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29 de enero de 2016

En Rishikesh, India

Curiosamente, a pesar de haber pasado poco más de una semana en Rishikesh en octubre, el retorno a esta ciudad fue una suerte de vuelta a casa. Es una ciudad agradable, localizada en un sitio bonito entre grandes y verdes montañas, con el Ganges a sus pies, río que da vida y sentido al enclave. Por lo menos en esta época disfruta de un clima amable, primaveral durante el día y fresco durante la noche. Con tanto extranjero pululando por aquí, está llena de cafés, restaurantes y alguna pastelería, negocios que están enfocados en los gustos guiris y que hacen que este valle de lágrimas, que esta dura vida terrenal en nuestro tránsito hacia el karma, sea un poco más llevadera. :-) Y bueno, más que ciudad debería haberlo llamado pueblo, pues aunque Rishikesh tiene más de cien mil habitantes, la zona de ashrams, yoga y guiris se encuentra a unos dos kilómetros al norte de la ciudad y parece un pueblo.

El susodicho pueblo se autodenomina la capital del yoga y actividades espirituales, alternativas, o como queráis definirlas, que no quiero ofender a nadie. Cuajado como está de ashrams (lugares de enseñanza y meditación hinduista), centros de yoga (yoga a gusto del consumidor: anusara, hatha,
Sadhu alimentando vacas y monos
yongalini, bikram, ashtanga, hot, kripalu, power, dru, ninda, ananda, nada
,... y tantos otros tipos de yoga), reiki, meditación, shiatsu, medicina ayurvédica, masajes, reflexología, limpiezas de colon, qi gong, curación con prismas, astrología, shirodhara, etc., bien se merece el título. Hay tanto, tan
variopinto y tan extraño para mí que admito que ni sé de lo que estoy hablando, pero está claro que es un imán para mucha gente de todas partes del mundo..., y que poco a poco se está convirtiendo en una industria, mal que les pese a los acérrimos espirituales de este mundo.

Si en Katmandú nos llamaba la atención la fauna de guiris, aquí es lo mismo pero "en esteroides", como diría un americano. Faltaría el grupo de aguerridos ochomileros y su parafernalia montañera, pero a cambio el grupo de iluminados llega a cotas nunca vistas.

Reconozco que los iluminados me fascinan. Entre ellos hay tanto lugareños como guiris y son una buena tropa de ellos, que muestran cierta variedad: vestidos de alegre naranja o de blanco impoluto; con la cabeza rapada o con rastas; modernos hipsters o look vintage tipo Abba; con la frente adornada 
Vaca a la espera de un descuido del vendedor de hortalizas
con el consabido tercer ojo, o con toda la frente pintarrajeada; inocentes jovenzuelos imberbes o
 sabios ancianos arrugados; con muchos tatuajes la mayoría. Los saltarines y anaranjados crotaleros del Hare Krishna alegran la vista y el oído y dan una nota de color a las concurridas calles de Rishikesh.

En esas mismas calles coincidimos todos con los a veces juguetones, a veces agresivos monos y con las muy sagradas y, a fe mía, muy guarras vacas. Me repito con lo de las vacas, ya lo sé, pero es que es un ganado con problemas de incontinencia y permanente diarrea, que deja todo hecho un verdadero asco, sin que nadie haga nada al respecto (decía Gandi que no existe político en la India lo suficientemente audaz para tratar de explicar a las masas que las vacas pueden ser comidas). Como uno se pasea por ahí en sandalias, tiene que estar constantemente vigilando las suculentas y olorosas boñigas que decoran el suelo para no ahogarse en ellas, de lo copiosas que son. También están los que van descalzos..., que, si no tienes dinero para sandalias, vale, pero si eres un guiri "enrollao", humíldemente y sin acritud pienso que hay que ser medio tarao para hacerlo. Los vendedores de comida de los puestos ambulantes tienen que estar ojo avizor, palo en ristre y el tirachinas bien a mano para que monos y vacas no se coman los productos a la venta: cacahuetes, patatas cocidas, verduras, chapatis, una especie de higos, pomelos,...
Rosa sobre el puente peatonal en un milagroso momento sin motos.

Os lo creáis o no, la gente de esta capital espiritual no levita habitualmente y prefiere desplazarse en vehículos a motor. Aunque no hay muchos coches por la zona, sí que hay motos que se meten por cualquier lugar, sea exclusivamente para peatones o no. Para abrirse paso tocan el claxon continuamente, rompiendo la paz y espiritualidad del lugar..., y los tímpanos del personal. Y es que muchos colocan potentes bocinas de camión de tropomil decibelios en sus miserables motos...

Por las calles, como en toda India, uno se topa con unos cuantos buscavidas que viven del cuento y, desgraciadamente, con muchos mendigos, entre los cuales está el grupo de los tullidos, sin brazos, sin piernas, ciegos, en carrito, que te encoge el corazón y, qué remedio, te lo endurece, y que recuerda a "El callejón de los milagros" del egipcio Mahfoud.
Ganga aarti junto al río Ganges

Durante todo el día bastante gente se baña o, mejor dicho, hace abluciones en el Ganges, sea desde la playa fluvial y desde alguno de sus ghats. Además, todas los atardeceres se celebra un Ganga aarti, una ofrenda ritual al Ganges. Canturreos repetitivos pero alegres, música agradable, un paisaje estupendo, buen ambiente, una mezcla de espiritualidad y fiesta, de lugareños y guiris, sean turistas curiosos o profundos y ojicerrados espirituales.

En la escuela/ashram en la que Bego estudia y practica el yoga mientras yo zanganeo sin sonrojo, llevamos una vida ascética y monástica, pues están prohibidos el tabaco y el alcohol (como en principio en todo Rishikesh, aunque algún restaurante se salta la prohibición) y las puertas se cierran a las nueve de la noche. Por otro lado, tras seis semanas de vegetarianismo estricto, hasta las vacas que pueblan las calles de Rishikesh se apartan a mi paso; temiendo que les pegue un bocado si se despistan un momento.
Masaje de cabeza, cuello y espalda por el superpeluquero
Frente a esta vida de santidad, a veces nos dejamos vencer por los vicios corporales y terrenales y nos damos un antojo en forma de un muy, pero que muy aceitoso masaje ayurvédico, durante el cual mi única indumentaria consiste en un tanga bastante ridículo; menos mal que no hay fotos. Eso sí, el masaje, sea de cuerpo, cabeza, facial, o lo que sea, te deja como nuevo.

Habiendo dejado las bicis aparcadas y no formando parte del atlético grupo de aprendices de yogi, procedía por mi parte hacer algo de deporte, por lo menos para salvar el cuerpo aunque mi espíritu esté por los suelos. Es curioso cómo 18 meses de actividad ciclista prácticamente diaria no te prepara para correr. Bueno, quiero pensar que la parte cardiovascular estaba a tope, pero las piernas...., en fin, tras mi primer día de "correrías" por un precioso parque con monos, águilas y pavos reales (que vi) y, supuestamente, tigres, elefantes y leopardos (que no vi), apenas podía caminar. Para descansar las piernas, al día siguiente me centré en hacer abdominales: el próximo día no solo no podía correr, prácticamente no podía ni incorporar el cuerpo. En fin, creo que me voy a dedicar a levitar...
Kumbh Mela de Haridwar, "lavando" pecados.

Durante nuestra estancia en Rishikesh en la vecina Haridwar comenzó a celebrarse la que se dice que es la congregación religiosa más concurrida del mundo: la Kumbh Mela. Dicen las estadísticas que en el último festival se juntaron 170 millones de personas durante los aproximadamente tres meses que duró y que en un día acudieron nada menos que 30 millones de almas. Recordemos que los fines de semana de San Fermín, cuando no cabe un alfiler en Pamplona, se dice que hay un millón de personas; o que en Donosti para el espectáculo de la inauguración de la capitalidad cultural nos juntamos 50.000 personas (más o menos lo que cabe en una cabina de teléfonos en India). Pues aquí, 30 millones. De indios. Tela. Fuimos, un poco temerosos ante las potenciales hordas de gente, pero el espectáculo de ver a todos los sadhus (santones/ascetas/monjes hindús) vestidos con sus mejores galas (que a veces consiste en ir desnudo, con el cuerpo cubierto solamente con ceniza, como los naga sadhus), limpiando sus pecados en las aguas del Ganges, merecía la pena. Al final, ni tanta gente, ni tantos sadhus, tal vez por el frío que hacía..., que hasta los sadhus tienen que sentirlo, no?
Listo, ya tengo profa de yoga particular para llevar en la bici ;p
Y, por fin, Bego ya con el flamante título de profesora de yoga en las manos, y tras muchas horas de viaje, nos plantamos en Donosti. No veas qué espectáculos para darnos la bienvenida: miles de personas tocando el tambor por toda la ciudad, música, exposiciones, personalidades por todas partes..., y hasta un tiempo casi veraniego. Calculamos que en dos semanas terminaremos con las existencias de pintxos... y de vuelta a Katmandú a seguir pedaleando. Ya os lo contaremos.

Un abrazo



Uno de tantos dioses de la India, Hanuman, el dios mono
El ashram Parmath Niketan, uno de los más grandes, una especie de minipueblo. Delante el río Ganges, detrás las "faldas" de los Himalayas, frondoso, tranquilo,... lugares para relajarse y meditar, que "lamentablemente" cada vez reciben más turismo, lo que por otro lado les permite dedicar muchos recursos a varios proyectos sociales.
Reconozco que salí un poco asustada de la ceremonia del día anterior a comenzar el curso. Dos horas de cánticos incomprensibles, rituales que teníamos que repetir como monitos, un tío que venía, te pintaba la frente de rojo y te pegaba unos granos de arroz, otro que te ataba unos hilos a la muñeca, y ya por último, el kit de bienvenida: el intenso programa para las siguientes seis semanas, la esterilla, la letra de los cánticos en sánscrito, y para qué se supone que era el cacharrito aquel de sospechosa forma? Atemorizada.
Mis compañeros de curso, de los más variopintos. Diferentes nacionalidades, profesiones, pasados, intereses,... Y los profes llamativamente jóvenes, el mayor veintisiete añitos.
Fotos del móvil con baja calidad, pero Rishikesh era innegablemente bello
Abundante vida animal en los alrededores: aves, monos, y ardillas por doquier.
Terrazas sobre las que degustar un té de jengibre con miel y limón, con vistas a los templos y, por supuesto, al Ganges.
Peregrinos en Haridwar
Sadhus en Haridwar
Una gran sonrisota a cambio de un chai.
Uno de los libros de referencia que usamos durante el curso fue Hatha Yoga Pradipika, del siglo XV. Entre sus páginas se dictaba cómo mezclar con cenizas el semen descargado involuntariamente para aplicarse el unguento sobre el cuerpo...
Una vez más, Hugo siendo entrevistado para la televisión. En esta ocasión nos preguntaban cómo veíamos la fiesta religiosa de Haridwar y cómo íbamos a transmitirlo en nuestro país de origen. Por si no conocéis la respuesta: "a la India hay que venir, no hay manera de transmitir lo que se vive en este país".
Con compañeros del curso de yoga - Prashant y Ben - esperando un tecito a orillas del Ganges
Mientras Hugo disfrutaba de Rajastán, yo intentaba sacar el máximo partido al único día libre de la semana. Rafting en el río Ganges, aguas congeladas!
 Con Ismene y Prashant en una escapada en ricksaw al mercado de Rishikesh
Visitando cascadas, cenando con locales, disfrutando de paté mallorquín, aceitunas rellenas y otras viandas..
Agradecidísima de haber conocido a Ismene y Rosa. Increíble cómo se puede reunir tanto en tan solo dos personas.
Algo está cambiando en India. El periódico de mayor tirada ofrece un descuento del 25% a los anuncios de búsqueda de cónyuge que no filtren por casta, y descuento del 50% a los que no requieran una religión concreta.
En el metro de CAF al aeropuerto de Delhi. Otro más tachado de la lista. Siguiente el de Taiwan?
La comida en Rishikesh fue sota, caballo y rey. Desayunábamos fruta con puré de avena, comíamos arroz con legumbres y verduritas, y cenábamos chapati (pan) con más legumbres y más verduritas. Suerte que caía algún postre del que tripitíamos. Ni carne, ni pescado, ni huevos.
Y otra prueba más superada, seis semanas de parón donde confesamos que echamos de menos las bicis. Y más cumpleaños, ya sumamos 96 añitos. En dos años la centena!!!


7 comentarios :

  1. Buenas caras. Buen ambiente. Me gusta.
    Un fuerte abrazo a los dos

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    1. Te veo haciendo un curso de yogui un día de estos... Abrazo

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  2. Bego, una pena no haberte visto. Hugo intentó explicarme que cualquiera puede hacer yoga,pero .... A lo mejor tú-toda una maestra-me hubieras convencido. A vuestra vuelta o en Filipinas, sí? Muchos muchos besos :)***

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