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28 de octubre de 2018

Estados Unidos (2): por Wyoming y Colorado siguiendo montañas y ríos

Ya solo el nombre del estado, Wyoming, resulta evocador, lleno de fotogramas de aventuras entre indios (arapahoes, crows, lakotas y soshones son las tribus de la zona) y vaqueros, como si John Wayne o el indio Winnetou de Karl May estuvieran a punto de asomar en la siguiente curva. Uno se sorprende cuando lee que el sur de Wyoming perteneció al imperio español (aunque imagino que unos territorios tan lejanos y salvajes no estarían muy presentes en las decisiones cotidianas del rey de turno) y después fue parte de México. Con unas fronteras dibujadas con escuadra y cartabón, Wyoming es, como Montana, otro estado muy poco poblado, siendo el décimo en extensión (250.000 km2, la mitad que España) y el que menos población tiene (no llega a 600.000 habitantes). No resulta por tanto extraño que, siguiendo nuestro camino hacia el sur, los siguientes días pedaleáramos por las veredas de la gran divisoria, unas veces por bosques y montañas, otras veces por valles y desiertos, pero casi siempre solos. Con tiempo cambiante, en pleno agosto nos cayó una tormenta que nos dejó temblando y una mañana amanecimos llenos de escarcha. En agosto.

Fernando fue el primer valiente que adelantó al bisonte que nos encontramos
en medio de la carretera.
Seguramente fue el tamaño del parque nacional de Yellowstone, con casi la totalidad de sus 9.000 km2 en el estado de Wyoming (para que os hagáis una idea, Gipuzkoa tiene unos 2.000 km2), el que impidió que nos encontráramos con el oso Yogi. Ni siquiera con Bubu. A pesar de esa enorme decepción que llevaré como un calvario durante el resto de mis días y de que, siendo agosto, el parque estuviera repleto de turistas, la gran mayoría de ellos en coche o caravana atascando las carreteras del parque, el que es el primer parque nacional mundial (creado en 1872) lo compensó con creces ofreciéndonos la mitad de los geysers del mundo, aguas termales multicolores por todas partes, un súper volcán, ríos bravos, potentes cataratas, angostos cañones, bisontes, lobos, osos, renos, arces,... Por cierto, he de decir que da un poco de yuyu pedalear cerca de un bisonte del tamaño de un trolebús, un animal al que le bastaría pestañear para derribarte, pero sobrevivimos.

Los Tetones y el bidegorri a sus pies. De lujo.
De Yellowstone uno salta casi sin transición a otro parque mítico, el Grand Teton. Aparentemente fue bautizado a principios del siglo XIX por tramperos franceses que supongo que, tras muchas privaciones en esas duras tierras y escasos encuentros con el otro sexo, veían atributos femeninos por todas partes y así llamaron a tres montañas de sugerentes formas "las tres tetas", siendo la más alta "el gran tetón". Es una lástima que los americanos a veces sean tan recatados y aburridos y cambiaran el nombre a uno sin significado en inglés, pues un parque llamado "la gran tetaza" tendría enormes posibilidades en el mundo del marketing. Y no digamos ya en el del merchandising: ya estoy imaginando a grupos de inocentes boy-scouts comprando todo tipo de llaveros, pegatinas y recuerdos varios en forma de protuberantes senos. O un especial de Playboy sobre parques nacionales. Qué poca visión. Sea como sea, el parque es una espectacular conjunción de picos verticales y lagos azules en un precioso bosque. Nuevamente con demasiados turistas, pero uno sabe disculparlo. Entre esos turistas, por cierto, había un buen número de amish (o menonitas, anabaptistas o lo que fueran, no les pregunté su agrupación etnoreligiosa), cuyo encuentro siempre despierta curiosidad y hace que uno se haga todo tipo de preguntas de filosofía más o menos barata.

La tormenta que nos esperaba al salir de Jackon Hole.
Jackson Hole, al sur del Grand Teton, es una interesante mezcla de estación de esquí adinerada y pequeña ciudad del oeste americano con algunos vestigios históricos en forma de edificios como sacados de alguna película del "far west". A pesar de ello no nos detuvimos gran cosa en ese pueblo, complicado como estaba para acampar en sus inmediaciones... y más aún dormir en sus hoteles a 200$ la noche.

Unos vientos cuasi huracanados nos impulsaron a gran velocidad por el árido desierto del Great Divide Basin o Cuenca de la Gran Divisoria. Si Wyoming está vacío, en esta región no vive ni blás, y solo se ven caballos salvajes y antílopes, entre ellos el antílope americano, el mamífero más rápido de la zona.

Gene, la personificación del buen samaritano.
Acercándonos poco a poco al sur de Wyoming llegamos a la pequeña ciudad de Rawlins. Hago notar que no estábamos precisamente en nuestro mejor momento desde el punto de vista de la imagen, sudorosos, sucios y polvorientos tras unos días de acampada por el desierto. Nos encontrábamos pedaleando los cuatro de camino al camping de la ciudad, cuando un hombre paseando por la calle con su perro y en aparente pleno uso de sus facultades mentales, nos detuvo y nos invitó a dormir en su casa. Aunque le hicimos notar el peligro que corría al meter a cuatro hambrientos cicloviajeros en su morada, Gene, músico profesional, liberal, buen lector, mejor conversador y, seguramente, con ganas de algo de variedad en su vida cotidiana, no se lo pensó dos veces. Y nosotros la verdad es que tampoco.

Ya solos, nosotros y las puestas de sol.
A Colorado entramos en solitario. Tanto porque, seguramente abrumados por nuestra imparable energía y el exigente ritmo de pedaleo (jajaja), Fernando y Veronika habían decidido seguir su camino, como porque la carretera por la que circulamos estaba finalizando las obras y estaba cerrada al tráfico. Excelente asfalto sin estrenar y ni un coche (aunque algún camión sí que había). Genial.

El estado toma su nombre del río Colorado, bautizado así por los españoles debido a los sedimentos rojizos que lleva en sus aguas. En alguna ocasión nos tocó filtrar agua del río para beber... pero no nos convertimos en "pieles rojas". Y hablando de colores:

- ¿Eres de Colorado?
- Se dice albino, ¡imbécil!

60.000 kms, momento para una gran revisión en casa de Richard y Sarah.
Tras unos días pedaleando por bosques y montañas llegamos a Steamboat Springs, un turístico destino de esquí y deportes al aire libre. Supongo que el despiste propio de estar de vacaciones ajenos a jornadas laborales, festivos, etc. hizo que llegáramos un día antes de lo anunciado a casa de nuestros flexibles y relajados warmshowers, Sarah y Richard, que no tuvieron ningún problema en acogernos a pesar de la confusión. Su relajación se mostraba también en que sus bicis se aparcan regularmente fuera de casa sin candar y que nunca cierran las puertas de casa (excepto si se van de vacaciones), hasta el extremo de dejar la puerta frontal abierta de par en par para que corra el aire. Esta tranquilidad y confianza en los vecinos es propio de los pueblos y pequeñas ciudades de Estados Unidos, algo envidiable que desgraciadamente se va perdiendo.

En casa de Sarah y Richard nos esperaban repuestos para las bicis, así que dedicamos toda una mañana a cambiar distribución, sillín, neumáticos, etc. Las bicis quedaron como nuevas.

Pedaleando junto al río Colorado, solos.
Noticias de que había nevado en alguno de los pasos de montaña por los que teníamos que pedalear nos hicieron cambiar una vez más de ruta y abandonar la Gran Divisoria, desviándonos hacia tierras más bajas, en dirección hacia Utah y, eventualmente, Las Vegas. Así, un buen descenso desde los bosques de Routt nos dejó junto al río Colorado, que ya desde muy pronto está encajonado en estrechos y escarpados cañones llenos de colores ocre, marrón, rojo, naranja, amarillo, así como de preciosas águilas pescadoras, conformando un paisaje de película. Uno casi espera ver francotiradores indios o vaqueros apostados en alguno de los riscos, esperando al enemigo para tenderle una emboscada... Sin saberlo, resultó una gran elección tomar esta ruta.

La gente ayudó a hacerla aún más agradable. Una de esas noches acampamos junto a un interesante grupo de científicos en búsqueda de fósiles de dinosaurios, en su mayoría voluntarios apasionados por lo que hacen. Llama la atención la cantidad de voluntarios que hay en este país, gente que dedica su tiempo libre a trabajar de bombero, erradicar especies invasoras, medir y anillar colibrís, apoyar a un partido político o limpiar bosques. El recorte del gasto público en este país fuerza el voluntariado, pero también es cierto que hay mucha gente dispuesta a trabajar gratuitamente para la comunidad.

Y siguiendo el río Colorado nos metimos en el Glenwood Canyon.
De camino al suroeste el frío remitió, no así la lluvia, que nos obligó a descansar en Glenwood Springs, población famosa por unas aguas termales a las que no les hicimos ni caso. No le veo el atractivo a meterme en lo que por la temperatura parece una bañera y no una piscina, junto a docenas de ancianos que no sabes si van a sobrevivir el chapuzón de lo cascados que están.

Abandonadas las Montañas Rocosas en dirección oeste, el paisaje cambia, todo es más agreste, la vegetación va desapareciendo, el horizonte se aleja y se empieza a adivinar lo que se avecina en Utah. De camino paramos en lugares como Parachute y Grand Junction, la mayor ciudad que habíamos visitado hasta ese momento, llamada así no porque fuera un importante cruce de caminos, sino porque era el lugar que en el que el río Gunnison se unía al río Colorado, también llamado el Grand River. Cada vez escuchamos más español y hay más comida mexicana. Lo que no vemos son negros, como tampoco los vimos ni en Montana ni en Wyoming y los seguiremos sin ver hasta Tucson en Arizona, casi en la frontera con México. Realmente, con lo que se parece, no sé, Nueva York o Pensilvania a Montana o Utah, Estados Unidos podría ser varios países.

Un abrazo

Hicimos los 25 km que había desde la entrada al parque de Yellowstone hasta el camping al que nos dirigíamos adelantando coches. En cuanto se asoma un alce o un oso a la carretera, la caravana está asegurada. Atención al cubre de la rueda de repuesto: un conductor orgulloso de su pasado en el ejército. La mayoría lo están.
El parque nacional de Yellowstone es tan impresionante como lo habréis visto en documentales y guías y libros de viaje. Nos dimos nuestros buenos madrugones para evitar las muchedumbres, pero a los chinos no hay quien les gane.
Te pasas el día buscando vida salvaje y no viendo más que asiáticos, y vuelves derrotado al camping para ver al ciervo pastando alrededor de tu tienda de campaña.
Otra forma de ver fauna eran los trekkings, y así dimos con esta enorme hembra de alce en una caminata subiendo a los lagos de Bradley y Taggart en el parque nacional Tetons.
Amanecer sobre el cañón del río Yellowstone. Y una de sus cascadas.
Desconocemos si es la calidad de los neumáticos de los coches o el calor de la carretera lo que hace que nos encontremos tantos restos de neumático en los arcenes, que provocan que eventualmente algún hilo de cable nos atraviese el neumático... y pinchazo. Peor fue cuando a Hugo se le salió la cadena y le destrozó los 9 radios exteriores, partiendo in situ tres de ellos, o cuando mi cable de cambio fue partiéndose y enroscándose en el interior de la maneta sin que me diera cuenta, hasta que el último hilo se partió. Necesité hasta tres diferentes destornilladores de precisión para poder abrirla. Menos mal que Fernando tenía todo eso y más.
Buzones del lejano oeste.
Camino de lo que llaman el Desierto Rojo, en Wyoming. Lo cierto es que muy rojo no lo vimos.
Con sombra y todo, para los excépticos, je, je.
El ritmo de pedaleo de Fernando y Veronika era muy diferente al mío. Yo soy de pasarme el día en la bici yendo a paso burra, parando para ver animalitos, haciendo fotos... Ellos son de ir más fuerte, acabar antes las jornadas y descansar más días tras pocos días seguidos de bici. Con ganas no hubo ningún problema en adaptarnos unos a los otros, fuimos más fuertes y descansamos menos. Hugo encantado.
Decoración de la pared del baño de féminas en el pub de Atlantic City, un pequeño pueblo minero con una población de 37 habitantes y acceso solo por carreteras sin asfaltar.
Cargamos con comida para seis días para hacer un tramo que finalmente recorrimos en tres días. Bendito viento.
La parte más complicada fue un "atajo" que vimos en OpenStreetMaps y que resultó ser "prueba superada" para Fernando y Veronika con sus fatbikes, y una odisea para nosotros, que tuvimos que darle al empujing unos kilómetros.
Nuestro anfitrión en Rawlins nos enseñó su rifle, más de colección que de defensa, pero ahí lo tenía.
En EEUU la comida más común en los restaurantes está muy basada en la carne como principal ingrediente, así que si entramos en alguno, preferimos hacerlo para desayunar, fans absolutos como somos de los huevos de mil maneras y los panqueques.
Y las comidas y cenas cuando tenemos una tienda de comestibles cerca, son siempre basadas en cosas frescas, para compensar todos los no perecederos que nos metemos los días alejados de frutas, verduras y hortalizas.
Y despedíamos Wyoming a la vez que despedíamos a Fernando y Veronika, que no llevaban ropa de invierno y optaron por dejar las montañas. Divertido recordar cómo quedamos en reencontranos camino de Las Vegas, y cómo ni ellos ni nosotros llegamos nunca a tal lugar. En su caso optaron por pedalear a Denver y empaquetar las bicis, y ya sin ellas, disfrutar de Florida y Chicago antes de poner fin a su viaje después de cuatro años y medio. Fue un placer conocerles en Camboya, y un lujo disfrutar de su compañía más de tres semanas por estas tierras.
Y ya solos, entre bosques de álamos por el sur de Wyoming y norte de Colorado. Se agradecía ver algo diferente a las coníferas que nos han acompañado desde que pusimos pie en Norteamérica.
Paisajes típicos del norte de Colorado.
En esta zona también vimos ovejas, e incluso conocimos a un tal Etxeberri hijo de pastor vasco francés que emigró a Wyoming el siglo pasado. La mayor comunidad vasca está en Boise, en el estado de Idaho. Y si estáis interesados en saber más podéis leer la interesante entrada que le dedicaron Aitor y Evelyn en su blog cyclotherapy.
¡Y cómo van a dejar de sorprenderme los buzones con modelos como éste!
Steamboat Springs, tierra de esquí, de granjas, de rutas en bici de montaña... La única pega que ponían sus habitantes es que tan solo tenían dos estaciones, verano e invierno.
Vale, vale, última foto de buzón. Pero original, ¿verdad?
En Estados Unidos como en Canadá también tienen esos bocatas de 2.000 calorías y un quintal de peso que te solucionan una comida.
En el estado de Colorado muchas tierras están valladas, y a veces ha tocado hacer muchos kilómetros extras buscando un rincón que no lo estuviera para plantar la tienda.
El río Colorado tiene más de 2.300 kms y se encañona en más de una ocasión, siendo la más conocida el Gran Cañón de Arizona. Nosotros discurrimos por pistas y carreteras paralelos durante más de 250 kms en el estado de Colorado.
Durante un tramo considerable, carretera, río y vía de tren discurren en paralelo.
Estados Unidos ha hecho que me replanteara mi opción de viajar únicamente con esterilla y sin colchón hinchable. Han sido muchas las ocasiones en las que hemos tenido que conformarnos con pequeños huecos entre piedras y raíces.
Por otro lados tanto los campings públicos como los privados, no se parecen en nada a los abarrotados campings europeos, y el espacio asignado suele ser enorme y muy privado.
El oeste de Colorado era tierra de ranchos, algunos muy grandes.
El paisaje poco a poco iba perdiendo verde y ganando ocres varios.
El río Colorado también iba ganando limo para hacer juego con el paisaje, pero nada con lo que el filtro de agua no pudiera.
Cerca de la ciudad de Grand Junction nos encontramos con una zona vinícola nada desdeñable. Siempre me llama la atención encontrar viñedos en zonas tan áridas, como fue luego el caso en Arizona.
Frontones en el estado de Colorado.
Otra cosa que nos llama la atención es la construcción de las casas. Viéndolo no es difícil comprender esas imágenes de huracanes que a su paso por Estados Unidos lo arrasan todo.
Y con relación a lo que Hugo decía con respecto al voluntariado y al recorte en gasto público, otra cosa que nos llama mucho la atención es encontrar estas señales a lo largo de los cinco estados que hemos recorrido. Se trata de una iniciativa privada que a cambio de una cuota mensual limpia un tramo de la carretera pública anunciando en dicho tramo qué negocio o persona lo financia. En ocasiones los tramos ya "adoptados" no estaban limpios, y nos preguntábamos si quizá ya se había dejado de pagar, y cómo el estado volvía a hacerse cargo. No sé, un poco complicado todo, ¿no?

4 comentarios :

  1. So glad to have met you both along your travel path in Bisbee, Arizona! We saw you riding up the mountain pass upon entering into town and then in serendipity, spotted you as we toured along the streets. I admire your passions, strengths, and bravery in regards to your adventurous journeys! I will read through your blog posts to learn more of your world travels. I was so excited to read your entries on Iran! If you get the chance, you can read my story of living in Iran before the revolution ( https://growingracelife.wordpress.com/2012/01/23/i-ran-from-iran/). Happy trails!

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  2. It was very nice meeting you, too. Thanks for your kind words. You know what they say: if there is a will, there is a way... You seem to be an adventurous soul, so you should jump onto a bicycle and start cycling the world! And maybe go back to Iran on it... You would love it. Btw,I can't wait to read your blog about it, I love the title!

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  3. Continuo siguiendo vuestro viaje con mucho interés,me preocupe por la falta de entradas durante un largo espacio de tiempo en vuestro periplo por tierras Australianas y en paso de Canada lo habéis hecho sin embargo muy rápidamente , pero seguramente debe ser el deformado punto de vista dé un lector acomodado .
    Qué bueno coincidir con Fernando y Veronika y compartir con ellos el paso por Montana, Wyoming y Colorado que para mi opinión son los estados mam interesantes de visitar en ese gran conglomerado que es Estados Unidos.
    Bueno me imagino que os espera pronto México ...
    Yo en pocos días visitaré vuestra querida Donostia con motivo de que mi hijo corre allí un Media Maratón , ni que decir tiene que me acordaré de vosotros y me tomare algunos pinxos a vuestra salud.

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  4. Esto es genial, y fotos impresionantes!

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