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1 de abril de 2016

Una India un poco diferente

Nos vamos de la India..., poco a poco. En el noreste de este país se empieza a notar la transición con el sudeste asiático o, cuando menos, se empieza a notar un cambio. La gente es diferente, tiene otras facciones, otras lenguas, otras costumbres. Hasta otras religiones: en Assam hay hindúes, musulmanes y algunos cristianos, pero los cristianos son mayoría en los estados de Nagaland, Mizoram y Meghalaya. Hay tanta diversidad en India que dicen que más que un país es un accidente geográfico a cuyos habitantes solo les une su pasión por el cricket.

Lo bueno de viajar en bici es la libertad que te ofrece: de parar cuándo y dónde quieras, de elegir el camino que quieras. Durante los treinta primeros kilómetros tras nuestra salida de Bongaigaon, en Assam, cambiamos por lo menos tres veces de parecer sobre la ruta que deberíamos seguir. Al final, optamos por seguir hasta Guwahati, dejar las bicis en la capital de facto de Assam (la oficial es Dispur) y visitar brevemente Meghalaya. Después seguiríamos al este y al sur, para cruzar la frontera con Myanmar. Así visitamos cuatro (Assam, Meghalaya, Nagaland  y Manipur) de las Siete Hermanas, término acuñado por un periodista en 1972 para llamar a los siete estados del NE de India, nombre que cuajó rápidamente.

Plantaciones de té
La región ha sufrido mucho con insurgencias, guerras intertribales y terrorismo, con 5.500 muertos entre 2005 y 2015 por violencia política. Pero, como nos contaban en Assam, la economía está creciendo, las opciones políticas fuera de la India ("Myanmar, China, Bangladesh? No way") no son buenas y así, poco a poco, nos dicen que la violencia ha desaparecido, la región se ha abierto al exterior y las cosas, por primera vez en bastante tiempo, tienen buena pinta.

Iniciamos el pedaleo con plantaciones de té adornando las carreteras, pero el paisaje se fue tropicalizando a base de cocoteros, bananos, junqueras, cantidad de agua en ríos, charcas y campos de arroz, dándonos la errónea sensación de estar en el sur de la India. Asimismo, la gente de Meghalaya y, sobre todo, de Nagaland y Manipur recuerda más a los birmanos, a los thais del norte, incluso a los chinos del sur. cualquier cosa antes que a los indios. Lo que decíamos de la transición entre la India y el sudeste asiático.

Where are you from? Where are you from?
En la carretera, seguimos atrayendo la atención de la gente. Pero ya sé el motivo. Cuando uno vuela con El Al a Israel, en el aeropuerto antes de embarcar diferentes agentes le hacen a uno las mismas preguntas varias veces para asegurarse de que uno está contando la verdad. Estoy convencido de que los indios que nos encontramos por la carretera son agentes del Mossad de incógnito, que preguntan repetidamente de dónde es el cuestionado. Son, además, los agentes más metódicos del Mossad, porque, uno tras otro, son capaces de preguntarlo por lo menos cien veces al día.

Además del habitual de dónde venimos, en la carretera nos pregunta mucha gente adónde vamos y qué propósito tiene nuestro viaje. ¿Propósito? ¿Nosotros? Un poco confundidos al principio, obviamos respuestas sesudamente profundas y respondemos que simplemente hacemos turismo. Hay una teoría que asegura que lo preguntan porque históricamente los únicos extranjeros que pasaban por aquí eran misioneros, cuyo propósito, claramente, era otro.

El Brahmaputra, los "ferries", los lavadores de ropa, los baños matutinos,... un río muy activo.
Seguimos avanzando hacia el este y por fin cruzamos el poderoso Brahmaputra para llegar a la ligeramente caótica Guwahati. Una vez aparcadas las bicis en esta ciudad pillamos un par de Sumos (un jeep-taxi compartido) para llegar hasta Cherrapunjee que, además de tener un nombre delicioso, tiene el honor de ser el lugar más lluvioso del planeta. Por suerte todavía no había llegado el monzón, que es cuando "llueven gatos y perros" que diría un inglés (imaginaos que daño), y tuvimos un tiempo estupendo para disfrutar de, a falta de una traducción mejor, los "puentes vivos".

Puente vivo cerca de Tyrna
Los puentes vivos hay que verlos para creerlos. Los ingeniosos Khasi, la tribu de la zona de Cherrapunjee, han ido redirigiendo y entrelazando las raíces de determinados árboles (árboles vivos, se entiende) para construir con ellas puentes sobre ríos. Se tardan décadas en hacer un puente, pero después duran siglos y la verdad es que parecen bastante sólidos. Hay hasta un puente de dos pisos.

El largo camino hasta los puentes (hay que bajar dos mil escalones, aunque otras fuentes hablan de tres mil escalones; nosotros no las contamos) y el saber lo que nos quedaba para volver, le obliga a uno a pegarse un chapuzón en una de las paradisíacas pozas de aguas cristalinas de la zona. Pena no haber sabido que nos podíamos alojar por aquí, junto a puentes vivos y pozas de ensueño, pues es realmente una maravilla de lugar.

Desgraciadamente vimos muy poco del famoso matriarcado de Meghalaya. Algo único, en este estado es la hija más joven (llamada Khun Khatduh) la que hereda los bienes de los padres. Como contrapartida, también es la que se hace cargo de los ancianos padres y de los hermanos/as no casados. Lo curioso es que incluso en el caso de que no haya hijas, los padres pueden nombrar a otra mujer, por ejemplo a una nuera, como heredera universal.

Recuperando fuerzas para volver a subir las dos/tres mil escalones
Parece ser que esta costumbre hereditaria se plasma cotidianamente en una mayor igualdad social entre los sexos. O al revés (el huevo y la gallina). Lo importante es que, según hemos leído, aquí se ven más mujeres en puestos de responsabilidad y al mismo tiempo ves algún que otro hombre llevando a cuestas a un bebé, algo que habitualmente hacen las mujeres en el resto del país.

De vuelta a Guwahati cruzamos de nuevo el río Brahmaputra a la ribera norte, pero esta vez en barca. Barca que, siendo esto la India, obviamente se estropeó en mitad del trayecto. Y, siendo esto la India, nadie se molestó ni enfadó, arreglaron la barca y seguimos. Una especie de déjà vu africano..., no en vano India también puede ser una transición entre Asia y África. Desembarcamos y nos metimos por esas carreteras secundarias tan bonitas, rodeadas de vegetación, de pequeños pueblos y de sonrientes lugareños. Empezamos a ver una celebración hindú llamada... a saber. Nos lo dijeron por lo menos diez veces y ni idea, aunque suponemos que es la Rongali bihu. En diferentes pueblos por los que pasamos vimos procesiones de gente vestida de blanco, otras gentes dejando a su paso lo que imaginamos eran ofrendas. En una de esas procesiones nos rodearon, prácticamente nos secuestraron y nos llevaron en volandas a cantar, bailar y comer. Bueno, lo de cantar y bailar es un decir, aunque meneamos el cuerpo al ritmo de la música con más o menos fortuna.

Celebraciones hindúes
Tras una noche en la agradable Tezpur en donde disfrutamos de una estupenda puesta de sol sobre el río, volvimos a cruzar el Brahmaputra en dirección sur por un puente interminable, de camino al Kaziranga National Park, según su publicidad, un "Mega biodiversity hot spot of the world". Bueno, no sé si tanto, pero el parque está bien. Ya de camino vimos rinocerontes desde la carretera... y elefantes en la carretera. Vamos, lo habitual.

El paseo en elefante al amanecer por el parque es una turistada..., pero supongo que de vez en cuando hay que hacer el turista. Desde luego, difícilmente se podrán ver mejor y más cerca los famosos rinocerontes indios (de un solo cuerno, frente a los dos de los africanos), que montado en uno de estos paquidermos (menores que los africanos, pero potentes de cualquier manera). Sirvan las fotos como muestra de nuestra valentía, gallardía y arrojo, impasible el ademán ante el salvaje peligro de esas bestias feroces.

Las carreteras en general nos sorprendieron positivamente, muchas de ellas recién asfaltadas, otras recién ampliadas. Desgraciadamente, la ampliación, en lugar de hacer circunvalaciones, sigue discurriendo por mitad de los pueblos. Los vehículos pueden correr más y, por tanto, según las reglas indias, deben pitar más para que la gente se aparte. Además las autoridades parecen ser bastante
Ampliaciones de la carretera, a lo bruto. Kilómetros y kilómetros así.
expeditivas a la hora de embargar a la gente para hacer sitio para la nueva vía: una excavadora te tira el frente de la casa, tantas habitaciones como sean necesarias para que la carretera quepa. La parte positiva es que no te tienes que mudar..., pero solo tienes la mitad de tu casa antigua y la nueva carretera pasa a cinco milímetros de lo que queda de tu morada. Genial.

En 1991 la isla Majuli, en el Brahmaputra era, con 1.256 km2, una de las mayores islas fluviales del mundo. Desde entonces, la erosión ha ido reduciendo su superficie hasta convertirla, con 880 km2, en la mayor isla fluvial de India. Que no está mal, pero a este ritmo de erosión la isla no les dura ni dos telediarios. A pesar de este apocalipsis insular, el lugar es un remanso de paz, con pocos coches y sin industria (la gente se dedica a la agricultura en un 90%), verde, tropical..., y, supuestamente de marzo a octubre, lleno de mosquitos, que nosotros apenas vimos. Tiene además los satras, unos monasterios y centros de arte dentro de la corriente hindú Vaishnavite. De los millones de dioses indios, estos han decidido creer únicamente en Vishnu, especialmente en su encarnación como Krishna (y bueno, en Garuda, su apoyo) y, como parte de su liturgia, representan el Ramayana y escenas del Bhagavad Gita. Que me perdonen los amantes de este relato, pero su representación es una txapa infumable de tres o cuatro horas apta solamente para iniciados: empieza muy bien, pero, como enfatiza más la pose o gesto que el movimiento, cuando llevas una hora viendo posturas de manos y gestos de cara con ningún significado para un servidor, es un peñazo.

Las "carreteras" de la isla de Majuli
Nos tomamos un merecido descanso en la isla, lugar perfecto para relajarse. Es una pena que los malditos visados nos impongan su ritmo y no pudiéramos quedarnos más tiempo.

De ahí fuimos a Sivasagar, antigua capital del reinado Ahom, que estuvo en el poder en esta parte de India nada menos que 600 años (siglos XII a XVIII) y de los que, ahom, ahom, no conocía ni su existencia. Nos gustaron mucho sus templos y monumentos varios, especialmente esos templos con forma de exprimidor de limones que, siempre de tres en tres y colocados junto a un estanque artificial de generosas proporciones, se dedican a Siva, Vishnu y Devi. También pudimos ver palacios, anfiteatros (más bien un edificio desde el que los nobles veían espectáculos) y unas tumbas incrustadas en pequeñas colinas, en las que no solamente el reyezuelo de turno, sino también sus mujeres (todavía vivas), mascotas (ídem) y objetos de valor, eran enterrados. Viva la república.

En algo debí molestar yo a los dioses y me castigaron con un forúnculo inguinal (con estas palabras suena menos feo) que, sin ser nada grave, lo cierto es que grande, infectado y justo en ese lugar, no ayudaba precisamente al pedaleo. Tras una visita bastante interesante y formativa al ruinoso centro de salud de un pueblo de la India (por ejemplo, el mismo médico nos indicó que no compráramos las medicinas que me había recetado en la farmacia del hospital; intuimos que seguramente serían falsas), decidimos dejar las bicis aparcadas unos días e irnos en transporte público por una carretera bastante infame a Mon, ya en el estado de Nagaland.

Las pedazo casas de Longwa
Mon realmente no tiene nada, pero es la base para conocer los pueblos de la zona, como Longwa. Son zonas que han estado cerradas hasta hace pocos años y todavía hoy varios indios nos desaconsejaron su visita pues "son gentes sin cultura ni educación, y son peligrosos".

Hoy por hoy, nada más lejos de la realidad. Los más peligrosos tal vez sean los pastores baptistas -los baptistas son mayoría en Nagaland- que en lugares como Longwa cobran el diezmo a sus feligreses (un diez por ciento de sus ingresos) y publican en la iglesia lo que cada uno paga, imagino para presionar a los tacaños.

Sí que es cierto que hasta hace nada, las tribus de la zona, los Naga o los Konyak, no eran unos angelitos. Las entradas a sus casas están decoradas con calaveras, que si bien hoy en día son de ganado o de caza, anteriormente eran humanas. En las guerras entre tribus, los vencedores cortaban las cabezas a los vencidos, y su posesión les daba mas estatus social. Históricamente, aquellos que habían cortado cabezas podían tatuarse la cara y llevar colgantes de latón, llamados yanras, con tantas cabezas como hubieran conseguido... Por suerte, el deporte de cercenar cabezas fue prohibido en 1953 (aunque en 1963 todavía hubo un caso), algo que, siendo justos, hay que agradecer a los misioneros cristianos.

75 años. Guerrero de Longwa tatuado y con sus agujeros para colmillos
En Longwa todavía se ven a algunos ancianos con la cara completamente tatuada..., pero, lejos de ser fieros guerreros cortacabezas son las personas más sonrientes que vimos en el pueblo. Desgraciadamente, como muchos otros en todo India, tenían las bocas rojas debido al paan y los dientes podridos. El paan, del que ya hemos hablado en el pasado, es una mezcla de nuez de betel, lima, especias y condimentos, con tabaco o sin él, todo metido en una hoja del árbol paan. Metida esta bola en la boca, la rumian con fruición y extraen de ella un jugo rojo, que les hace escupir continuamente unos poderosos gargajos que parecen sangre y que decoran profusamente calles y carreteras. Cuando no escupen, los rumiantes te hablan con la boca llena de líquido, lo que hace la comunicación punto menos que imposible. Respetando diversidades culturales y bla, bla, bla, todo resulta bastante repulsivo, la verdad.

Los Naga se extienden por el territorio de India y Myanmar. De hecho, la frontera con Myanmar cruza por la mitad del pueblo de Longwa, así que durante ese día cruzamos a Myanmar en incontables ocasiones. Y nosotros con visados -tanto para India como Myanmar- de entrada única...

Cocina interior de las casas de Longwa
Las casas, muy amplias y todas con la misma estructura (entrada, un pasillo lateral alrededor de los dormitorios, que da paso a las cocinas, en teoría una para hombres y otra para mujeres), son de bambú, suelo de tierra y techo de hojas de un árbol de la zona, hojas que se cambian cada 6 o 7 años. Cocinan, todo con madera, una misma comida para desayuno, comida y cena: el thali, ese plato de arroz, lentejas y dos tipos de verduras. Sano y nutritivo, pero un poco aburrido, no?

Además de las viviendas, visitamos siete morangs, una especies de centros tradicionales para jóvenes en donde se da educación social a adolescentes. Entre elementos decorativos, todos muestran una especie de txalapartas hechas de una pieza con grandes troncos de madera que solamente se tocan en festivales. Fuera de ellos, sirven para dar la alarma.

Estas tribus también tienen su rey. Es de una casta "diferente" (no pudimos concretar más) y, con el apoyo de siete virreyes, parece ser que imparten justicia sobre cuestiones cotidianas al estilo de los reyes de África Occidental.

Anciana de Longwa. Todas ellas con idéntico peinado.
Un profesor sin trabajo nos sirvió de guía y nos contaba que, por lo menos en Longwa, los niños estudian con libros de texto en inglés..., idioma que prácticamente no entienden en absoluto. Así, aunque el 96% de los niños indios en edad de escuela primaria va al colegio (porcentaje que no se cumple ni de lejos en pueblos como Longwa), a los diez años el 60% no puede hacer lo que debería poder hacer un niño de cinco años, y más de la mitad no sabe restar.

En Longwa muchos niños tienen que ir a trabajar al campo, junto a prácticamente todos los adultos, así que el herrero es uno de los que más trabajo tiene en el pueblo, pues todo el mundo, incluidos bastantes niños, va con un dao o machete. Con tanto machete no es muy tranquilizador que Longwa sea un fumadero de opio -o tal vez sí-, opio importado de Myanmar. Por ello, siendo zona fronteriza, en la carretera de vuelta a Mon la policía revisa coches y equipajes en busca de drogas y alcohol.

En estos estados está o prohibido o limitado el alcohol. La mayor parte de los indios no bebe, pero los que lo hacen beben bebidas fuertes, convirtiendo a India en el mayor consumidor de whisky del mundo, con marcas como Royal Stag u Officer’s Choice, desconocidas fuera del país, entre las top ten del mundo. Para los que no les llega para whisky existen los sustitutos caseros..., que mataron a 1.700 indios en 2014.

Happy Holi!
Dejamos Longwa y Mon el Jueves Santo. Aunque el pastor baptista nos confirmó que celebraban la Pascua, de haber alguna manifestación cultural ésta se celebraría en la intimidad, pues nada vimos por la calles. Y, sin embargo, al llegar al valle hindú desde la montaña cristiana..., nos encontramos con el festival Holi, la fiesta hindú del color que celebra el comienzo de la primavera, en la que todo el mundo, al grito de "Happy Holi!", embadurna a todo hijo de vecino con mil y un colores entre risas, música y baile. La leyenda cuenta que el pillín de Krishna manchó con colores a unas lecheras para poder verlas desnudas mientras se lavaban en el río. Otra leyenda dice que Krishna, que tiene la piel azulada, pintó de colores a su esposa Radha, celoso de su bonito color de piel.

Mis dolencias seguían impidiéndome pedalear, de tal forma que, acuciados por los visados, metimos las bicis en un tren y avanzamos unos 200 Km en dirección a Myanmar, hasta Dimapur, centro comercial de Nagaland y ciudad sin encanto en donde visitamos el -también ruinoso- hospital, un parque con esculturas fálicas -no menos ruinosas- que parecían venidas de Alpha Centauri  y
Sonrisa antes de ver la jeringa, la cuchilla, los guantes,...
descansamos unos días. De ahí otros 200 Km en bus hasta Imphal, capital de Manipur, sufriendo por nuestras bicis mientras saltaban al ritmo de los baches de la carretera. En Imphal lo más reseñable es un estupendo mercado íntegramente llevado por mujeres, todas ellas vestidas con ropas tradicionales de colores.

El último tramo hasta la frontera con Myanmar, cuestas, bosques e iglesias, en Moreh ya pude pedalear y transcurrió sin eventos.

Y, por fin, dejamos India. Desde aquel 15 de agosto que entramos en este país, hace ya siete meses y medio, hemos visitado (además de Nepal y brevemente Donosti) solo once de los 29 estados y siete territorios de la India, en su mayoría zonas en las que no habíamos estado anteriormente.

Durante estos meses habremos comido más de doscientos thalis (o dal-bhat en su versión nepalí), incontables chapatis, unos cuantos kilos de chowmien, dos o tres mil paquetes de galletas, bebido millones de chais o tés con leche y, para nuestra vergüenza y escarnio, solo una cerveza. Hemos insultado sonora y gravemente a un par de millones de conductores, en la carretera nos hemos topado con incontables vacas, dromedarios, elefantes, gorrinos, buitres, monos, perros, ardillas y cualquier otro bicho que estuviera en el Arca de Noé, todo ello mientras subíamos y bajábamos por imposibles cuestas en los majestuosos Himalayas, cruzábamos caudalosos ríos sagrados o navegábamos por el caos de sus ruidosas ciudades.

Búfalos de la isla de Majuli
Nos vamos de la India con ganas de cambiar de gentes y de paisajes, pero sabiendo que dentro de nada echaremos de menos este fabuloso país, que te enamora y enloquece al mismo tiempo. Ya lo dice el indio Vikas Swarup en su novela Six Suspects: "But remember", he raised a finger, "ours is a strange and sublime land. You can meet the best people in the world here and the worst. You can experience unparalleled kindness and witness extraordinary cruelty. To survive here, you must change your way of thinking."

Y seguro que en algo la hemos cambiado.

Un abrazo

PD. Entraremos mañana 2 de abril en Myanmar, en donde el acceso a y la velocidad de internet no son precisamente legendarios. A finales de mes cruzaremos a China, en donde el acceso a blogger parece que está prohibido. Ellos se lo pierden. Lo malo es que puede ser que los próximos meses sean duros para vosotros...
Movimiento de piedras en un afluyente del Bramahpruta
Precioso e inesperado el pequeño mercado de Barpeta, un pueblo por otro lado nada reseñable. Los espacios de los tenderos nos llaman mucho la atención. Y la postura en la que pasan horas!
Las hojas de paan sobre la que untan toda serie de unguentos antes de doblarla y metérsela en la boca para sacarla convertida en enormes gargajos rojos.
Mercado de Barpeta. Tan poco acostumbrados a turistas que todo el mundo nos sonreía y quería foto.
Doble puente vivo de Megalaya
Impacta ver las bocas de aquellos que consumen paan
E impacta también el primer paso sobre uno de los puentes vivos de Megalaya. Uno de los pocos ejemplos de armonía entre hombre y naturaleza.
Que vayamos al techo?
Desconocemos todos los personajes de las historias épicas indias. Pero apostamos por Rama y Sita, de Ramayana
Os lo creáis o no, ahí en medio hay una bici con alforjas. Fuimos rodeados, y abducidos! Gran tarde en un pueblecito de Assam.
Ejem... dónde quieres meter esa trompa?
Esta ha sido una imagen constante en India. Niños y no tan niños caminando o en bici al cole desde bien temprano.
Anochecer en Tezpur sobre el cauce del río Bramahputra
De nuevo sorpresa con el mercado de Tezpur
Esos bloques son de azúcar de caña sin refinar, lo que en Latinoamérica se conoce como panela y aquí como jaggery. La usan sobre todo para mezclarla con frutos secos, o leche, o coco, o azúcar blanquilla, y hacer esos minidulces que venden como delicatessen y que vienen tan bien para la bici.
Salí de hacer una foto a unos campos de té y está mujer estaba junto a mi bici. Con gestos me pidió que le hiciera una foto a ella, a lo que accedí encantada. Lo siguiente que hace, junta los dedos, se los besa, y me los planta en una mejilla, otro beso, y a la otra mejilla. Me agarró del brazo emocionada, se dio la vuelta y se marchó.
Nunca antes habíamos estado tan cerca de unos rinocerontes.
Son unos bichos que nos encantan, quizá por ese "look"tan prehistórico que tienen.

Tienen mucho interés en nosotros, pero muchos lo tienen más aún en nuestras bicis. Aprietan los neumáticos para revisar la presión, o ver su dureza, cuentan los piñones, muy poco habituales por aquí, alucinan cuando les señalas que tienes más de un plato, les llama mucho la atención de las punteras de mis pedales, y ya, si les enseño la dinamo y cómo da luz delantera y trasera.... Hay que ponerse seria para que no toquen los cambios, y lo que indefectiblemente soban siempre... es mi esterilla!! Para que es esto, preguntan? En la foto, quitando un poco el polvo de la cadena antes de echar aceite. Cuanto 17, después de que al sacar Hugo la cámara alguno se escondiera.
Os presento a Garuda, un dios del hinduismo y budismo, que como veis es una mezcla entre hombre y águila
Aprovechando que este monje hablaba muy buen inglés, que era muy simpático y tenía cantidad de conocimientos de la isla, del monasterio... me saqué unas hojas secas del bolsillo que aquí ponen en tés y comidas y no sé qué es, y fue entonces cuando averigué que no se les puede tocar. Tuve que soltar las hojas sobre sus manos.
Walter, alemán de 64 añitos pedaleando por India y nuestro vecino de cabaña en la isla de Majuli. La de años que nos quedan por pedalear ;)
En temporada de no lluvias, hay que hacer unos cuantos kilómetros sobre la arena del rió Bramahputra hasta llegar al ferry.

Legados de la dinastía Ahom. Templo de Gaurisagar.
Los templos de los Ahom tenían grabados bastante bien conservados
El reconstruido Palacio de ladrillo de Gargaon, la capital del reino Ahom hace 500 añitos
Hugo haciendo cola para consulta. Qué pequeñitos son los indios por esta parte del país!
En Longwa casi la mitad de los niños no iban al colegio. Algunos iban a trabajar al campo con sus padres, a otros les tocaba quedarse a cuidar a los pequeños.
Los peones del ajedrez de los gigantes de Dimapur. No hay muchas más teorías.
Estación intermodal de Damipur. Todo un tren (aquí solo veis la cola) de patatas.
Mercado de mujeres de Imphal. Estas vainas están en todas partes en esta temporada. Las raspan, y las cortan finamente antes de cocinarlas.
La mayoría de las mujeres del mercado en Imphal tenían tika en la frente y en la nariz, y algunas incluso con intrincados dibujos o escritos
Recogiendo plantas de arroz del semillero para transplantarlas
Arroz ya plantado. Hace seis meses veíamos todo el proceso de la recogida, y ahora nos ha tocado ver todo el proceso de plantar. Lo que se aprende viajando ;)

4 comentarios :

  1. Qué bonito. Uno se olvida de lo grande que es el mundo. Pero leyendo sobre tantos lugares desconocidos, llenos de gente exótica que tiene costumbres curiosas y que se sorprende al ver a un extranjero, se recupera esa sensación de que el mundo no es tan abarcable como lo muestran los mapas de las líneas aéreas. A ras de tierra es enorme y diverso. besos. estupendo el relato y estupendas las fotos, ¡como siempre!

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    1. Bego me recuerda diariamente que el mundo es inabarcable,que las distanxias son enooormes, etc. :-(

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  2. Cherrapunjee ??? Pero el sitio donde más llueve en el mundo no es Donosti ????? Como siempre, aprendo algo con vuestro viaje. Muchos besos !!!!!

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    1. Creo que deberíamos hermanar Cherrapunjee y Donosti...

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