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22 de diciembre de 2017

Singapur, the fine city

¿Woodlands? ¿Por qué Woodlands? ¡Si nosotros queremos ir a Singapur! Hasta lo que nosotros sabemos, ninguna señal de carretera en Malasia indica el camino a Singapur bajo este nombre. Por algún motivo que se me escapa, la dirección de los indicadores de carretera es Woodlands, una zona en el norte de Singapur, junto a la frontera. Misterio.

A pesar de estos intentos del innombrable por confundirnos, llegamos sanos y salvos, aunque un tanto acalorados, a nuestro cuadragésimo país de este viaje. El cruce de fronteras fue bastante peñazo por el lado singapurense, en donde un solo agente tenía que atender a un montón de moteros y unos pocos ciclistas. En algún sitio he leído que cada día cruzan a Singapur nada menos que entre 70.000 y 100.000 motos. Supongo que el menor coste de vida de la fronteriza Johor Bahru merece las esperas en inmigración y aduanas a los sufridos currelas. A nosotros nos tuvieron dos horas bajo un implacable sol que nos dejó la sesera a punto de ebullición, plop, plop, plop. Aunque todavía en el hemisferio norte, Singapur está a solo 137km del ecuador y el calor aprieta que da gusto.

Casas del barrio chino perfectamente restauradas.
El cambio de país es patente al poco de cruzar la frontera. La llamada Suiza asiática muestra rápidamente su orden y limpieza. Un artículo de El País dice que "Singapur es reconocida por sus bajos índices de criminalidad y por sus calles impolutas. The fine city, su etiqueta más común, juega con el doble sentido del término inglés: como adjetivo, fine significa bueno, hermoso, incluso puro; como sustantivo se refiere a una multa. La combinación perfecta."

Todos hemos oído infinidad de veces sobre la prohibición de vender chicles en Singapur (prohibición que, dicho sea de paso y visto lo guarra que es la peña, ya no me parece tan mal) bajo pena de un año de cárcel y multa de unos 3.700€. Pero en este país hay muchas reglas, restricciones y prohibiciones: la homosexualidad está prohibida -y te pueden meter dos años al trullo-, aunque se tolera hasta tal punto que el día del orgullo gay se celebra abiertamente por sus calles; un abrazo excesivamente cariñoso en público puede castigarse con un año de cárcel; si tiras basura en el lugar incorrecto o ensucias las calles, además de cuantiosas multas al infractor le pueden llegar a dar una escoba para que barra las calles con un cartel que reza “I am a litterer” (soy un guarro), regla que se aplicó casi 700 veces en 2014; y multas/penas similares por escupir, orinar, no tirar de la cadena del wc, cruzar calles como peatón por el sitio incorrecto, etc. Normal, diréis, pero es que aquí esas reglas se aplican sin discusión y, dicen algunas personas, crean un ambiente social un tanto paranoico, como de Gran Hermano.

¡Nos han movido hasta la fuente del león de sitio!
Más graves son las zancadillas gubernamentales para hacer la vida imposible a cualquier persona que ose salirse de las reglas no escritas, que sea de la oposición, que plante cara al sistema, que critique de alguna manera al Estado.

Nada ocurre en esta república sin el beneplácito de palacio, sin el visto bueno del People’s Action Party (PAP), partido que gobierna desde la independencia de Malasia, allá en 1965. Desde entonces, primero bajo la batuta del histórico Lee Kwan Yew y ahora bajo la de su hijo, Lee Hsieng Loong, Big Brother is watching. Por ejemplo, hace ya unos cuantos años la vida nocturna estaba proscrita y los artistas otro tanto. El gobierno decidió tras sesudos análisis que para atraer talento y buenos profesionales al país hacía falta diversión y creatividad. Así que se abrió la veda para ambas actividades, pero todo ordenado y organizado: bares solo en determinadas calles, lugares específicos de desarrollo artístico, censura cuando se pasan de la raya, etc.

Tener "coche" en Singapur significa en muchos casos tener "cochazo".
Impresionante la de coches de lujo que hemos visto en este país, pedaleamos
por delante de la máquina (edificio) expendedora de coches de lujo.
Hay quien defiende este estado semiautoritario o "dictablanda" por tratarse de un país tan densamente poblado (5,6 millones en solo 720 km2) y con potente crecimiento (2,5 millones de habitantes en 1980). Si las reglas no se cumplieran sería un caos, aseveran. Pobre excusa. Aunque pensándolo bien... conseguir lo que se ha conseguido en Singapur con los mismos chinos que unos cuantos kilómetros al norte escupen, gritan, empujan, tiran la basura en cualquier lado, se saltan las colas, arrasan con los peatones que se atreven a cruzar por un paso de cebra, etc., es realmente una azaña, un milagro bíblico :-)

Fuera bromas, lo cierto es que sus habitantes disfrutan de uno de los mayores niveles de vida del mundo y algunas estadísticas lo colocan como el tercer país más feliz del globo. No les doy mucha credibilidad a estas estadísticas y menos en un país en el que popularmente el éxito se define por las cinco "C": coche, casa, cash, credit card y (pertenencia a un) club. O en el que ir de compras por alguno de sus más de 150 centros comerciales sea el pasatiempo nacional... además de comer en alguno de sus 50.000 puestos de comida callejera o de sus miles de restaurantes. Pero está claro que el singapureño medio no vive mal. Si asomas tu cabeza díscola por encima del rebaño te la cortan, pero... ¿a quién no le gusta vivir en un país hiperlimpio, en el que todo funciona como un reloj, con un transporte público súpereficiente, sanidad de la mejor calidad, estupenda educación, zonas verdes por todas partes, diversidad, excelente comida, ambiente internacional, perspectivas profesionales, etc.? Más aún cuando tú, tus padres o tus abuelos eran unos inmigrantes con poco dinero y menos futuro en su país... Los expertos definen este tipo de felicidad como aquella que se consigue por cumplir los valores de uno, por la satisfacción de lo conseguido. Esto construye sociedades conservadoras, que no quieren ni oír hablar de cambios, así que parece que el PAP va a permanecer en el gobierno durante mucho tiempo...

En Singapur se encuentran todas y cada una de las tiendas de lujo del mundo
mundial.
Esta excelencia tiene su precio: recientemente el Economist colocó por tercer año consecutivo a Singapur como la ciudad más cara del mundo para vivir, por encima de Zurich, Hong Kong, Ginebra, Paris, Londres y Nueva York.

Para combatir estos excesos, el gobierno ha estado ocupado construyendo pisos de protección oficial, tantos que el 80% de la población vive en ellos. Compran sobre plano, a precios subvencionados, y tras tres o cuatro años de espera reciben un piso con un derecho de uso de 99 años. Un piso de tres dormitorios en uno de estos edificios de protección oficial cuesta unos 180.000€ de media: en el mercado libre ese mismo apartamento costaría fácilmente tres veces esa cantidad. Apenas hay sin-techo en este Disneypaís y para asegurar la armonía social y evitar guetos, cada bloque de viviendas mantiene el mismo mix racial entre chinos (74,3%), malayos (13,4%) e indios (9,1%) que en el conjunto del Estado. El gobierno favorece a las parejas casadas para otorgar estos apartamentos y así los jóvenes, las parejas gay o las madres solteras lo tienen bastante más complicado. Big Brother se las sabe todas.

Visitamos la Singapore City Gallery donde tienen una maqueta de los 16km2
que forman el centro, el 3,2% del total de la isla. De esos 16km2, la mitad han
sido ganados al mar. Por donde está Hugo se ven el montón de nuevas torres
(en beige) que ya están proyectadas y algunas de ellas iniciadas.
La ciudad, desde luego, no para quieta. Desde nuestras últimas visitas respectivas hace ya unos 25 años, observamos un cambio espectacular en una ciudad también espectacular: nuevos barrios construidos sobre el mar, incontables edificios nuevos de súper diseño, reforma de los antiguos barrios coloniales, nuevas bahías, parques, carriles bici,...

Singapur no solo construye hacia arriba, sino también hacia abajo. En determinadas zonas tiene hasta cinco niveles por debajo, incluyendo líneas de metro, autopistas, refugios y almacenes militares.

En esta ciudad hipermoderna, súpercool y megaflashy, nuestro céntrico albergue, Tree In Lodge, era un tanto más humilde. Propiedad de SK, un simpático cicloviajero que conoce a todo hijo de vecino de este mundillo (de hecho ya antes de nuestras llegada sabía de nosotros a través de terceros), reúne gente maja e interesante (como nosotros, diréis) y, ejem, a unos cuantos freakies, en un ambiente relajado y de buen rollo. Ayuda que SK, además de ser un pozo de saber y estar siempre dispuesto a ayudar, ofrezca un 50% de descuento a los cicloviajeros...

Probamos el "carrot cake", que ni tiene zanahoria ni es un pastel, sino una
tortilla de una masa de arroz en forma de patatas, con algo de rábano frito.
Si el alojamiento fue humilde a la par que agradable, nuestra alimentación también lo fue. Los hawker centres son lo más auténtico de la ciudad. Son los antiguos puestos callejeros que el gobierno, en su afán por organizarlo todo, sacó de las calles para poner orden e higiene. El Viajero de El País explica muy bien en qué consisten:

"Imaginaos un mercado municipal, de esos que tanto abundan por la geografía española. Quitad los puestos de frutas y verduras, retirad la carne y el pescado, borrar de vuestra imaginación los ultramarinos. Una vez hecho esto poner (sic) en su lugar puestecitos de entre 8 y 10 metros cuadrados donde cabe una pequeña cocina que trabaja como una locomotora a todo vapor, y donde entre una y tres personas van preparando platos (sin mucha variedad en general, entre dos y ocho posibilidades) que salen a una velocidad de vértigo y que son recibidos alegremente por una multitud hambrienta que espera haciendo cola. Multiplicad este tipo de puesto por varias decenas y añadidle cientos de mesas comunes donde se agolpan los comensales sin orden aparente previo. Bienvenidos a los hawker centres de Singapur."

Lagarto de los Jardines Botánicos. Más interesante que las orquídeas.
En este organizado y razonablemente limpio caos, bajo un mismo techo encontrarás siempre comida china, india, malaya y, en los más céntricos, también comida italiana, francesa, española, tailandesa, japonesa, coreana, peruana o americana. De to'.

Además de las interminables charletas en el albergue y la búsqueda de manduca, paseos en bici o a pié por barrios coloniales, templos, calles comerciales, jardines botánicos y parques llenaron nuestros agradables días en Singapur.

El último día pedaleamos hasta el aeropuerto por un carril bici costero. En el aeropuerto empaquetamos nuestras bicis como lo habíamos hecho en las últimas ocasiones: deshinchar las ruedas, girar el manillar, quitar los pedales (yo no pude con uno de ellos, partiendo la llave inglesa de lo duro que estaba), un poco de cartón y plástico de burbujas protegiendo las zonas más sensibles de la bici, algo de cinta adhesiva y poco más. Se supone que así se ve que son bicis y los de los equipajes las tratan mejor. Desgraciadamente, el de la línea aérea (Scoot) dijo que nainas, que con la seguridad del avión no transigía... y nos quedamos en tierra. Nos cambió gratuitamente el billete al de las 6 de la mañana del día siguiente a Kuching, así que teníamos unas horas para construir cajas alrededor de las bicis con el cartón que las tiendas del aeropuerto nos dieron... y una tonelada de cinta adhesiva. Hecho esto pasaron los controles y tras una noche dando vueltas por uno de los mejores aeropuertos del mundo, volamos a Kuching, la capital de la provincia malasia de Sarawak, en la isla de Borneo.

Un abrazo y felices fiestas...

Cuando vimos que algunos moteros venían preparados con paraguas para aguantar bajo el sol nos pusimos un poco nerviosos. En realidad fuimos muy poquitos los de la cola en comparación con la de motos que nos pasaban a derecha e izquierda directas a pasos automáticos gracias a estar ya registrados.
No vimos ni una sola casa antigua sin restaurar o al menos estar mantenida por fuera. Y bella la mezcla de estas casas con los nuevos edificios, en este caso el Pinnacle@Duxton que tiene los dos jardines más elevados del mundo.
Los templos en Singapur están impresionantemente bien cuidados y se huele el dinero invertido. El de la foto, el templo de la Reliquia del Diente del Buda, en el barrio chino.
Singapur
Los súper eco-árboles de los Jardines de la Bahía de Singapur.
Singapur, la nuit.
Calles del barrio musulmán o Kampong Glam.
Nos sorprendió lo moderno que era el sur del barrio musulmán
Al igual que en Malasia, en Singapur aprecian mucho los grandes murales.
Calles peatonales y la mezquita del Sultán
Detalles de un templo hindú
Allá donde fueras, haz lo que vieras. Redesayunando en Ya Kun Kaya Toast, una franquicia nacida de un chiringuito que daba buen café con finas tostadas untadas con mantequilla y mermelada de coco (kaya) y huevos medio hechos. ¿Y qué se come en estos sitios? Pues eso mismo.
Todo lujo en Singapur. Fuimos a los grandes almacenes Takashimaya en Orchard Rd, donde Hugo visitó a sus amiguitos de Lladró, un poco más modernizados.
El súper evento de los días previos a nuestra llegada había sido el desembarco de una cadena coreana de tés de burbujas (las burbujas no son otra cosa que bolas de gelatina, que conocíamos por lo populares que eran también en China). La cola comenzó a formarse la víspera. Todavía días después se formaba cola para disfrutar de ofertas como 2x1. (Nota de Hugo: estos singapurenses están majaretas, que diría Asterix)
También semanas previas a nuestra llegada habían desembarcado las dos compañías más conocidas de bicis de alquiler vía aplicación móvil, OFO (ya en Madrid), Mobike y una tercera, oBike. Estaban por doquier aparcadas en los lugares más peregrinos. Mucho desorden para lo que es Singapur, así que no sabemos si triunfarán. Desde luego, no hay ciclovías urbanas por donde moverse en el centro de la ciudad, fuera de la Bahía o el río, y compartir el carril bus con los enormes autobuses no es para todo el mundo.
Orchard Rd. "The Christmas Road", como decían en el hostal donde estábamos alojados. Y es que además de tiendas de lujo, era donde se habían concentrado todas las luces de Navidad.
De paseíto por el río.
Yo también ;)
(Nota de Hugo: y eso aunque estaba prohibido el tráfico de ganado, según reza la señal)
En la puerta del Tree In Lodge. Fantástico hostal donde conocimos grandes personas. Volvimos a coincidir con los cicloviajeros austriacos y el finlandés a quienes les habíamos pasado los datos del lugar, que nosotros habíamos recibido del cicloviajero Max que conocimos en Nepal. SK, a la derecha, es el dueño de este hostal por donde han pasado viajeros ilustres como Lontxo de Vitoria que lleva 20 años pedaleando por el mundo. SK era un pozo de información y se desvivía por compartirla y ayudar, gran persona. Igual que Michel, con quien nos hubiéramos quedado semanas y semanas de charleta, cuánto mundo tenía este hombre, ojalá coincidamos de nuevo por sudamérica. No nos acordamos del nombre de la alemana, médico convertida a "healer" y pro-terapias alternativas, que también le dio mucho juego a Hugo.
La ciclovía al aeropuerto pasa junto a las Domes de los Jardines de la Bahía.
La ciclovía continuaba por encima de la presa de la bahía. Ni tan mal.
Y junto al mar seguía hasta casi el aeropuerto. El casi son como unos cuantos kilómetros por autovía algo complicadilla, pero viable.
La cara que se nos quedó cuando no nos dejaron embarcar. En realidad este que veis fue el segundo intento, en el primero apenas habíamos cubierto el manillar y los cambios. 
Y así es como quedaron forradas de cajas de McDonalds, Starbucks, Lays, RedBull y todo lo que pillamos.
Y ya no queda nada para final de año, así que desde aquí nuestro deseo de unos felices días para todos vosotros, y lo mejor para el próximo año. Y si lo mejor-mejor no puede ser, por lo menos unos días en bici por ahí, que ya sabéis, con el dinero no se puede comprar la felicidad, pero sí una bici que es casi casi lo mismo.

11 comentarios :

  1. buau!! la verdad es que no tenia ni idea que Singapur fuese así, me ha encantado la descripción de la ciudad, cuanto me apetece conocer todos esos lugares de Asia por los que habéis andado, bueno mejor ciclado, estos ultimos meses.
    Ale, abrazote y urte berri on, barrigon.

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    1. Todavía estaremos unos meses por la zona... ¿No os apetece una vueltecilla por Sulawesi o por Bali? Los vuelos cuestan dos duros...
      Abrazo y felices turrones

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  2. genial escribir! Sufrí chinches en Singapur hace muchos años, es todo lo que recuerdo ... oh, y comida. ¡buena comida! ¡Feliz año nuevo!

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    1. Las chinches saben cuándo tienen terreno abonado...😀
      Un abrazo y feliz año

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  3. ¿Y la vestimenta no está regulada? ¿Se puede ir lo mismo con burka, pantalón corto,brazos al aire, cabeza cubierta o no, seas chico o chica?
    Muxuuuus

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  4. Fuera de la presión social que puedan ejercer las diferentes etnias sobre sus gentes (¿caso de las musulmanas, tal vez?) no hay, que yo sepa regulación alguna. Claro, es un país conservador y habrá que vestir con "decencia", pero nada más.

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  5. Hugo, Bego, veo Singapore y ya no se ni si me trae recuerdos. Todo tan diferente!!!! debe ser que desde el 89 al 2018, ha paseo mucho tiempo, no????😳😳😳😳😳
    Quizas es que nos vamos haciendo mayores, y se nos mueve hasta MerLion!!!!

    Feliz Noche vieja, pareja!!!. Y estupendos kms en el 2018!!! Seguid contando.!!!

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    1. Sí,hay zonas que están irreconocibles. Vas a tener ue volver por la zona, que la tienes muy abandonada. Y tal vez tu familia ni conozca Asia, no? ¿Puede ser un objetivo para el nuevo año?

      Así que, ¡Feliz Año 2018! ...y tal vez nos veamos en Asia.

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    2. Hope so!!!
      Monica y yo estuvimos 1 mes por Pekin-Shanghai-H Kong y Macau hace 2 años pero Guille y Telmo no han estado en Asia.
      Quien sabe....

      Buena ruta 18!!!!

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  6. Bego, Hugo, no dejéis de reportar...y de seguir disfrutando de vuestro viaje! Sobre todo quería desearos lo mejor para el 2018; en Navidad me invade un sentimiento un poco "ñoño" y en esta ocasión no me apetece mandar ningún comentario "vacilón", :)
    Beso y Abrazo! IRZ

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    1. A la Navidad en Brunéi ni se la ve ni se la espera. De hecho, desde la implementación de la ley sharía hace poco, está prohibido celebrarla públicamente. Como no le tengo gran cariño a la Navidad,estoy en mi salsa. Otra cosa es ue tampoco se esperan grandes eventos o fiestas esta noche de Nochevieja. En fin, es lo que hay.
      Que tengáis un estupendo año 2018. Todo lo estupendo ue pueda ser un año sin mi presencia, claro, que no será mucho. (Ya ves que yo no puedo evitar los comentarios "vacilones").
      Besos y abrazos

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