico y delicado. Medio Brunéi está surcado por tubos, subterráneos o no, supongo que para el transporte y gestión del petróleo y gas. Hay también multitud de bombas extractoras de petróleo, en parques, junto a la playa, en plazas. En general, todo está limpio y cuidado en estas zonas petrolíferas. Desde que el petróleo (y posteriormente el gas) comenzara a fluir en 1929, este país rezuma dinero, aunque sus calles y comercios nada tengan que ver con el lujo de los países del Golfo. En cualquier caso, según el FMI Brunéi disfruta de la quinta renta per capita del mundo en poder de compra. Sus habitantes apenas pagan impuestos, la educación es gratuita, la vivienda está subvencionada y el Estado es generoso con sus funcionarios. Mmmh, tal vez este sea el motivo del amor al Sultán por sus súbditos...

Una de las muchas bombas de varilla que veíamos desde la carretera.
El problema para la Shell y, sobre todo, para Brunéi es que las reservas de petróleo van a durar unos 20 años más y después... no se sabe qué van a hacer.  Podrían venir más turistas a pasear por sus junglas intactas (el petróleo de la costa ha evitado la destrucción de la jungla para la palma aceitera, como en Sabah y Sarawak), pero la prohibición del consumo de alcohol y las pocas playas no ayudan. Desde el gobierno dicen que hay oportunidades en finanzas islámicas y en investigación de comida, medicamentos y cosmética halal, pero con mucho funcionario bien pagado con nulo espíritu emprendedor y demasiada burocracia, todo ello no termina de arrancar.

Están los que dicen que gracias a la aplicación de la ley sharia y la mayor religiosidad, Alá ayudará a descubrir nuevos yacimientos de hidrocarburos. "No necesitas trabajar; necesitas rezar", dicen.

Barca-taxis a los palafiltos frente a la capi.
Fuera de las rarezas de un país tan peculiar, lo cierto es que no tiene mucho para ver. Su capital, Bandar Seri Begawan, tiene la ciudad sobre palafitos mayor del mundo, una mezquita que está bien pero nos decepcionó un poco, algún mercado nocturno y poco más. La selva más virgen del mundo, que se calcula que tiene 130 millones de años, la rodea, pero ya la veremos en Sabah, Malasia.

La gente es amable, generosa y sonriente y con los que hemos hablado -tanto lugareños como filipinos, indios, paquistaníes y algún occidental- valoran la tranquilidad, la seguridad y la paz del lugar... tanta paz que raya en el aburrimiento mortal para algunos de ellos. Efectivamente, no parece que haya mucho que hacer por aquí y la gente se dedica a comer y comprar. Para juerguearse se van a Malasia, una ironía que un país conservador y musulmán como Malasia pueda ser destino de fiesta, pero supongo que todo es relativo...

Un abrazo

Pasamos tres noches en Brunei, la primera en Seria, la segunda cerca de Jerudong, y la tercera en Bandar Seri Begawan, por aquello de conocer algo más el país, porque siendo nuestro destino Muara, donde está la terminal de ferry hacia la isla de Labuan, con una noche hubiera bastado.
El país tiene una carretera principal que recorre la costa, con algunas secundarias paralelas por las que tratamos de ir siempre que pudimos, y alguna otra carretera hacia el interior de la selva. Como veis, Brunéi está partido en dos trozos no conectados entre sí.
Uno de tantísimos casoplones de Brunei, con más o menos gusto. Una de las características comunes que en esta foto no se ve, eran los 4 o 5 coches en el garage de cada una de ellas.


La rotonda de la tetera, en Kuala Belit, que descubrimos de casualidad buscando un restaurante. Algo de lo más estrafalario, pero que investigando un poco resulta representar al Sultán derramando su amor de manera igualitaria entre los cuatro distritos de Brunei: Belait, Tutong, Brunei-Muara, y Temburong. La bebida favorita de los bruneanos es la bebida nacional de Malasia, el teh tarik (té con leche condensada servido como la sidra para que le salga la espuma con la que lo sirven).
La mayor parte del recorrido la primera línea de costa está ocupada por villas y no es fácil acceder a las playas. Pero algún huequecito siempre se encuentra.
Estas bolitas son más curiosas aún desde lo alto, ya que los pequeños escarabajos que las forman buscando alimento entre la arena, tienden a dejarlas colocadas en llamativas formas geométricas.
El monumento al barril un millardo en Seria.
Mezquita tras mezquita, algunas de ellas muy nuevas.
Pedaleando junto a instalaciones de la Shell.
Conocimos a este pastún paquistaní mientras comíamos el segundo día y de nuevo no pudimos pagar por nuestra comida ni por ninguno de los tés que siguieron a continuación. Ya en el último té, cuando estaba determinada a pagar sí o sí, tocó el dinero que tenía en la mano y me dijo "aprende una cosa más, he tocado tu dinero, ahora es ya como si hubieras pagado". Nos contó cantidad de cosas de su vida, de su familia, de su país, de la bravura de su etnia, de sus negocios en Borneo... Un convencido de que Pakistán recuperaría Cachemira, y un ferviente musulmán que nos contó asistía incluso al rezo de las 5am. No era difícil ver esa marca en la frente que algunos llaman "el callo de la fe", la marca que se produce de tanto rozar la frente con la alfombra del rezo. Muy buena gente. (N de H: no se podía creer que no tuviéramos hijos)
La mezquita de Duli Pengiran Muda Mahkota Pengiran Muda Haji Al-Muhtadee Billah en Bandar Seri Begawan. He dicho.
La hermosa mezquita del Sultán Omar Ali Saifuddin en Bandar Seri Begawan, construida en 1958, y según algunos, una de las mezquitas más hermosas del mundo, lo que nos había generado demasiadas expectativas.
Frente a ella un barco ceremonial.
Seguimos bajo el monzón, así que los cielos cambian en minutos.

Como dice el refranero "cada loco con su tema". Hugo molesto porque habíamos perdido el ferry de coches y el "speedboat" no es lo mejor para las bicis, y yo preocupada porque estos barcos me parecen un ataúd. Viajas herméticamente encerrada, las ventanas de seguridad que no sé porqué tuve que mirar no funcionaban, y en fin...que no me gustan nada.
Y foto del 1 de enero del 2018, en la capi de Brunei. 2014 fue el año de la salida, emocionados con la novedad. 2015 y 2016 fueron años plagados de aventuras por Irán, Asia Central, el subcontinente indio, China, Mongolia... Y 2017 de lo más entretenido pero más tranquilito por el conocido sureste asiático. Demasiado tranquilo para mi gusto, así que ya estoy deseando ver todo lo que nos depara este 2018.

7 comentarios :

  1. Una buena lectura con mi café en una mañana lluviosa, gracias.
    PD. puedes saltar muy alto ...

    ResponderEliminar
  2. Bego, gran concepto el del “barco ataúd” que mencionas! Término que tiene una segunda acepción que es “barco ataúd petao” (dicese de aquel speed ferry con un 50% más del pasaje que el permitido que en su interior desafía las leyes de la física -incluso la cuántica-), Especialmente divertido cuando vas con niños y el estado del mar se complica seriamente. En fin, interesante entrada, como siempre, chicos. Abrazos! Ińigo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La verdad es que lo de viajar con niños le da otra dimensión a las cosas...

      Eliminar
  3. Al lugar no le encuentro mucho atractivo,no sé si lo del turismo iba a cuajar, y si le añadimos lo de la saria..., que no ayuda vamos.
    Pero he aprendido un montón de curiosidades para contar a mis alumnos-¡Gracias! Sois la Nieves Cocostrina de la geografía ;)
    Besos ***

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay que ser positivo: con un burkini se ahorra en cremas de sol

      Eliminar