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1 de abril de 2018

De "Hello misterrrs", pendientes imposibles, comidas incendiarias, calores y lluvias tropicales: el espectacular norte de Sulawesi

Fuera por timidez, por desconocimiento, o por no enterarse de nuestra pregunta, el de la agencia nos aseguró repetidas veces que no había camarotes en el ferry a Sulawesi (nombre autóctono que me gusta más que el españolizado Célebes) y, a pesar de lo que decía el billete, tampoco teníamos tumbonas asignadas. "No seats assigned, it's free!", nos dijo alegremente alguien de la tripulación a nuestra llegada al barco. Recorriendo posteriormente el ferry vimos cantidad de algo que se parecía bastante a camarotes, pero pensamos que ya era tarde. Digo pensamos porque de hecho los camarotes se alquilan una vez en el barco y no antes, algo que no se nos ocurrió en el momento. El caso es que estábamos en cuarta clase.

El ferry de Kalimantan a Sulawesi. Por fuera parecía la bomba.
Niños por todas partes, montones de niños, tanto de los que son casi bebés y gritan con regularidad con un timbre y una potencia que dejan afónico a Pavarotti, como de los adolescentes que están en silencio pero sus videojuegos hacen todo tipo de ruidos a todo volumen. Mientras, los adultos se ponen vídeos de YouTube en sus móviles, la televisión escupe a todo trapo y durante todo el trayecto (noche y día sin parar) miles de telenovelas (o tal vez sea siempre la misma) y anuncios. Si no tienes suficiente con todo este ruidoso ambiente festivo, el barco dispone de una sala de karaoke para que des rienda suelta a tus habilidades vocálicas. Esas mismas habilidades vocálicas que lucen con generosa frecuencia los múltiples vendedores que ofrecen a voz en cuello y con incansable persistencia café, té, agua, arroz, pollo, fideos, snacks, chucherías, ropa, ropa de cama, paypays, juguetes y todo lo que se te ocurra. El silencio no es un bien apreciado por aquí. Los baños son un poema que más vale no describir... y las miles de cucarachas y algunas ratas también tienen derecho a viajar, supongo. Se podía fumar en todas partes... y se fumaba en todas partes. La tripulación por su parte se pasea todo el rato con cubos de basura con ruedas, como si estuvieran paseando al perro. Las luces encendidas a toda su intensidad y el ruido antes descrito hacían que tapones y antifaz sirvieran de bien poco para conciliar el sueño, así que a concentrarse y no sentir... durante las 20 horas del trayecto. Por lo menos, el viaje fue corto. Como únicos occidentales en el barco de marras despertamos curiosidad o, mejor dicho, expectación. Expectación que se tradujo en bastantes "Hello, misterrr!" y peticiones de selfies. Esto es jolibú.

Desembarcando en la isla de Nunukan, en Kalimantan.
Dos días antes habíamos cruzado la frontera de Tawau en Malasia a Nunukan en Indonesia, en un viaje de ferry de una hora aproximadamente. Nos costó un rato enterarnos de las opciones para llegar a Sulawesi (no había información online, la de la agencia no podía llamar por teléfono a otra ciudad, claro, y apenas hablaban inglés) y después, a esperar un par de noches en esta pequeña ciudad de provincias no acostumbrada al avistamiento de occidentales. Bastaba asomar un dedo del pie a la calle para recibir varios sonoros y alegres "Hello, misterrr!". Desgraciadamente, nuestro plan inicial de dirigirnos directamente a Toli-Toli implicaba esperar una semana en esa oh! ciudad de ciudades, y acercarnos a la sureña Tarakan, así que optamos por tomar el ferry del día siguiente a Palu, unos 400 km al sur de Toli-Toli también en Sulawesi, y pedalear desde ese punto.

Línea de Wallace. Fuente: wikimedia
Durante la travesía en el barco de "Vacaciones en el mar" cruzamos el ecuador (en la cuarta clase en la que íbamos no sirvieron Moët Chandon para celebrar el magno evento, me temo) así como la menos conocida línea Wallace. Ésta hipotética línea separa las islas de Borneo y Bali de las de Sulawesi y Lombok y marca el final de la flora y fauna de Asia y el comienzo de la de Australasia. Lleno de palmeras cocoteras y sin ni un solo canguro o koala a la vista a mí no me pareció ver mucho cambio en Sulawesi..., pero qué sabré yo de estas cosas.

El nombre Indonesia fue acuñado por un escocés a mediados del XIX como simplificación de "Archipiélago Indio". Que es un archipiélago con muchas islas es patente. El que más del mundo, de hecho. Pero todavía no está claro cuántas islas lo componen. Se habla alegremente de 13.000, 17.000 y hasta 18.000 islas. ¿Cómo se puede hablar de "más/menos 5.000 islas"? Seamos serios. Lo cierto es que en 2012, Indonesia solo tenía contadas y registradas formalmente 13.466 islas. Ahora se han puesto a contarlas y registrarlas para evitar problemas con otros países expansionistas (léase China). El asunto no es tan sencillo, pues de una punta a otra del archipiélago ecuatorial, desde Sumatra hasta Papúa, hay 5.360 km, y parece que unas 6.000 islas están deshabitadas. El 60% de una población de 261 millones (la mitad con menos de 30 años, por cierto) vive en Java, esto es, en una isla que supone el 7% de su superficie. Además solo cuentan aquellas islas que sobresalen del agua cuando hay pleamar, por lo que no puedes ir a cualquier hora a contarlas. Y ni siquiera puedes coger el teléfono y llamar a Manolo a ver qué islas hay por donde él vive, pues con 719 (otros dicen 739) lenguas habladas por 360 etnias, posiblemente no te entienda. Bueno, exagero: la mayoría habla Bahasa Indonesia, idioma muy semejante al hablado en Malasia, aunque solo sea la lengua materna del 20% de ellos.

Mace secándose al sol. Del exterior de la nuez moscada.
Los portugueses llegaron a esta parte del mundo en busca de especias. Las especias, que ahora vemos tan humildes y sin importancia, tenían en el s. XVI un valor extraordinario en Europa (más que el oro, por ejemplo), pues camuflaban los malos olores y sabores de carnes y viandas semiputrefactas, que en su distribución no gozaban precisamente de conceptos como "cadena de frío". El premio gordo lo encontraron en las islas Molucas, entonces acertadamente llamadas Islas de las Especias, centro de la producción de clavo, nuez moscada y mace. (Esta última es una especia para la que no he encontrado traducción, hecha con la fibra vegetal rojiza que recubre la nuez moscada, de un sabor similar a ésta pero más suave). Confiando en que el meridiano designado por el tratado de Tordesillas, por el que españoles y portugueses se dividían el orbe, dejara a las Molucas en "su" lado del mundo, España trató de adueñarse de estas islas, lo cual fue el origen de la vuelta al mundo de Magallanes y Elcano buscando una vía por el oeste (la vía del este estaba en manos de los portugueses, con bases de apoyo en África, India, Malasia) y de tres años de guerra contra los portugueses. Por cierto que, como no había WhatsApp por aquel entonces, ambos contendientes siguieron partiéndose la cara en aguas indonesias cuando en la península Ibérica españoles y portugueses ya habían hecho las paces meses antes.

Islas a tutiplén
Tanta guerra y tanta vaina para que en el s XVII vinieran los holandeses y se lo quedaran todo. Los británicos mantuvieron un pie en la isla moluca de Run, pero en 1667 decidieron "intercambiar cromos" con los holandeses y se la cedieron a cambio de una isla denominada "Nueva Amsterdam", perdida en América del Norte. Esa isla se llamaría más tarde Manhattan. Los ingleses siempre se han manejado bien con los cromos... aunque también es cierto que los holandeses perdieron Indonesia a finales de 1949 y los ingleses perdieron Manhattan casi dos siglos antes.

Los holandeses exprimieron estas islas al máximo y así en los años 30 del siglo pasado las indias orientales holandesas (más o menos la actual Indonesia) eran el origen de casi toda la quinina y pimienta mundiales, un tercio del caucho y el 20% del té, azúcar, café y petróleo. Parece que para conseguirlo los lugareños las pasaron bastante canutas, pero mucho me temo que en tiempos de colonias los lugareños contaban más bien poco.

Vestido de "viernes" para ir a la mezquita.
La idea de que gente tan variada, con orígenes, lenguas y religiones diferentes, e insularmente separada entre sí, pudiera formar una nación casi únicamente por haber sido colonia de los holandeses es relativamente reciente y un tanto artificial. Para conseguirlo los padres fundadores de Indonesia, conseguida la independencia el 27 de diciembre de 1949, impulsaron el nacionalismo, una lengua franca y nada de federalismo potencialmente centrífugo. Hoy, tras la independencia de Timor Oriental (cuyo colonizador había sido Portugal), Papua (que poco tiene que ver con el resto del país) y algunos en Aceh (mucho fundamentalismo islámico por esos lares) los indonesios se sienten indonesios, a pesar de que algunos se quejan de que en cierta medida Indonesia es el "Imperio de Java".

A lo nuestro. No comenzamos con buen pie nuestra llegada a Sulawesi. En el barco "desapareció" el casco de Bego, prácticamente nuevo (de todas formas era el primer hurto en casi cuatro años, no está mal). Tripulación y policía hicieron alguna indagación pero sin éxito. Lo sustituimos en Makassar, más al sur.

A partir de ahí, todo fue in crescendo. Tomamos la carretera de la costa que, con muy poco tráfico, nos llevó en dirección a Toli-Toli. El paisaje era glorioso, una caricatura de "tropicalidad", con desbordante vegetación y enormes árboles, entre ellos altísimas palmeras cocoteras (¿30 metros, quizás más?). Junto a la carretera se podían ver, efectivamente, muchos cocos puestos a secar bajo ese tórrido sol, con los que se hace aceite de coco y, con la cascara, combustible para cocinar o para extraer ese aceite. Se podía ver además maíz, arroz, cacao, café, pimienta, nuez moscada, vainilla, árboles cuajados de mangos (una lástima que todavía vayan a tardar un mes en madurar), plataneras... y, menos mal, ninguna palma aceitera. Es como si sus habitantes nos dijeran "fijaos todo lo que tenemos". Abundaba el clavo -esto parece una ferretería-, también puesto a secar en el arcén. Es una especia muy popular pues, mezclada con tabaco, es lo que se fuma en este país; y aquí, creo que ya lo he dicho, se fuma mucho.

Foto final tras la sesión de selfies.
Uno transita en buena parte junto a un mar espectacular, cruzando pueblos o aldeas con frecuencia. Todo el mundo sonríe y el bigenérico "Hello, misterrr!", válido para saludar a cualquier turista sea hombre o mujer, bienintencionado pero un tanto cansino con el paso de las horas y los días, está en boca de todos. No exagero: a veces, en momentos de exaltación de la amistad, los " Hello misterrr!" se pueden contar por docenas a la hora. Y, siendo educado, uno contesta como un loro, volviéndote un poco loco al final del día. Algún cicloviajero se tomó la molestia de contarlos y sumaron 175 en una hora. No creo que nosotros hayamos sido tan populares, aunque no le andaremos muy a la zaga: en una ocasión un aguacero nos obligó a refugiarnos bajo una techado en un pueblo y a los pocos minutos teníamos nada menos que a 47 personas a nuestro alrededor, atentas a cada uno de nuestros movimientos. Ha sido como volver a India. Los omnipresentes selfies pueden resultar muy intensos, llevando al borde del desmayo a alguna adolescente exaltada. Si por un impresentable y desarrapao como un servidor (maduro, sudado, barba de varios días, ropa no exactamente de gala, en fin, os hacéis una idea) las adolescentes pueden ponerse a dar grititos y saltos de emoción por sacarse una foto avec moi, lo que tendrán que sufrir Enrique Iglesias o Ronaldo. Se merecen todo lo que ganan.

Me pasé un mes diciendo "nama saya Bego" = "me llamo estúpida"
Todos estos encuentros se producen en perfecto bahasa indonesia. La gente no solo no habla inglés, sino que espera que uno hable indonesio y le habla directamente en ese idioma. Faltaría más, están en su país. Así que todo apunta a que tendremos que ponernos las pilas y aprender. Es un idioma gramatical y estructuralmente bastante sencillo (no hay ni conjugación verbal, ni tiempos verbales, ni género, ni número), cuya pronunciación se parece al castellano y algo ya hemos aprendido (Bego está resultando más aplicada que yo en este aspecto), pero me asombra la gente que dice poder mantener conversaciones con los lugareños al poco de estar aquí.

El idioma es simple pero no deja de tener un extenso vocabulario para lo que le interesa. Así, el arroz puede llamarse:
padi - arroz en el campo
gabah - granos de arroz sin descascarillar
beras - arroz no cocinado
nasi - arroz cocinado
ketan - arroz pegajoso

Realmente, basta con repetir palabras para hablar bahasa Indonesia con soltura. Una muestra que me acabo de inventar: "anak-anak jalan-jalan Toli-Toli untuk Pare-Pare pelan-pelan dan hati-hati gara-gara hujan-hujan". Que quiere decir algo así como que "los niños caminan de Toli-Toli a Pare-Pare despacio y con precaución debido a las lluvias". Genial.

Los holandeses, especialmente hasta los años 30, evitaron que los nativos aprendieran holandés -o cualquier otro elemento cultural europeo- con objeto de que éstos no se vieran como iguales frente a los colonizadores y se les subieran a las barbas.

Por su parte, los fundadores de Indonesia conscientemente se apartaron del javanés (hablado aproximadamente por el 40% de la población) para evitar el rechazo que generaría este imperialismo cultural que ya ejerce Java en casi todo, y eligieron un idioma proveniente de una pequeña isla y que todavía, después de casi setenta años, solo es la lengua materna del 20% de la población.

Curiosamente hay alguna palabra indonesia en español, como orangután, gong o bambú.

Toooodas querían la foto con Hugo.
Llama la atención, para ser un país musulmán, que las mujeres flirteen con tanto desparpajo y en más de una ocasión lancen la mano para tocar a este sudoroso ciclista, tanto en parado como en marcha. Las hay también que están extasiadas con mis pelos del brazo, que tocan, acarician o tiran de él repetidamente. Entre cortado y divertido, uno termina por no saber qué cara poner.

La comida en el norte de Sulawesi es casi siempre pescado frito o a la brasa, con arroz blanco y sopa. El picante que le añaden suele ser feroz, lo que nos obliga a mencionar "tidak pedas", esto es, "sin picante", so pena de sufrir una úlcera gástrica en fase de perforación estomacal. No hay gran variedad culinaria: este incendiario menú es el mismo para el desayuno, la comida y la cena.

Daños en la carretera tras los diluvios.
Y así transcurrían los días entre el calor, la lluvia y las cuestas. Aunque tres o cuatro horas después fuera a caer el diluvio universal, no eran las diez de la mañana y ya el calor apretaba como en un colador siderúrgico. Unos cuantos días la lluvia cayó inmisericorde, en plan Macondo, tanto que varios pueblos por los que cruzamos sufrieron inundaciones y sobre la carretera cayeron grandes desprendimientos de tierra. Los lugareños aprovechan estos percances para, con pico y pala, habilitar un carril en la carretera y pedir la voluntad a los conductores.

Sonrisa de "nena, yo he subido esta cuesta montado".
El calor se hace especialmente duro cuando lo que tienes delante de ti es un porrón de cuestas con unos gradientes de escándalo, motivo suficiente para encarcelar al ingeniero que las diseñó. Y es que las continuas cuestas en Sulawesi son brutales, no tanto por largas (en Flores, por ejemplo, son mucho más largas, subiendo a más de mil metros desde el nivel del mar), como por unas pendientes imposibles. En más de una de ellas hemos tenido que poner pie en tierra y empujar los 50/40 kg de nuestras respectivas bicis y sus alforjas, jadeantes y bañados en sudor. En lo alto de una de ellas, llegando a Tolinggula, los frenos de la bici de Bego decidieron que ya tenían bastante y dejaron de funcionar... antes de empezar a descender, menos mal. Bueno, uno ya había dejado de hacerlo días antes. Con el peso que llevamos y la salvajada de cuestas, las suelas de las sandalias no bastaban para frenar. Así que ya no solo había que subir las cuestas andando, sino también bajarlas. (Hago notar que Bego seguía llevando frenos hidráulicos Magura, de esos que no se reparan fácilmente, menos aún en un villorrio perdido en Sulawesi. Yo me deshice de los Magura en una situación similar en Kyrguistán hace ya un par de años y estoy encantado con unos simples, sencillos y reparables frenos en V.) Con este panorama, decidimos que un taxi para los últimos 175km hasta la siguiente tienda de bicis en Gorontalo era lo apropiado para no dejarse los piños en el asfalto y así lo hicimos... ahorrándonos de camino una cuantas cuestas mortales.

Una vez en Gorontalo y ya con bicis con frenos, abandonamos el norte de Sulawesi en un ferry que nos transportó a uno de esos paraísos tropicales: las islas Togean.

Un abrazo

Las carreteras del noroeste de Sulawesi son relativamente nuevas, no hace tanto la comunicación entre los pueblos de la costa era por barco y había pocos vehículos motorizados.
Nos perseguían en sus motos hasta que alguna se atrevía a "atacarnos", y entonces empezaba la sesión de selfies.

Queriendo seguir la costa a toda costa, nos metimos por un intento de carretera abandonado, y apenas conseguimos hacer 30kms aquel día.
Eso sí, gozoso en las partes donde se podía dar pedales.
Nos bañamos con un cielo azul y en cuestión de minutos...
En Sulawesi la lluvia no les afecta. No se ponen chubasqueros y siguen como si nada pasara.
No eran tantas las explanadas entre tanta colina costera, pero las que había estaban bien aprovechadas.
En la carretera nos habló una estudiante en moto de regreso del cole. "Luego venís a dormir a mi casa, ¿vale?". Y se fue. Se nos hacía de noche y no había pueblos ni pensiones cercanas, y todas las tardes-noches amenazaba lluvia. De repente apareció un restaurante sobre el agua, y como haríamos otras veces en esa parte de Sulawesi, preguntamos si cenando nos dejaban dormir allí. Que sin problema, que además tenían un camastro en la terraza. ¿Y quién era la hija de la dueña? La chica de la moto.
Tal cantidad de cocos solo habíamos visto en Filipinas. Allí los camiones recogían los cocos enteros. En Sulawesi los camiones recogen sacos rellenos con la carne del coco. Con lo que les toca a los agricultores partirlos, y con un cuchillo curvo, vaciar las mitades una a una.
¿Veis a Hugo? Ya está dejando oooooootra playa atrás y volviendo a subir una nueva colina. Playa - colina - playa - colina - playa - colina... ¡Qué duro!
Desde que Hugo cambió las llantas en Bangkok le están dando un poco de guerra pinchando las cámaras por la cara interna. Aquí cubrimos la llanta con cinta americana - siguiendo sabios consejos de Rubén - y aguantaron algo más.
Nos llevamos algún que otro susto al ver algunas montañotas, pero en esa parte del país, los "pasos" no superaban los 500 metros. Eso sí, el desnivel era otra historia.
Barcos pesqueros atracados de día.
Los pueblos por lo general estaban muy ordenados: o eran cristianos o eran musulmanes. Aunque también los había mezclados. De igual manera, o estaban muy limpios (como el de la foto), o extremadamente sucios y llenos de basura.
Los pueblos limpios habían acordado seguir una serie de conceptos/consignas, que exhibían en sus puertas, con palabras como asri (hermoso), bersih (limpio), tertib (ordenado), lestari (sostenible), aman (seguro), nyaman (cómodo)... También se caracterizaban por estar todas y cada una de las casas (incluídos comercios y templos) vallados con los mismos materiales y colores. Un gusto. Ojalá sean más los pueblos que se sumen.
Cada vez que Hugo se paraba a esperarme, acababa irremediablemente rodeado de escolares. Atención a estas cuatro, mismo uniforme y qué cuatro estilos tan diferentes.
Los tramos paralelos a la costa y a la altura del mar (poco, pero haberlos los había), no solo tenían playas de arenas de diferentes tonalidades, corales, aguas turquesas, si no que en ocasiones nos encontrábamos también con manglares.
Mejor que bañarse en el mar era bañarse en los ríos, por aquello del agua dulce siempre limpia (cero industria por toda la zona). Era un poco rollo lo de tener que meterse vestidos, imitando a los locales, pero con lo que sudábamos en la bici, ni tan mal.
Y tal y como habían llegado, corriendo detrás de nosotros con sus motos, tal y como se marchaban tras la sesión de selfies. Como mucho decían un "oh my god". O muchos, uno detrás de otro, "OMG OMG OMG". Así que ha sido inevitable sentirse un poco objeto en estas interacciones, siendo una foto con el mister y la mister todo lo que querían. Ni de dónde eres, ni si te gusta mi país, ni nada de nada de nada.
Algunas vacas pero nada de lácteos.
Daba igual que viéramos carteles en defensa de las tortugas. Mientras haya compradores, siempre habrá cazadores furtivos.
Toli-toli fue la ciudad más grande por la que pasamos en el noroeste. Y estos eran los taxis.
Anochecía y diluviaba, así que nos acercamos a esta iglesia presbiteriana donde sin pensárselo, el pastor Walter y Veronika su mujer nos dejaron pasar la noche, y nos dedicaron un pequeño rezo muy íntimo antes de nuestra partida.
Entre las cuestas y las playas, se complicaba avanzar, aunque sabiendo que en breve íbamos a pasar unos días en zona de buceo, nos controlamos bastante.
Impresionantes arbolototes en la carretera. 
Siempre me ha llamado mucho la atención ver ganado en playas de mar.
Un gusto estas jóvenes. Por fin un colegio donde se enseñaba un inglés decente.
Tanto mar y tantas lluvias ha tenido su colofón algún día.
Los colores del amanecer.
Camino de la mezquita (con el gorro musulmán o taqiyah puesto)

Ya sin frenos en mi bici (Bego), haciendo lo imposible para meter las dos bicis y todas las alforjas en un coche.
Ninguna de las tiendas del centro de Gorontalo tenían frenos para mi bici. Finalmente dimos con esta tienda de marca indonesia (Polygon) en las afueras, y por 23 euros nuevos frenos completos delanteros y traseros con instalación incluida. Independientemente de lo que os ha contado Hugo más arriba, sigo pensando que la eficacia y fiabilidad de unos frenos hidráulicos de llanta le dan mil vueltas a unos v-brakes. Los pistones por donde perdían aceite tienen una garantía de 5 años, y Magura ha respondido a la misma y ya tengo frenos reparados. Eso sí, en Donosti.
Pues sí, en Indonesia más del 90% de los cigarrillos que se fuman llevan clavo incorporado. Se llaman kretek, y tienen un origen curioso. Un tal Haji Jamhari de Java sufría de dolor de pecho a finales del siglo XIX y, para calmarlo, se frotaba aceite de clavo en el pecho. Buscando un mayor alivio decidió mezclar el clavo con el tabaco y fumárselo. La historia cuenta que su asma y sus dolores desparecieron de inmediato y que todo el mundo se puso a liar clavo con tabaco como locos. Pasaron a producirse mecánicamente y en la actualidad algunas marcas tienen hasta ocho veces el alquitrán y tres veces la nicotina que los cigarrillos de tabaco rubio occidentales, con lo que están prohibidos en muchos países.
Es muy llamativo la impunidad con la que las marcas de tabaco se anuncian en Indonesia. Cartelones repletos de hombres conduciendo motos de monte, esquiando, y la más llamativa, la de la marca Pro, que muestra hombres occidentales muy atractivos, levantando pesas o saliendo de una carrera espartana, y con el lema "never quit", nunca lo dejes, nunca abandones. Indonesia es el único país del sureste asiático que no sigue los estándares universales para limitar la venta, distribución y marketing del tabaco. Así, el 70% de los hombres fuma (récord mundial), y uno de cada cinco chavales de entre 13 y 15 años también. Pero no todo son malas noticias, ¿os  acordáis del niño indonesio aquel de dos años con sobrepeso que se fumaba 40 cigarros al día y que se convirtió en noticia global en el 2010? Bien, pues lo ha dejado ;)
Cacao, clavo, pimienta, vainilla, cúrcuma (kunyit), nuez moscada y café. Color en las carreteras.
Por esta zona de Sulawesi hemos desayunado, comido y cenado pescado en más de una ocasión. Algún día de mala mar tocaron noodles instantáneos porque no habían podido salir al mar a pescar, y los frigoríficos no abundan. Lo pedíamos a la brasa (ikan bakar), y venía siempre acompañado de arroz (en un colador!), verduras, sopa, y sambal, una salsa roja de tomate y chiles. Desde menos de un euro hasta tres euros por algo más especial como calamares.
Otros platos que se podían conseguir en pueblos algo mayores eran el gado-gado (verduras con salsa de cacahuete), tempe dan tahu (tempe con tofu, ambos derivados de la soja), mie ayam (fideos con salsa de pollo desmenuzado), y bakso (sopa de fideos con bolas de carne o pescado procesado).
Impresionante cómo con la fruta que tienen disponible a lo largo de todo el año, son capaces de inventar mil y un recetas. Hemos comido los plátanos flambeados, con mantequilla y cacahuete en su interior, rebozados con harinas, con cornflakes, envueltos en crepes, fritos y no fritos, en bizcocho, en flan con coco....
Locos por el fútbol. Sobre todo por equipos españoles que les lleva a pintar la bandera de España o los escudos del Barcelona y del Madrid por doquier. Eso sí, en ropa de cama ganaba el Manchester. Atención a las almohadas cilíndricas o bantal guling de la cama, aquí, como en otros países de Asia, muchos duermen abrazados a ellas, brazos y pies.
Y una foto de Gorontalo, la ciudad desde donde zarpamos a las islas Togean, donde puede verse una curiosa parada de "taxis" a las puertas de las curiosas mezquitas indonesias. Hermosas, ¿verdad?
Camino de las islas Togean.

6 comentarios :

  1. Por fin! Os estaba echando de menos 😊 como siempre, me ha encantado vuestro periplo. Y lo de tu nombre Bego, es buenísimo.😂😂😂
    Lo que me queda claro es que ya ni os inmutáis por los constantes espectadores ante cualquier cosa que hagáis: ya sea arreglar una rueda, comer, meter cosas en un coche... siempre estáis rodeados!!!
    Lo del uniforme es curioso,porque aquí pasa exactamente lo mismo! Y los chicos no van al cole o es que no llevan uniforme? Se los ve siempre jugando, bañándose o yendo a la mezquita. Pero qué bien se lo tienen que pasar los niños por esas latitudes...
    Una curiosidad:la especia esa, la de la cáscara de la nuez moscada,una vez molida ¿se parece al pimentón?
    Un besote a los dos

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    1. Entre que estamos un poco perezosos y que no siempre hay acceso a internet, cada entrada se está haciendo de rogar. A ver si nos ponemos las pilas...
      Lo de ser el centro de atención, tenemos nuestros días; a veces no lo llevamos tan bien. Justo ayer leía el blog de un cicloviajero irlandés que conocemos, que los últimos días en Indonesia fueron una especie de huida, cansado como estaba de ser el centro de atención, hacia el deseado anonimato de Australia. Recorrió Timor y Timor Oriental en una semana...
      De los niños es curioso como muchos se quitan los zapatos nada más salir del cole, no sabemos si por comodidad o por no estropearlos.
      Según he leído el mace sabe como la nuez moscada pero más suave, no tan dulce. Como aquí todo está picante, no sé identificar esa especia en el ardor de la comida...
      Hugo

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  2. awesome! Nunca llegué a sulawesi, y ese viaje fue más largo de lo que me gustaría pensar ... ¡así que disfruto mucho la lectura!

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  3. Ya se echaba de menos una nueva entrada, además de uno de mis países favoritos a pesar de que ostentan la medalla de plata del "cansinismo", después de los indios. Me alegro que os funcionara la chapuza aunque por lo que creo entender no os duró mucho. Saludazos.

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    1. Son buena gente...pero clarísima medalla de plata del cansinismo. Va a ser un respiro el pasar al anonimato en Australia.
      Si la chapuza no funcionó fue porque le puse la cinta americana y encima otra cinta. Ahora, solo con la americana, parece que va bien...

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