En la última entrada os dejamos con "vin et fromage" y ahora os saludamos con "Bier und Wurst". Sí, nuestras abnegadas piernas han pedaleado hasta los países germanos.
Lo decimos así, países germanos en plural, porque además de Alemania hemos pisado en varias ocasiones -estas fronteras son muy porosas- tierras helvéticas y mañana cruzaremos la frontera a Austria.
La Alemania del sur por la que hemos viajado es la quintaesencia de lo "típicamente alemán": las cervezas de medio litro, los pantalones de cuero (los folclóricos Lederhosen, ¿eh?, nada de sadomaso en la conservadora y católica Baviera), los bosques de pino, lagos y montañas, las blancas y recargadas iglesias barrocas, los pueblos de cuento..., y el maldito dialecto alemán del sur que no lo entiende ni su padre.
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Lago Titisee en la Selva Negra |
Desde Alsacia cruzamos el Rin y entramos a Alemania por la famosa Selva Negra, así llamada por los romanos porque la densidad de pinos en sus bosques no dejaba pasar la luz. Friburgo bullía de gente, y sus terrazas repletas y, ejem, los helados nos dejaron un buen sabor de boca. Desde ahí sufrimos -bastante, habrá que reconocerlo- la primera subida potente del viaje. Los del camping en el que nos alojamos en Friburgo insistieron en que nos cogiéramos un tren para llegar al Titisee. ¿Nosotros, que vamos a dar la vuelta al mundo, un tren? Anda ya.
Pues eso, que sufrimos.
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Las cataratas del Rin |
Nuestros músculos (músculos de hierro, por cierto) obtuvieron su merecida recompensa con baños en el Titisee, Schluchtsee, y en algún See más. Pero los mejores baños llegaron unos días después y un poco más adelante, en el Rin, al que volvimos tras una no menos potente bajada (¡qué pena da perder altura!) desde las cumbres de la Selva Negra. El Rin fluye con mucha fuerza antes de precipitarse por las mayores cataratas de Europa, cerca de Schaffhausen, al norte de Suiza. De hecho, uno de los pasatiempos de los lugareños es zambullirse en el río (no en la zona de las cataratas, claro, sino más arriba) con la ropa metida en una bolsa impermeable y dejarse llevar por su corriente río abajo. Después se cogen un tren de vuelta y ya está.
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El pintoresco pueblecito de Stein am Rhein |
Seguir el curso del Rin por esta zona -desde Schaffhausen hasta el lago Constanza- es una delicia de pueblos y paisajes, pero resulta un poco confuso, pues uno no sabe a ciencia cierta en qué país está, si en Alemania o en Suiza. Menos mal que los comerciantes de ambos países aceptan sin problema la moneda del vecino, lo cual facilita la compra venta.
Por cierto, hablando de formas de pago, no recordaba yo la animadversión que tienen estas gentes hacia las tarjetas de crédito. Es un tema recurrente, ya lo sé, pero es que son unos pesados. Ni supermercados, ni restaurantes, ni campings, ni hoteles (hoteles pequeños a los que nosotros vamos) aceptan otra cosa que efectivo o, como mucho, EC Karte (una especie de tarjeta de débito propia). Parece que ni en Ikea, en cuyas tiendas las compras no suelen ser de unos pocos Euros precisamente, se puede pagar con tarjeta de crédito. ¡Qué diferencia con Islandia, país en el que hasta los cafés se pagan con Visa! En casi un mes de vacaciones en Islandia no vimos ni una sola corona...
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Imperia en el Lago Constanza |
Nos despedimos de la ribereña, universitaria y bella Constanza, de su turgente, giratoria y satírica escultura Imperia y de algún que otro Zeppelín que surcaba sus cielos, en dirección norte, primero hacia Tuttlingen y desde ahí hacia Ulm, cuya torre catedralicia (la más alta del mundo) y Jürgen (un amigo alemán que conocimos andando en bici en Georgia... y que es de tamaño normal) nos recibieron con los brazos abiertos. Seguimos ya el curso del Danubio, con aguas más marrones y que invitan menos al baño que las del Rin, pero que de todas formas bañan coquetos pueblos y ciudades (Dillingen, Donauswörth, Ingolstadt, Neuburg, Kelheim,
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Zeppelín sobrevolando Constanza |
Staubling, Bogen, Deggendorf,...), joyas del barroco como Regensburg o Passau y angostos desfiladeros como los del Parque Natural del Alto Danubio o el que une al monasterio de Weltenburg (cuya cervecería, de 1050, es la cervecería monástica más antigua del mundo) con Kelheim.
Seguir la ruta ciclista por estas regiones es muy sencillo, pues hay indicaciones por absolutamente toooodas partes (tal vez demasiadas, pues hay muchas rutas: la eurovelo 6, la 8, la 15, la del barroco, la romántica, la de los planetas,...). Mejor que sea así, pues como cometas el error de pararte a mirar un mapa o una guía, en menos de diez
segundos y a buen seguro siguiendo consignas del ministerio de turismo, invariablemente un alemán surge de la nada y te ofrece su ayuda. Entre eso y sus excelentes desayunos (bueno, y cervezas), los alemanes se colocan en buena posición en cuanto a hospitalidad se refiere.
En Neuburg nos encontramos con las fiestas locales: Lederhosen, cervezotas, canturreos regionales y mucha comida. Pero no les bastaba con todos estos pasatiempos y el periódico regional (el Donau Kurier en la forma de un reportero seguramente desesperado por buscar alguna noticia) decidió hacernos una entrevista..., que seguramente no saldrá publicada en ningún sitio, pues aparentemente son 30.000 los ciclistas que cada verano pasan por aquí recorriendo el Donauradweg. Di que nadie goza de nuestro porte y donosura, pero dudo que esto suponga el salto a la fama...
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De juerga en Neuburg |
Ah, y cada vez se ven más ciclistas en bici eléctrica, así que las viejecitas van a toda caña.
Tras Passau y antes de cruzar a Austria, hemos abandonado durante un par de días el Danubio para recluirnos en un hotelito con encanto en las montañas y bosques bávaros, un "espá" (es que el sitio se llama "Wellness Resort Romantika" y me da un poco de apuro), regalo de los excolegas de Bego en CAF y que nosotros y nuestras piernas estamos disfrutando con deleite.
Nos quedan unos 100km hasta la austriaca Linz, desde donde nos separaremos nuevamente del Danubio durante un tiempo y tiraremos hacia el norte, hacia la República Checa, a la búsqueda del origen de la cerveza pilsen..., pero eso ya os lo contaremos más adelante.
Un abrazo
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Parque Natural del Alto Danubio, una preciosidad |
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Anochecer sobre el lago Constanza |
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Selva negra |
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Comida de los biergarten de los campings |
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Bosques alrededor del lago Constanza |
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Manzanitas gratis para viandantes y ciclistas. Danke! |
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La industrial Alemania |
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Una de tantas iglesias barrocas |
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Con Jürgen frente al hotel más inclinado del mundo (según Guiness) en Ulm |
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Frente al ayuntamiento de Ulm |
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Verde que te quiero verde |
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Danubio y más Danubio |
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El pueblo de Lauingen |
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Bretzel gratis en las fiestas de Neuburg |
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Vendiendo Kartoffeln en el mercado de Ingolstadt |
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Monasterio de Weltenburg en el Danubio |
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Catedral de Regensburg (Ratisbona), ciudad Patrimonio de la Unesco |
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El centro de la preciosa Straubing |
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Rathaus de Straubing |
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Iglesia de Metten |
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Vilshofen |
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Catedral de Passau |
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De lujo |
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQue rico todo lo que están viviendo!!! Me gustaría tener la mitad el valor de ir tras mis sueños, estoy tan cuadrada, tan normal, solo sigo las reglas. Alucina que te vea así, viviendo de verdad la vida y de manera alternativa. Que lo disfruten mucho. Dejaste nostalgia aquí en Brasil estamos a la espera de una visita. Buen viaje. Un beso grande Paloma, Felipe y Luísa
ResponderEliminarObrigada Paloma, qué bueno leerte aquí! Tú también sigues tus sueños, que ahora son otros, pero te quedan decenas y decenas de años para seguir muchísimos sueños más! Un abrazo
EliminarSigue siendo genial leer vuestras historias (quiero decir que aun no he llegado a ese punto en el que la envidia me hará odiaros tanto que será imposible continuar leyendo el blog), y las fotos siguen siendo fantásticas, así que no os dejéis llevar por la pereza y actualizar a menudo para que os acompañemos en el viaje. Que todo vaya bien !!
ResponderEliminarHola par de dos!
ResponderEliminarSigo con regocijo vuestros pedaleos y disfrutando de las estupendas fotos de la ruta (cada vez se parece más a una guía de viajes, tiemblaa Mikel ) Una de las cosas que más me han sorprendido (aparte del inconcebible agabachamiento de Hugo) son los poéticos pies de foto, como el de "verde que te quiero verde".. No sé si es la edad o la morriña que ya empieza a hacer mella.
Por cierto, hay "Pintxo-pote" en Chequia? Buena ruta y a seguir disfrutando!
Es la tercera vez que escribo pero no me lo guarda. Os decía que lo mas cerca que he estado de esas tierras es haciendo un puzzle de la catedral de Regensburg. Eso si, pase muchas horas... era de 1500 piezas :-). Realmente es un blog muy atractivo. A ver cuándo puedo conocer todo eso aunque no sea en bici. Pues nada muuuchos besos a los dos y a seguir pedaleando. Ánimo. Bel
ResponderEliminarNo se si, cada vez, mi envidia es mas sana o mas insana! veo vuestros "menus" y vuestra lustrosa "delgadez" y me acuerdo irremisiblemente de Alberto! Un abrazo. IRZ
ResponderEliminarHola pareja! Espero que sigáis tan a gustitoooo! Un placer leerlos y veros tan relajados y disfrutando...muy buenas fotos por cierto. Un abrazo a los dos y seguid escribiendo!!!
ResponderEliminarImanol.
Prueba
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