Pocos países reúnen tantos atractivos de tanta categoría en tan pocos kilómetros como Jordania. En menos de 400 km de norte a sur -unos kilómetros que, estando donde están, rezuman historia por los cuatro costados- el visitante podrá disfrutar de las magníficas ruinas nabateas de Petra y las no menos magníficas ruinas romanas de Jerash, de mares en los que flotar para leer el periódico o en los que sumergirse para ver peces de colores, de altas y agrestes montañas y espectaculares desiertos, de antiguos mapas bíblicos sobre mosaicos cristianos e imponentes castillos de los cruzados, de los vibrantes zocos y los ricos restaurantes de Amman.
El párrafo anterior es digno de un folleto de agencia de viajes, ya lo sé, pero es que todo lo dicho es absolutamente cierto. Jordania está llena de cosas para ver y todas ellas están relativamente cerca entre sí. Así que, siendo tan rico y tan compacto, es un país perfecto para recorrer a pie o en bici y así exprimir no solo los atractivos turísticos de esos folletos de viaje sino también todo lo que ocurre entre ellos, todos esos pueblos y ciudades, todos esos paisajes por los que el turista motorizado pasa sin prestar atención y que a veces, con mucho menos glamour, son tan interesantes o más que los hitos turísticos.

En un principio nos planteamos recorrer el país a pie, algo logísticamente hablando más sencillo en su poblada mitad norte que en su vacía mitad sur. Tanto es así que en el sur, que es además su parte más atractiva, hay etapas en las que el caminante no encuentra poblaciones, lo que implica bien organizar entregas de agua diarias en varios puntos del camino, bien llevar en la mochila mucho peso en forma de comida y agua, ello además de la tienda, los sacos, las esterillas, etc. que el atento lector recordará que semanas antes habíamos comprado en el Decathlon de Riad, en Arabia Saudí, y no eran los equipos más ligeros del mundo. No nos gusta eso de llevar mucho peso en nuestro equipaje ni lo de tener que cumplir un programa, así que optamos por las bicis, que te dan más autonomía y en definitiva son ellas las que soportan el peso de los bártulos y no tus abnegados hombros. El
Jordan Bike Trail discurre por todo el país de norte a sur, por todo tipo de paisajes y pueblos, caminos y carreteras, a veces con pobres indicaciones para averiguar la ruta, pero nada que un buen
track para el gps o móvil no pueda suplir.
El 15 de marzo aterrizábamos en Jordania provenientes de Riad. No importa cuantas veces haya estado uno en el país, siempre sorprende el que llueva y haga frío en una región que en el imaginario popular es sinónimo de calor sofocante y desiertos en los que hasta los dromedarios tienen sed. A nosotros nos tocó lluvia y frío, qué se le va a hacer.
Para entrar en Jordania merece la pena sacarse el Jordan Pass, un paquete turístico que incluye el visado a Jordania y entradas a 40 destinos turísticos por 90/95/100€ (en función de que se quiera visitar Petra en uno, dos o tres días). Esta es prácticamente la única decisión difícil que hay que tomar antes de ir a Jordania (nosotros sugerimos que con dos días en Petra es suficiente), pues es un país volcado al turismo y todo es generalmente bastante fácil de organizar.
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| Falafel + humus + mutabal = felicidad |
Pasamos unos días en Amman para situarnos en el país, disfrutar de esta ciudad de 5 millones de habitantes a partes caótica y ordenada, y preparar el viaje en bici. Había que preparar también al cuerpo para las exóticas viandas que nos íbamos a encontrar por esos caminos de dios y a ello nos dedicamos en cuerpo y alma, comiendo delicias como hummus, mutabal (una especie de hummus pero cuyo ingrediente principal es la bendita berenjena) o, lo que se considera el plato nacional de Jordania, el mansaf, elaborado con cordero, arroz y un yogur seco llamado jameed. Sin olvidar los más que dulces postres regionales, rezumantes de miel, frutos secos, cremas,... Nos encantan.
Amman no tiene un río, un lago o un puerto que la comunique con el mundo, no tiene oro o petróleo en su subsuelo, no es una tierra fértil o un enclave estratégico. Amman es lo que es por la inmigración, eminentemente palestina, que la ha hecho crecer hasta sus cinco millones de habitantes en pocos años de una forma explosiva y desordenada, a base de convertir campos de refugiados "temporales" en establecimientos permanentes. En el centro de la ciudad no hay una calle recta, todo está en cuesta, la infraestructura es un caos, muchos edificios parecen a medio construir. Todo ello cambia cuando uno se dirige a las zonas pudientes, los barrios diplomáticos y de las organizaciones internacionales, con calles ordenadas, centros comerciales y plazas con terrazas. Por cierto, muchas organizaciones internacionales han elegido esta ciudad agradable y segura, la capital de un estado abierto y razonablemente neutral, como su base de operaciones para la región.
Además de callejear por sus partes antigua y moderna, comprar fruta en sus mercados y sorber cafés en sus terrazas, visitamos alguna que otra mezquita, iglesia ortodoxa, teatro y nimphaeum romanos, ciudadela bizantina,...
En
Cycling Jordan (su dueño, Sari, y todo su equipo son encantadores y ofrecen un estupendo servicio) alquilamos dos bicis Scott rígidas para 14/15 días (que al final fueron 16), con alforjas, herramientas, hinchador, etc. por 330€ las dos.
Aunque técnicamente el Jordan Bike Trail comienza más al norte, decidimos que íbamos a iniciar nuestro viaje en Amman. Eso implicaba tener que salir por carretera, entre coches, por una ciudad no siempre sencilla de navegar... pero en peores plazas hemos toreado. En la primera etapa hasta Madaba nos acompañó el buen tiempo, ni frío ni calor, y en pocas horas de fácil pedaleo estábamos visitando iglesias, mosaicos y museos. Desgraciadamente, los dos días siguientes el tiempo se puso en plan invernal, con lluvia y frío (y tal vez Bego incubando algo), así que nos quedamos un par de días extra en Madaba.
Visto lo visto, tal vez nos hubiera venido bien quedarnos un día más en Madaba. Un par de horas tras nuestra salida Bego pinchó ("yo no pincho nunca" había dicho pocos días antes) y, algo más adelante, yo me percaté de que el cuadro de mi bici estaba agrietado por el entronque con el tubo del sillín, señal de que éste era demasiado corto para un tipo como yo. Una llamada a Siri de Cycling Jordan bastó para solucionar el problema: nos traían una bici de recambio y nos transportaban a donde quisiéramos. Un gusto de servicio y de actitud.
El mecánico Alí nos recogió junto al Mar Muerto y nos llevó a nuestras bicis y a nosotros a Karak, cuyo grandioso castillo cruzado -de casi 900 años y que cayó en manos de Saladino poco después de su construcción- visitamos a la mañana siguiente.
A partir de ahí el panorama se hizo más agreste, más espectacular, todo era pura piedra como recién salida de las entrañas de la Tierra y tocó bajar y subir unos cuantos wadis, lo que se tradujo en potentes desniveles acumulados al final del día. También comenzó el Ramadán que, a decir verdad, prácticamente no nos afectó. Los jordanos son, por regla general, amables, simpáticos y comprensivos; entienden perfectamente que dos extranjeros, a buen seguro no musulmanes, que están viajando en bici, necesitan comer y beber y nadie dice nada o pone mala cara al verte hacerlo. La mayoría, si no todos, de los restaurantes estaban cerrados, pero los supermercados estaban abiertos y siempre encontrábamos un lugar discreto en donde devorar lo que pilláramos en ellos.
Los paisajes se fueron haciendo cada vez más grandiosos conforme avanzamos hacia el sur y así desde Dana hasta Petra todo es de película. Bueno, todo menos el segundo pinchazo de Bego ("yo no pincho nunca" :-)).
Qué os voy a contar de Petra que no sepáis. Para evitar las masas de turistas decidimos comenzar la visita por Little Petra y así entrar al recinto arqueológico principal por atrás, paseando tranquilamente de uno a otro y llegando a lo que se denomina "el Monasterio" con no demasiada gente. Entre este día y el siguiente visitamos todo lo visitable, trepamos a unos cuantos miradores y recorrimos varias rutas. Petra es una maravilla y, si se puede, hay que visitarla por lo menos una vez en la vida.
De Petra hacia el sur el desierto se hace cada vez más fotogénico, las poblaciones son menores y más distantes entre sí y los compañeros del camino son pastores y sus cabras o dromedarios. Coincidimos con un par de grupos de ciclistas, en rutas de varios días por nuestra misma ruta, pero con coche y personal de apoyo. Se está poniendo cada vez más de moda lo de recorrer Jordania en bici.
Otra jornada más de vistas de película nos acercó a Wadi Rum, para algunos el desierto más bonito del mundo. Aquí se han filmado películas como Lawrence de Arabia, Marte, Prometheus, El planeta rojo, Indiana Jones, El regreso de la momia,... y no me extraña. En Wadi Rum nos quedamos un par de noches en un campamento beduino y visitamos en 4x4 tooooodos los miradores, paisajes, pasajes, petroglifos, etc. Ah, y por la noche hacía un frío del carajo.
Para salir de Wadi Rum, en fin, la arena y las bicis no se llevan del todo bien, así que nos tocó empujar las bicis unas cuantas veces. Pero bueno, supongo que eso mismo nos daba más tiempo para disfrutar de los paisajes. Después de la arena, el viento parecía no querer dejarnos avanzar, pero en unas horas nos plantamos en la ciudad de Aqaba, a las orillas del Mar Rojo, un nombre estupendo para el fin de cualquier ruta.
En Aqaba, una ciudad desde la que se ven Israel, los Territorios Palestinos, Egipto y que tiene la frontera de Arabia Saudí a solo 14km, nos dedicamos a relajarnos y visitar la ciudad. Estando como está en el Mar Rojo, es un buen destino de buceo, pero no estábamos en modo neopreno.
Tras un par de noches de recuperación y sendos buenos desayunos, un bus nos trasladó a nosotros y a nuestras bicis de vuelta a Amman, recorriendo en 4 horas lo que nos había costado 14 días en bici. Al devolver las bicis regalamos la tienda de campaña y los sacos de dormir a Siri de Cycling Jordan.
Desde Amman visitamos las impresionantes ruinas romanas de Jerash y el Castillo Ajloun y dedicamos las últimas horas en esta ciudad a callejear por su parte antigua.
Un abrazo
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| Arte árabe moderno en Darat al Funun, asomado sobre la ciudad milenaria. |
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| La vida cotidiana en una carnicería de Amán, con el niqab cubriendo la cara de algunas mujeres y la carne colgando a la vista. |
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| Entramos en una mezquita de Amán fuera de las horas de rezo. La fe se lee en voz baja y el mundo queda afuera. |
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| Visitamos el mercado de Amán,donde todo es intercambio: aceitunas, miradas, gestos cotidianos que se mantienen a pesar de la llegada del viajero. |
 En la ciudad de Amán, los viajes también se detienen: en una máquina de coser antigua, en unas manos firmes, en un pañuelo rojo que cuenta historias sin decir una palabra. |
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| El teatro romano de Amán, enfrente de nuestro hostal, y al fondo, el desordenado crecimiento de la ciudad en las colinas que lo rodean. |
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| Viandas ricas en Jordania había muchas, pero lo que más comimos fue el omnipresente pollo con arroz, o arroz con pollo. lo que en Arabia había sido el kabsah. |
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| Saliendo de Madaba, siendo perseguidos por perros, un clásico. |
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| Pinchazo número 1 de Jordania, de la colección "yo nunca pincho" |
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| Bajando al Mar Muerto, Israel al otro lado |
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| Dejando atrás el castillo de Karak, de los cruzados y construido en el siglo XII. Aunque no sé cuán bien, porque ese mismo siglo ya lo conquistó Saladino. |
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| La salida de Karak. |
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| Comenzaba a cambiar el paisaje. |
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| Hacia Wadi Hasa. |
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| ¿Se puede hacer esta ruta sin tienda de campaña? A mi ritmo, no. Y es un gustazo acampar con estas vistas. |
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| Preparados para un nuevo día. |
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| Los niños jordanos muy curiosos. Tanto a ellos como a nosotros se nos permitía comer en Ramadán fuera de horas. |
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| Había caminos mejor asfaltados que otros. |
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| Las subidas y bajadas a los barrancos tenían su aquel. En esta tuvimos que incluso desmontarnos en algún tramo. Más tiempo para disfrutar de las vistas. |
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| Anochecer en la zona de Dana. |
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| Llegando a la parte "trasera" de Petra, la entrada norte. |
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| La entrada norte de Petra no es la más habitual, lo que se traduce en menos turistas. Un gusto. |
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| Muy loco entrar por la pequeña Petra, por donde caminando se llega en un par de horas al Monasterio, para acabar saliendo por el famoso desfiladero del Siq. |
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| Muy locos los colores de la arenisca de Petra, casi casi como los de los acantilados de Jaizkibel, jeje. |
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| Petra fue incluida en las nuevas siete maravillas del mundo en un concurso internacional en 2007 de lo más polémico. Ahora, una maravilla es, sin lugar a dudas. |
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| Y para quien se canse de caminar, siempre están los solícitos beduinos locales con sus dromedarios (y la controversia por el bienestar animal, también). |
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| En Petra conocimos a la cabra de Damasco, esta belleza de orejotas largas. |
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| Petra desde las atturas. |
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| El Tesoro de Petra, probablemente lo más fotografiado. No se sabe si fue templo o tumba, y calculan que fue construido en el siglo I a.C. por un rey nabateo. |
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| Caminando y alejándose de la ruta más turística de Petra, se pueden explorar templos en solitario. |
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| Dejando Petra atrás. |
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| Los paisajes entre Petra y Wadi Rum. |
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| Muy fotogénicas todas las formaciones que van quedándose al oeste. |
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| Un gusto la bajada a Abbisiya. |
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| Acampando al anochecer del día previo a la llegada al Wadi Rum. |
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| Qué nervios! Por fin llegábamos a Wadi Rum o Valle de la Luna, el famoso valle desértico más grande de Jordania a 1600 msnm. |
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| La arena de la entrada al desierto de Wadi Rum estaba dura y pedaleable. Un gusto. |
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| Nuestro campamento en el Wadi Rum. |
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| En el cañón del Khazali en el Wadi Rum. Entras en una quebrada en pleno centro de Wadi Rum y te encuentras con inscripciones tamúdicas, nabateas e islámicas, y petroglifos de animales y antropomorfos como el de la foto. |
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| Alguno de los tramos del desierto de Wadi Rum no amigables con las bicis. |
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| Adiós al desierto del Wadi Rum, hacía siglos que quería conocerlo. |
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| La salida del Wadi Rum, qué gusto viajar con el GPS de los móviles. |
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| Bajada final a Aqaba, y como siempre, sentimientos encontrados, felices por haberlo conseguido, tristes porque se acaba la aventura. Hasta la próxima. |
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| Entre las ruinas de Jerash (Gerasa) |
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